Una de las imágenes que quedará para el recuerdo no nada más de París 2024 sino en toda la historia de los Juegos Olímpicos es la reverencia en el podio de Simone Biles y Jordan Chiles hacia la campeona en prueba de piso, la brasileña Rebeca Andrade.

La sudamericana se ha ganado el respeto de todo Brasil, del público en las tribunas de la Arena Bercy en París y de sus rivales.

Cuando nombran a Rebeca como la medallista de Oro, Chiles, en complicidad con Biles, se ponen de acuerdo con una sola mirada y le hacen una reverencia a Andrade, que da un paso al frente para subir a lo alto del podio.

Con las manos en alto, Andrade extiende sus manos a las estadounidenses para agradecer el gesto. Doble premio: medalla dorada y reconocimiento de las rivales.

De París, la brasileña se va con ese Oro olímpico en piso. Dos Platas, en salto de caballo y All Around, y un Bronce histórico por equipos, el primero de este tipo para su país, donde ya es estrella.

Tal ha sido el fenómeno de la mayor gimnasta en la historia de Brasil que el Gobierno instauró un Día Nacional para que la población viera competir a la multimedallista olímpica en París.

Con la prueba de piso se dio por terminada la gimnasia artística femenil, donde cientos de brasileñas y brasileños arroparon a Rebeca, la ídola más ganadora de la gimnasia de su país.

Y fue esta imagen la que quedará para la historia de una las máximas premisas de los Juegos: el espíritu olímpico.