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ACERTIJOS

Domingo de mañana, hacía un calor que pegaba duro, hay que huirle al golpe de calor, aunque las tardes orizabeñas refrescan, porque caen unos aguaceros...

gilberto haaz

Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios. Camelot.

EN LA ESTATUA DE HIPOLITO REYES LARIOS

Domingo de mañana, hacía un calor que pegaba duro, hay que huirle al golpe de calor, aunque las tardes orizabeñas refrescan, porque caen unos aguaceros durísimos, que inundan hasta los corazones, pero el rio de la ciudad lleva sus aguas hasta el rio Blanco, allá por la Cuenca, en la entrada de la YCA, donde existe el primer puente atirantado del país, en La Tinaja. Era de mañana y develarían la estatua de Monseñor Hipólito Reyes Larios, pagada en su totalidad por su familia, a dos años de su fallecimiento, el primer Obispo de Orizaba. La familia se congregaba, buscaban la sombra al pie del edificio, frente al Palacio de Hierro y a un lado de Catedral. El alcalde JM10 llegó puntual, al igual que el Obispo Eduardo Cervantes. Ya estaba la familia, saludé al rector, Luis Reyes Larios, quien comentó a su familia que su padre, Melitón Reyes, un recordado líder sindical de Ciudad Mendoza, guardaba las columnas de este escribiente, o sea, yo mero, y los domingos que comían en casa se las mostraba y alguna les leía a Monseñor, que ya venía de Xalapa. Saludé a la familia, toda gente de bien, mendocinos de gran trabajo pastoral y en la educación y política. Llegó la ceremonia y los discursos, el del alcalde, el obispo y el hermano, Luis. Bellos recuerdos habrán pasado por su mente, al acordarse quizá de su niñez en Mendoza y los curas invitados, al recordar cómo Hipólito les ayudó a ser sacerdotes y uno de ellos, el muy querido Padre Helkyn me comentó que Hipólito lo envió a Roma a la primera especialidad. Ya está con Dios a su lado, y aquí abajo, con nosotros los mortales, viendo con orgullo la develación de su estatua, donde será recordado por cientos y miles que a diario caminan por la calle Madero, frente al Palacio de Hierro y la Catedral. Que Dios lo siga teniendo a su lado y desde allá ore porque le vaya bien a nuestro México y Veracruz.

UN ORGULLO CUENQUEÑO

Se llama Carlos Federico Arias Ortiz. Es un orgullo terrablanquense. Nacido en ese pueblo que no tiene mar, pero si ríos y harto calor, un octubre de 1954, a sus 68 años se consagra día a día como un bioquímico especializado en virus gastrointestinales y rotavirus. Cuando el tiempo del gobernador Fidel Herrera Beltrán, en aquel año incierto de la Influenza (Influencia, le decía Tonicho), cuando la población de Perote culpaba a Granjas Carrol de que sus cochinos habían creado ese virus, que hizo traer a los comisionados de Salud de Naciones Unidas (ONU), porque así comienzan los virus, como el de los chinos tragones que comían murciélagos a las brasas y contagiaron al mundo. Fidel mandó llamar a este paisano, que daba enseñanzas en la UNAM. Allí llegó y lo atendió otro paisano suyo, el doctor Manuel Lila de Arce, del Barrio 2 de abril, que era secretario de Salud de Veracruz. Se fijaron comedores por parte del Ejército Mexicano, donde allí yo mero comí y se comía mejor que en cualquier restaurante de primera, La Parroquia, también puso cafetería móvil gratis para la población. Perote era el ombligo del mundo. La nota envolvió al mundo, año de 2009, llegaron corresponsales de CNN y los enlazaba su estrella, Anderson Cooper, Telemundo, ingleses como la BBC, franceses, se pronosticaba como la primera pandemia del siglo, y nos ocurría en Veracruz. Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mandó todo su equipo de infantería a checar esto. Perote fue la Zona Cero que atacó a niños con una gripa terrible, donde fallecieron algunos, y a uno de ellos lo tenía al borde de la muerte y se salvó y lo llamaron el Niño Milagro, y el gobernador le puso una estatua por allí, en La Gloria, municipio de Perote. Pues este hombre, Carlos Federico, vino a aquietar las aguas y, después de varios estudios, se llegó a la conclusión que los cochinos de Granjas Carrol no habían generado ese virus. Y todo mundo tranquilo y contento. Y comento esto, porque la semana pasada, el Consejo Universitario de la UNAM designó tres nuevos consejeros, entre ellos el terrablanquense Carlos Federico Arias Ortiz. Felicidades.