En el que podría ser su último enfrentamiento, Novak Djokovic venció 6-1 y 6-4 a Rafael Nadal en la Segunda Ronda de los Juegos Olímpicos de París 2024.

Nadal jugó su último partido en solitario de Juegos Olímpicos.

En la Philippe Chatrier, donde construyó la mayor parte de su legado, ante un rival de altura para que el adiós fuera épico.

Era el escenario perfecto.

No cabía una persona más en la Chatrier. Los lugares oficiales no alcanzaron, 15 mil 59 espectadores autorizados sin contar lugares improvisados por la gente.

Esos sumaban otros más. Todos querían ver el último baile de Nadal contra Djokovic.

Quienes no alcanzaron asiento veían entre el tumulto. Encorvados para encontrar la mejor vista, parados en los pasillos.

Hincados. Amontonados.

Los niveles de seguridad no permitían que nadie que no tuviera un billete electrónico pasara a presenciar historia.

Era suficiente mirar entre un agujero, aunque fuera asentado.

Nadal no pudo despedirse como en sus días más gloriosos. No era ese joven que a los 19 años ganó su primer título de Roland Garros.

La actitud la misma, como si fuera un tenista debutante que busca su lugar en el mundo.

La Philippe Chatrier es como el patio de su casa.

“¡Rafa, Rafa!”, le coreaban al español de 38 años, bajo una alta temperatura de 29 grados y entre abanicos.

Escurría en sudor y se limpiaba con las muñequeras.

Sobre la tierra batida de la capital francesa, Rafa Nadal conquistó 14 veces Roland Garros con un balance de 112 victorias y solo cuatro derrotas.

En 2005 ahí logró su primera victoria.

En la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024, cuando Zinedine Zidane llegó con la llama olímpica a la pasarela situada a los pies de la Torre Eiffel, nadie esperaba que el relevista que recibiera la antorcha olímpica fuera Rafa Nadal.

Los gritos de gritos de guerra de Nadal se escuchaban hasta el sexto y último piso del complejo.

Se resistía a despedirse y empató el segundo parcial 4-4 después de ir abajo en el primer set. El punto que le dio la igualada provocó el rugido del público.

Si iba o no a despedirse hoy en solitario, anticipó que solo iba a disfrutarlo.

Se patinaba sobre la arcilla para desplazarse por la bola, se sacaba la arcilla entre los tenis con la raqueta, hacia sus mismo ritual de manías.

A Djokovic solo le tocaba ser testigo de la fiesta, aunque con el marcador a favor por 6-1 y 6-4.

Los episodios entre el serbio y el español se van terminando de apoco.

Hoy fue el último como tenistas individuales en Juegos Olímpicos.

Djokovic continuará en la búsqueda por el único título que le falta en su palmarés: el oro olímpico.

Nadal hizo su debut en Juegos Olímpico en Atenas 2004 con 18 años, donde compitió junto a Carlos Moyá en la modalidad de dobles masculinos.

Ahora, es su entrenador.

Su camino en singles terminó y Carlos Alcaraz le acompañará en dobles en París.

La sombra que se formaba bajo el sol de la arcilla de la Philippe Chatrier era del mismo tamaño de su legado.