En política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno. Camelot.

HÁGANLE COMO QUIERAN

Anoche el Congreso de los senadores, dilucidaba si Rosario Piedra, hija de la legendaria, Rosario Ibarra de Piedra, que toda su vida buscó a su hijo desaparecido en aquella guerra de la Liga 23 de septiembre, cuando los comunistas intentaban tomar el poder y se atrevieron, entre ellos Jesús, el hijo de Rosario, a ir por el empresario más picudo del país, don Eugenio Garza Sada, a quien al intentar secuestrarlo terminaron por matarlo a tiros en Monterrey.

El hijo de esa señora fue uno de ellos. Javier Coello Trejo, el abogado que le llamaron alguna vez abogado del diablo, escribió un libro llamado El Fiscal de Hierro.

Allí toca el tema: “Javier Coello Trejo, hace revelaciones durísimas sobre la mal llamada guerra sucia, como por ejemplo que Jesús Piedra Ibarra no está desaparecido sino muerto por haber asesinado al empresario Eugenio Garza Sada en septiembre de 1973 cuando el líder empresarial de Nuevo León que habían secuestrado, iba a ser intercambiado por guerrilleros.

Dos meses después el hijo de Rosario Ibarra de Piedra fue abatido en Monterrey durante un enfrentamiento con la policía.

De ello fue informada la madre, con pruebas, por Oscar Flores Sánchez, el procurador general de la República en el sexenio de José López Portillo.

“La señora nunca contó esto, en virtud de que la muerte de su hijo fue su bandera para alcanzar todo lo que posteriormente logró y que es públicamente conocido” dice el autor.

El hecho ocurrido hace casi medio siglo llega hasta nuestros días porque la familia de Jesús Piedra Ibarra ha tenido en este sexenio sus mayores logros: la señora Rosario, recientemente fallecida, fue premiada por el Senado de la República con la medalla Belisario Domínguez, recibida por su hija Rosario Piedra Ibarra, presidenta ni más ni menos que de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en donde por cierto no ha hecho absolutamente nada en los temas de feminicidios o en los crímenes contra críticos y periodistas.

Y el tema se renovó porque ayer Morena y sus 87 senadores -en una lucha de poder, dicen, entre el expresidente y la presidenta, que ganó el tabasqueño-, la ratificaron por otros cinco años como presidenta de esa Comisión de Derechos Humanos, sin importar que fuera la menos preparada de la terna.

Mayorías son mayorías, diría Kamalucas, un filósofo de mi pueblo.