Antes de convertirse en medallista paralímpico, Édgar Navarro aprendió a revivir su cuerpo y mente.
Fue hace 30 años cuando un asalto, un disparo y una cama fría de hospital, cambiaron la vida del atleta tricolor, quien ya había planificado el futuro junto a su familia en Nezahualcóyotl, Estado de México.
“Yo adquirí mi discapacidad a los 23 años. Me asaltaron, me dieron un disparo en la espalda y a partir de entonces tengo cuadriplejía. Era un joven con mucho entusiasmo, era trabajador, tenía la intención de hacer mi propia empresa, me estaba yendo bien con mi familia, tenía una vida promedio y me gustaba.
“Hasta que un día no podía mover del cuello hacia abajo y en el hospital me pasaron cosas que me marcaron mucho. Recuerdo un día en el que mi esposa me iba a meter a bañar a la regadera y nos ayudó una enfermera. Me pasaron a una camilla de acero y me dice la enfermera ‘está fría’, me cargan y yo me preparé para una mesa que se iba a sentir fría y cuando me pasaron no sentí nada, y me di cuenta de que mi cuerpo estaba muerto”, comentó el deportista de 53 años.
Edgar ya practicaba varios deportes antes de su accidente, y un día en televisión vio a varias personas con discapacidad competir al máximo nivel en los Juegos Paralímpicos de Atlanta en 1996.
“Cuando estaba en la silla de ruedas, en algún momento vi un programa donde salieron los paralímpicos Saúl Mendoza, Ariadne Hernández, Catalina Rosales y muchos grandes atletas que estaban representando a nuestro País y dije ‘Ah caray, hay deporte en silla de ruedas’ y lo que hice al siguiente día fue buscarlos y ver de qué manera empezar a practicar deporte, no como rehabilitación porque yo quería practicar deporte”, aseguró.
En Atenas 2004, Navarro se colgó la presea de Oro en los 200 metros T51 y el Bronce en la prueba de Maratón y en Río de Janeiro 2016 se agenció la Plata en 400 m T51 y también el Bronce en los 100 m T51, así que la misión será sumar un metal más en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
“Son mis séptimos Juegos Paralímpicos y desde el primero que fue en Sidney en el 2000 siempre he pensado que podría ser el último, no solamente dejo el alma sino que trato de vivirlo intensamente cada momento”, finalizó el paratleta.