* Perthes ha condenado “enérgicamente” los ataques “indiscriminados” registrados entre el 24 y el 26 de julio
BRUSELAS.- El jefe de la Misión Integrada de Asistencia para la Transición de la ONU en Sudán (UNITAMS) Volker Perthes, ha mostrado su “grave preocupación” por el impacto de los combates en la región de Darfur entre el Ejército de Sudán y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), declaradas en rebeldía desde que comenzó el conflicto el 15 de abril.
Perthes ha condenado “enérgicamente” los ataques “indiscriminados” registrados entre el 24 y el 26 de julio contra poblaciones civiles e instalaciones públicas por parte de las RSF y las milicias aliadas en la localidad de Sirba, en Darfur Occidental: “Nos solidarizamos con el pueblo de Darfur y seguimos empeñados en lograr una paz y estabilidad duraderas en la región”.
“Estoy alarmado por los informes que indican que se impide que los civiles se vayan a zonas más seguras, lo que provoca numerosas víctimas. Estos datos recuerdan las violaciones cometidas en El Geneina y Darfur Occidental en el mes anterior, en junio”, ha declarado el representante especial del secretario general de la ONU.
Asimismo, ha manifestado que su misión está documentando “todas las violaciones” y ha recordado que estos actos son violaciones graves de los Derechos Humanos y pueden constituir crímenes de guerra. “Les recuerdo a todas las partes involucradas que cumplan con sus obligaciones bajo el Derecho Internacional Humanitario para garantizar la seguridad y protección de todos los civiles”, ha expresado.
Por último, ha instado a las fuerzas involucradas en las hostilidades a poner fin a sus operaciones militares “de inmediato” y ha rogado que reanuden las conversaciones de Yedá, capital de Arabia Saudí.
En Darfur, los enfrenamientos intercomunitarios alimentados por el conflicto abierto entre Ejército y paramilitares está a punto de provocar una catástrofe irreversible. Ante ello, el gobernador de la región, jefe también del Movimiento de Liberación de Sudán, Minni Arko Minawi, pidió a finales de julio a los ciudadanos de la capital, El Fasher, que tomaran las armas para proteger sus propiedades.
Las discrepancias entre el Ejército y las poderosas RSF sobre la constitución de las futuras Fuerzas Armadas acabaron por estallar el 15 de abril con el comienzo de enfrentamientos armados en el centro y en el sur de la capital del país, Jartum, y en la ciudad de Meroe, a 200 kilómetros al norte.
Los combates significaron el colapso de las paralizadas negociaciones para la consecución de un acuerdo de transición política hacia un gobierno civil en el país, sumido en una espiral de caos desde el derrocamiento en 2019 de Omar al Bashir, que gobernó el país con puño de hierro durante 30 años.
La salida del dictador dejó el poder en manos de un gobierno militar que terminó por asumir el control del país tras acusar a las sociedades civiles, instrumentales en la caída de Al Bashir, de haber sido incapaces de lograr un acuerdo de transición donde los militares insistían en tener un papel predominante.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) estima que el conflicto ha causado miles de muertos, más de dos millones de desplazados internos y cientos de miles de refugiados en Egipto, Sudán del Sur y Chad. Sin embargo, el caos es absoluto y las víctimas, imposibles de verificar.