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ACERTIJOS | COMIENZA ABRIL - Comienza Abril, el mes que la primavera abre la tierra, las flores. Los romanos lo llamaban Aprillis y muchos dicen que es mes bueno, es también el Abril...

Comienza Abril, el mes que la primavera abre la tierra, las flores. Los romanos lo llamaban Aprillis y muchos dicen que es mes bueno, es también el Abril de las Cerezas de los Hermanos Carreón, para abril o para mayo...

Abril es la promesa de que algo nuevo está a punto de florecer. Camelot

COMIENZA ABRIL

Comienza Abril, el mes que la primavera abre la tierra, las flores.

Los romanos lo llamaban Aprillis y muchos dicen que es mes bueno, es también el Abril de las Cerezas de los Hermanos Carreón, para abril o para mayo.

Abril mismo comenzó el béisbol de las grandes ligas o la Gran Carpa, que a muchos subyuga y gusta.

Más ahora que, en CDMX, vinieron los afamados Yankees de Nueva York y mordieron el polvo con los Diablos Rojos del México, culpando a la altura y a todos esos males cuando se juega a 2 mil 240 metros sobre el nivel del mar.

Las bolas deben tener otro peso y los bates también y los lanzamientos ni se diga.

Oiremos de nuevo el clásico del comentarista: No, no, no y no, díganle que no a esa pelota.

Alguien escribió que no hay nada más serio que el béisbol, todo lo que necesitas saber está allí: tiene éxitos y fracasos, momentos de compañerismo y momentos de soledad, y tiene un fin, no un reloj, como en otros deportes, sino tiene un fin.

Y rememoré un escrito mío de aquel viejo parque neoyorkino.

EL CAMPO DE LOS SUEÑOS

El viejo parque apagó las luces el domingo 21 de septiembre. 85 años después, deja atrás historias y leyendas.

Éxitos y derrotas.

Desde aquel abril 18 de 1923, cuando un gordito simpático y aporreador de pelotas bateó el primer home run (jonrón), el mundo de la pelota caliente no volvió a ser el mismo.

Nacía la leyenda de George Herman “Babe” Ruth, un gran pelotero, un gran hombre, un gran americano, como reza su placa allí fija.

Ese estadio que Ruth ayudó a construir con su magia y encanto, cerró sus puertas para siempre, acomodado a la modernidad americana donde les sobra el dinero para hacer uno nuevo al momento que quieran.

Aquel estadio que no solo sirvió para diversión, que fue testigo de una misa de duelo por los caídos del terrorismo del 11-S.

Por ese parque pasearon leyendas como Ruth, Di Maggio, Lou Gehrig, Maris y Mantle, los de la época antigua, los que iniciaron el record de invencibles, del equipo que más Series Mundiales ha ganado sobre la faz de la tierra (27 Series Mundiales).

Nosotros, los que estuvimos pegados al televisor y formamos parte de esa historia, cuando Mariano Martínez acabó con el out 27, fuimos testigos de ese momento que conmovió a una ciudad que, con orgullo, ven desfilar a sus Yankees en cada juego de béisbol.

CITA EN SAMARRA

Había en Bagdad un mercader que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al rato el criado regresó pálido y tembloroso y dijo: ‘señor, cuando estaba en la plaza del mercado una mujer me hizo muecas entre la multitud y cuando me volví pude ver que era la Muerte.

Me miró y me hizo un gesto de amenaza; por eso quiero que me prestes tu caballo para irme de la ciudad y escapar a mi sino. Me iré para Samarra y allí la Muerte no me encontrará’.

El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él y le clavó las espuelas en los flancos huyendo a todo galope.

Después el mercader se fue para la plaza y vio entre la muchedumbre a la Muerte, a quien le preguntó:

¿Por qué amenazaste a mi criado cuando lo viste esta mañana?

No fue un gesto de amenaza, le contestó, sino un impulso de sorpresa.

Me asombró verlo aquí en Bagdad, porque tengo una cita con él esta noche en Samarra.