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ACERTIJOS | EL CLÁSICO BARCA-REAL MADRID - Un amigo que sabe de mi pasión por el Real Madrid, llamó diez minutos antes de que comenzara ese clásico español en la tele, para apostarme una cena. Le acepté el reto, solo que a media apuesta...

Un amigo que sabe de mi pasión por el Real Madrid, llamó diez minutos antes de que comenzara ese clásico español en la tele, para apostarme una cena. Le acepté el reto, solo que a media apuesta. Como en Las Vegas, le detuve, el muy pillín la quería...

EL CLÁSICO BARCA-REAL MADRID

Un amigo que sabe de mi pasión por el Real Madrid, llamó diez minutos antes de que comenzara ese clásico español en la tele, para apostarme una cena.

Le acepté el reto, solo que a media apuesta.

Como en Las Vegas, le detuve, el muy pillín la quería con una botella de Vega Sicilia y le dije nones, mi religión me prohíbe beber vino y mi presupuesto es raquítico y no tengo la lana.

En eso quedamos.

He estado en Madrid y en Barcelona y he visto a ambos dos (Fox dixit) equipos jugar, cada uno en su casa.

En Barcelona un 24 de agosto de 2005 (guardo el tiquet, por eso tengo la fecha fresca) cuando debutó Messi en el Camp Nou, en aquel juego del torneo Joan Gamper contra la Juventus de Italia, y Rafa Márquez lucía su grandeza en esa defensiva.

Fue aquella fecha histórica en que, un día después, cenando con Consuelo, prima de mi esposa Matilde, que vive en esa ciudad catalana, en el Hotel Arts Rafa Márquez lo hacía con su primera esposa, y allí vive una foto que nos tomamos.

Al Real Madrid lo he visto muchas veces.

En el Estadio Bernabéu pagué la novatada un par de ocasiones.

La primera cuando, cuenqueño, novato y cimarrón, llegué a apersonarme en la taquilla y un gilipollas que comía una torta me ofreció dos boletos, decía, casi de quinta fila.

Pues me sacó no me acuerdo cuántos euros y me mandó a gayola, a lo más alto de ese estadio mítico.

Otra.

Cierta vez, con el amigo que me apostó la cena que perdí, viniendo de Toledo, que también es pueblo y nacieron tres culturas, un par de días después jugaba Real y compramos boletos por algunos euros.

Más tarde, cuando descubrí y llegué a playa segura, el Concierge del hotel Liabeny, la Embajada de México en Madrid, el de Salud 3 en Plaza Sol, el gran Pedro, se convirtió en nuestro pasaporte y con él conseguimos buen precio y buena fila.

Sucede que en Madrid algunos compran series de boletos anuales para revenderlos en los hoteles, donde llegamos los turistas.

Una vez vi a Cristiano Ronaldo hacer tres goles al Valencia a escasos metros, hasta el sudor se le veía de tan buenos lugares.

Pero no solo anduvimos en el juego del hombre (Ángel Fernández Dixit), ese tiempo de aquel año (2004) cubríamos, él para su revista propia, y quien esto escribe como corresponsal de guerra de Notiver, El Sol y el Washington Post de Tierra Blanca.

Una mañana -después de haber estado en las dos sedes: el PP (Partido Popular) y el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), donde nos metimos furtivamente de colados y un guardia, cuando nos vio reclamó que cómo joder habíamos entrado, caminando, mi amigo, caminando-, partimos a un mitin de Zapatero a Getafe, el pueblo aledaño a Madrid, el que llaman la ciudad dormitorio de Madrid, pues allí viven la mayoría de obreros que trabajan en la capital, en el tren de Cercanías lo hicimos.

Llegamos tarde, Zapatero ya estaba rodeado de estudiantes de esa Universidad y la entrada fue imposible.

El juego fue lo que se esperaba.

Juego duro, reñido.

Tarcisio Burgnich, futbolista italiano tras perder la final en México 1970, dijo de Pelé:

“Creí que Pelé era de carne y hueso como yo. Estaba equivocado”.

Así habrán pensado algunos de Lionel Messi, cuando los mismos comentaristas decían que no jugaba un gran partido, Messi filtró uno y le hizo tres.

Hay polémica, porque el futbol es así.

España vivía su luto político.

Moría Adolfo Suárez y antes del juego el ceremonial del recuerdo.

Ahora el aeropuerto de Barajas se llamará como ese primer presidente de gobierno de la Transición, un justo homenaje, como lo hicieron con el Charles de Gaulle de París, o el Benito Juárez de México, es mejor el nombre de sus próceres y no tonterías como esas de los gringos que ahora los patrocinan, y son estadio AT&T o Pollos Kentucky, cuando eran Robert F. Kennedy o Martin Luther King.

No me gustó la decisión, el juego daba como para empate.

Los penaltis discutidos, y más discutido es porque ese árbitro gandalla expulsó a Sergio Ramos y no expulsó al que fauleó a Cristiano.

Son dudas que ahí quedan.

Histórico juego.

Hay que agradecer esos juegos, cada avance, cada jugada dejaba sin respirar, como lo escribió Ramón Besa:

“un juego más propio de la Copa de Europa, por cambiante, divertido, cardíaco, repleto de goles y de polémicas decisiones arbitrales, acorde con la trascendencia de la jornada, decisiva para mantener viva la Liga”.

¡Messi guárdate algunos (goles) para el Mundial!, le reclama el diario 'La Voz'.

"No importa cuántas veces jueguen... Siguen dejando sin respiración", apunta The Times.

Perdí la apuesta y ahora a pagar, me persigno porque sé que le gusta comer en Polanco, y en Polanco solo asisten los adinerados.