Y cuando ascendió, parecía un súper estrella. Camelot.

EL ROCK STAR LLAMADO TRUMP

De Donald Trump se pueden escribir muchas cosas, si es sangre-gorda o el me-caes-de-la-patada o el broncudo que llegaba a las cantinas buscando pelea, un camorrero, pues.

Pero lo que no se puede evitar es señalarlo como un verdadero Rockstar, ayer mismo en el Capitolio y en todos los sitios donde era agasajado y venerado, imponía el hombre.

Todos los canales de televisión, hasta Al Jazzera de los árabes, estaban en sintonía, canal que usted picara, canal que aparecía el ascenso al poder del mundo.

Y hubo anécdotas, como esa del sombrero de la esposa, Melanie, que cuando el mismo Trump fue a darle un beso se encontró con que el sombrero era más ancho que los rostros y no pudo llegar a darle un beso de trompita.

Quizá Melanie se lo puso así, para que no le anduvieran dando de besos.

Se recuerda cuando a Carlos Salinas de Gortari, en los tiempos imperiales de la patria priísta, la gente iba al Besamanos en Palacio por el acto que hubiera, lo importante era el pretexto, ser visto, el presidente terminaba con la mano hinchada de tanto saludo de mano, tenían que ponerle antes del acto una venda elástica en esa mano.

Sin olvidar que el saludo de mano obedece a una vieja leyenda.

Una teoría popular sobre el origen del apretón de manos es que comenzó como gesto de paz.

Estrechar la mano demostraba que no sostenías un arma y moverlas arriba y abajo era una forma de asegurarte de que tu compañero no llevaba nada escondido bajo la manga. Así esas cosas.

Otra. El presidente Adolfo Ruiz Cortines, cuando salía de gira le molestaba tantos abrazos de la raza.

Lo evitó cuando cargaba su pachuco sombrero Tardán y al terminar el acto, se lo quitaba y con una mano se lo ponía al pecho, así evitaba que cada saludo fuera un abrazo.

Cosas de las dificultades de la vida de políticos.

En 2015, un grupo de científicos israelíes hizo un experimento.

Grabó apretones de manos entre cientos de personas desconocidas y se dieron cuenta con cierta sorpresa de que casi un cuarto de los participantes se olía las manos después.

Así pues, a nivel biológico, ¿tal vez el apretón de manos se usaba de un modo inconsciente para detectar señales químicas y como medio de comunicación, como hacen algunos animales cuando se huelen unos a otros?

Ahora recomiendan gel o lavárselas, por los canijos virus.

ABACHO BECHO

El beso, un saludo íntimo.

Besarse, aunque sea en la mejilla, es una forma de saludo mucho más íntima, aunque también se usa en el mundo occidental entre desconocidos.

De hecho, lo utilizaron los romanos que tenían tres versiones del beso: el Osculum (beso en la mejilla, típico entre amigos), el Basium (beso en los labios, destinado al esposo o esposa) y el Suavem (beso entre amantes).

El cristianismo incorporó muy pronto este gesto y se usó en ceremonias religiosas. San Pablo, en su Epístola a los romanos, recomendaba a sus seguidores “Saludarse con un beso sagrado”.

O como aquella de Los Churumbeles de España: “Pero un beso de amor, no se lo dan a cualquiera”.