El guión se cumplió en el partido de exhibición de la  con una muerte súbita de sobresalto en el primer set.

El apoyo a Alcaraz de 20 mil 348 personas fue aumentando su moral hasta convertir la victoria 7-6 (7) y 6-3 ante el estadounidense Tommy Paul, en el Tennis Fest.

Era un triunfo obligado que mantuvo las esperanzas de la afición.

Alcaraz reunía factores a su favor: era el favorito del público mexicano, el número dos del mundo y con dos títulos Grand Slam a sus 20 años y en su raqueta está el presente y futuro del tenis varonil.

Una ola arrancaba gradualmente a la afición de sus asientos.

El español se sumergió en una ola que dio tres vueltas a La México.

Un espectáculo que no hizo otra cosas más que aumentar el ánimo en una fría noche.

Como si toreara en el ruedo, Alcaraz anotó un punto antológico en el segundo set, soltó la raqueta, tomó un capote imaginario como si hiciera alguna chicuelina, en el argot taurino, y recibió los “olés” del público.

En este mismo escenario Roger Federer abarrotó la plaza hace 4 años, Rafael Nadal jugó el año pasado el que podría ser su último partido en México y Alcaraz está noche emocionó a una nueva generación que lo está viendo crecer.

En un mismo lugar están varias generaciones: las que vieron a Björn Borg y Jimmy Connors, en las décadas de los 70 y 80, los que vieron el dominio de Federer a principios del siglo XXI, las que se resisten al retiro de Nadal, los que no vieron jugar a Federer y las más jóvenes, que solo tienen como ídolo a Alcaraz.

“Nadal no corre tanto por la edad, pero sigue jugando como lo hace y a Federer lo he visto, pero no sé mucho de él. Y Alcaraz es la persona más joven en ser número uno del mundo y será muy bueno más adelante”, expresó el pequeño Íker, de 11 años. Severino Soto, de 70 años, ha recorrido a casi todas las generaciones de tenistas varoniles.
“Sigo a Carlos desde que inició a ser lo que hoy es, hay que reconocer que es un fenómeno del tenis”.