CIUDAD DE MÉXICO — El gobierno de Nicaragua excarceló el domingo al obispo católico Rolando Álvarez, condenado a 26 años de prisión por conspiración y otros delitos, y lo envió en un avión con destino al Vaticano, aseguró el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez.
Durante una misa dominical en Miami, donde vive exiliado desde 2019, Báez dijo que también fueron liberados y expulsados a Roma el obispo Isidoro Mora, 15 sacerdotes y tres seminaristas.
Todos fueron detenidos en diciembre pasado en distintos sitios del país y según el obispo auxiliar ya han aterrizado en un aeropuerto romano.
La información no ha sido confirmada hasta el momento ni por el gobierno del presidente Daniel Ortega ni por el Vaticano.
Báez, que dio la noticia en la iglesia Santa Agatha, mantiene comunicación permanente con Nicaragua desde que salió del país.
Dijo que obtuvo la información de la excarcelación “desde esta mañana, tanto desde Roma como de Washington y desde Managua”.
El obispo Álvarez llevaba 500 días privado de libertad, según Báez, primero en arresto domiciliario y luego encarcelado desde febrero de 2023.
El obispo de Matagalpa, al norte del país, era la voz más crítica de la Iglesia católica que aún permanecía en Nicaragua.
Fue encerrado en la cárcel Modelo de Managua y condenado por “conspiración” propagar noticias falsas, obstrucción de la justicia y desacato a la autoridad, tras negarse a ser deportado a Estados Unidos junto a 222 opositores excarcelados y desterrados hace casi un año.
Como parte de la condena, también se le retiró la nacionalidad nicaragüense.
Previamente estuvo privado de libertad desde agosto de 2022, cuando la policía estableció un cerco en torno a su Diócesis de Matagalpa, a unos 130 kilómetros al norte de Managua.
“Lo cuento con profunda alegría”, señaló el prelado. “La dictadura sandinista criminal de Daniel Ortega no ha podido contra el poder de Dios”, agregó tras asegurar que los religiosos ya aterrizaron en el aeropuerto Fiumicino de Roma “y han sido acogidos por la Santa Sede”.
Báez agregó que todo ocurrió después “de haber orado incesantemente” por la liberación de Álvarez y de los demás religiosos “injustamente secuestrados” desde hace casi un mes.
Con la voz quebrada por la emoción, el obispo agradeció al papa Francisco “por su interés, su cercanía y su cariño por Nicaragua” y a “la eficacia de la diplomacia vaticana”.
El gobierno de Nicaragua ha calificado a la Iglesia como “una mafia” y a los obispos como “demonios con sotana”, después de acusarlos de haber apoyado la rebelión social de 2018, que puso en jaque a la administración sandinista con protestas multitudinarias durante varios meses.
Los principales medios de prensa de Nicaragua difundieron ampliamente la información, señalando que el grupo de desterrados está formado por los dos obispos, 13 sacerdotes y tres seminaristas.
Por su parte el presbítero Uriel Vallejos, párroco de Sébaco (norte) y exiliado en Estados Unidos, informó del destierro muy temprano en su cuenta de X.
“Los Ortega-Murillo, quiere dejar sin sacerdotes a Nicaragua. Otro avión lleno de pastores del pueblo al exilio. Viva Nicaragua libre!! Viva la Iglesia Católica!! Vivan los curas exiliados!! Vivan los exiliados!!”, escribió Vallejos.
La lista de los expulsados de Nicaragua incluye al obispo de Siuna (noreste), a monseñor Isidoro Mora y a varios sacerdotes que son autoridades en la Arquidiócesis de Managua, como los vicarios Silvio Fonseca, Miguel Mántica y Carlos Avilés.
Los demás religiosos desterrados fueron identificados por la prensa como Mykel Monterrey, Héctor Treminio, Pablo Villafranca, Fernando Calero, Marcos Díaz, Raúl Zamora, Gerardo Rodríguez, Ismael Serrano, Jader Hernández y José Gustavo Sandino, así como los seminaristas Alester Sáenz, Tony Palacios y Francisco Odorico Castilblanco.
Ésta es la segunda expulsión de sacerdotes que estaban encarcelados en Nicaragua.
El 18 de octubre pasado, el gobierno de Ortega desterró a 12 curas tras una negociación con el Vaticano, según se informó oficialmente en Managua.
A inicios de este año, el papa Francisco expresó su inquietud por la “preocupante situación de Nicaragua” y por la “crisis que se prolonga desde hace tiempo con dolorosas consecuencias para toda la sociedad nicaragüense, en particular para la Iglesia católica”.
También hizo un llamado a “un diálogo diplomático respetuoso”.