CIUDAD DE MÉXICO (Agencias).- Aunque no dieron a conocer ningún acuerdo formal derivado de la reunión que sostuvieron el presidente Andrés Manuel López Obrador y la delegación encabezada por el secretario de Estado Antony Blinken el pasado 27 de diciembre, en los días posteriores al encuentro el gobierno mexicano tomó nuevas medidas en materia migratoria, y Washington anunció la reapertura de cuatro cruces fronterizos en Texas, California y Arizona.


El pasado 29 de diciembre, el gobierno mexicano pactó con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro la reanudación de los vuelos de deportación de ciudadanos de ese país, a cambio de la implementación de nuevos programas sociales, y ayer disolvió la caravana con miles de migrantes que salió de Tapachula el día de Navidad.

Y, todavía ayer, el gobierno de Estados Unidos informó que reanudaría las operaciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) en los cruces de Eagle Pass, Texas; de San Ysidro, en San Diego, California; y de Lukeville y Morley, en Arizona, los cuales estuvieron cerrados por la llegada masiva de migrantes a la frontera sur de Estados Unidos.

Así, a pesar de que la declaración común emitida después del encuentro entre López Obrador y los emisarios del presidente estadunidense Joe Biden no informaba sobre un acuerdo migratorio, estas medidas apuntan al entendimiento al que llegaron las partes: a cambio de que Washington levante las barreras comerciales en la frontera, el gobierno mexicano intensificó sus medidas de contención de la migración.


Como es común en la relación bilateral, y a pesar de las quejas de las organizaciones defensoras de los derechos humanos, el entendimiento en materia migratoria quedó en palabras, mas no en documentos.

Fue el caso en el arranque del sexenio, cuando ambos gobiernos pusieron en marcha el plan “Quédate en México”, que había sido negociado en secreto por el gobierno de Donald Trump con el equipo de Marcelo Ebrard Casaubón durante el periodo de transición.

En junio de 2019, el propio Ebrard viajó a Washington para pactar con el gobierno de Trump un endurecimiento radical de la política antimigrantes de México, bajo la amenaza de que Washington impusiera aranceles a las importaciones de productos mexicanos.

Durante la pandemia de covid-19, el gobierno mexicano y el de Trump pactaron en secreto la devolución automática de migrantes a México bajo el Título 42.

Tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, los gobiernos de ambos países acordaron que las autoridades de Estados Unidos regresarían a México a migrantes de Haití, Cuba, Venezuela y Nicaragua bajo el Título 8.