El América está en Semifinales porque el empate global le permitió eliminar a su némesis Pachuca, porque al 90-3’ Julián Quiñones marcó el 1-1 (2-2 global) sobre Pachuca, porque hace tres años hubo un cambio de reglas, coincidentemente, justo luego de un empate ante los Tuzos y que no le benefició a las Águilas.
El América salvó, de milagro, la eliminatoria, por esa distracción de los Tuzos ya en la compensación, cuando Illián Hernández remató de cabeza ante la complacencia de Bryan González y en la que no bastó la gran atajada de Carlos Moreno porque ahí estaba Quiñones para empatar.
Las Águilas no se parecen en nada a ese equipo que arrasó en el torneo, porque los americanistas celebran, a pesar de que Diego Valdés sigue extraviado en su futbol, de que Henry Martín no pesa como antes y de que el técnico André Jardine prefiere habilitar como lateral derecho al zurdo Salvador Reyes antes de meter a Kevin Álvarez.
Hay que remontarse al Clausura 2021, a los Cuartos de Final, cuando un América con más gallardía que el actual empató el global 5-5 y quedó eliminado porque el primer criterio de desempate fue el gol de visitante y no la posición en la tabla.
Después de ese torneo, el reglamento cambió, para que ahora sí lo hecho en Fase Regular tuviera peso.
Hasta antes del gol de Quiñones, el gran villano era Igor Lichnovsky, el jugador cuyo error fue clave para que Pachuca acariciara otro triunfo sobre las Águilas.
Lichnovsky, quien como streamer quiere mañana 50 mil conectados en la Triisecta, dio al 31 un pase en el área de las Águilas tan malo que en lugar de carle a Jonathan dos Santos fue una asistencia de lujo para Oussama Idrissi, quien no perdonó ante Luis Malagón.
Los Tuzos ganaban a pesar de la polémica en acciones anteriores, primero en un codazo de Diego Valdés sobre Bryan González (por una idéntica expulsaron en el Play-In a Nathan Silva) y luego por una plancha de Jonathan dos Santos sobre PedoPedroza.
El Estadio Azteca estaba en silencio, porque si hay un equipo que le tiene tomada la medida al América ese el Pachuca.
Por eso el Coloso reaccionó en verdad hasta que se agregaron ocho minutos de compensación, con la esperanza de que ocurriera el milagro que no se consumó minutos antes con un tiro de larga distancia de Richard Sánchez o en el remate de Henry Martín en el que la pelota pegó en el portero Carlos Moreno tras el rápido achique del guardameta.
Y ese milagro llegó en el rechace que le cayó a Quiñones, para que por fin el América se sacudiera la hegemonía, para soñar con el bicampeonato y ahorrarle a Lichnovsky más críticas de las que de por sí se ganó por su yerro.
Después del conato de bronca tras el silbato final, la afición eufórica cantó “otra Copa, queremos otra Copa”, aunque su equipo debe hacer mucho más si de verdad quiere el bicampeonato.