Cuando la muerte pisa su huerto. Camelot.

LA MUERTE DE LUIS ANTONIO PEREZ FRAGA

Dictaba como podía a sus hijos, y siempre mantuvo la fidelidad con sus lectores, que le veían sufrir cada día cuando las quimioterapias lo atacaban, para salvarle la vida.

Extrañaba a su amada compañera, Dorita, fallecida tenía poco tiempo, llevaba la carga de levantar a los hijos y por ellos luchaba y no se rendía. No pudo más.

La lucha de esa flama se apagó y ya está con el Señor, abriendo las puertas del cielo, que es dónde seguro debe estar. Lo despido con un responso de Elizabeth Fraye.

“No te pares en mi tumba a llorar. No estoy ahí. Yo no duermo. Soy los mil vientos que soplan. Soy los destellos de diamante en la nieve. Soy la luz del sol sobre el maduro grano. Soy la suave lluvia de otoño cuando despiertes en la mañana silenciosa. Soy la rápida y estimulante carrera de tranquilos pájaros que vuelan en círculos. Soy las estrellas suaves que brillan por la noche. No te pares en mi tumba a llorar. No estoy ahí. Yo no morí”.

Descansa en paz, querido amigo.

EL AMIGO QUE PERDIÓ SU CÁMARA

Ahora que está de moda Paris, por las olimpiadas, alguna vez, presumo, de esos varios viajes que hice a Paris, ocurrió un sobresalto a mi amigo, José Luis Rico, el amigo que no es rico.

Sucede que antes de partir de vuelta a casa, y comer en el afamado Au Pied de Cochon, que es famoso por sus chamorros y que nada tiene que ver con los de doña Lupita aquí en Veracruz, en El Kuinito de Costa Azul 114, entre Mar de Arabia y Mar Báltico, donde son más baratos y sabrosos y no se pagan en euros, al irnos tomamos un taxi y Rico perdió su cámara fotográfica, donde llevaba todas sus fotos, aun no se usaba el celular que ahora son cámaras fotográficas.

Por más que buscó se le cayó en el taxi, esa noche, como ya íbamos de regreso nos trepamos a un auto y fuimos al Trocadero, para tomarse una foto de la torre Eiffel.

El Trocadero es el mejor sitio donde se ve la torre y allí hasta Adolf Hitler llegó una vez con su staff de malosos, entre ellos uno que no era maloso, el arquitecto Albert Speer, maravillados veían París y así la quería el Führer, transformar Berlín milenario en un Paris con todo lo que tenían y tienen.

Hoy las olimpiadas honran los sitios icónicos y muchos eventos allí se juegan, teniendo como fondo Tullerías y Louvre y la Torre, donde abajo pusieron arena y allí juegan el volibol playero, como lo juegan en Veracruz en su malecón pegado a Boca del Río.

Oh Paris.