Cada viaje es una oportunidad para descubrir algo nuevo y sorprendente. Camelot.
LA ULTIMA Y NOS VAMOS
Suelto la última columna madrileña, hago un recuento de mis pocos días que por aquí anduve y andé, diría el clásico. A lo que veníamos se cumplió bien, ver al mejor equipo del mundo, Real Madrid, fenomenal porque verlos hacer 5 goles en un juego, es para admirarse. El estadio va de lujo, les faltan las zonas de baños y restaurantes pero ahí va.
CON RAFA FUSTER
Era una noche friolenta.
Suelo tomar mi café nocturno en el Europa, cerca del hotel donde me hospedo.
Hace unos días recibí una llamada de alguien que aquí vive, era Rafael Fuster Pérez, después de los saludos hacíamos el plan de comer o tomar un café con este hombre, un veracruzano muy conocido socialmente, con muchos amigos, empresario que un tiempo tuvo el negocio de la recolección de basura en el puerto.
Amigo de muchísima gente, entre ellos mi hermano Enrique.
Pues llegó el tiempo que nos tomamos un café, junto a doña Mary Ross y comenzamos a rememorar los tiempos jarochos y los personajes.
Desde los sociales hasta los políticos, repasando desde Dante a Fidel y Yunes y todos aquellos que han gobernado, vamos hasta de Morales Lechuga salió al tema.
Amigo del esposo de Rocío Nahle, tiene cuatro años que vive en Madrid y dice, con todo y que tiene casa en Miami, que no cambia Madrid por ninguna ciudad, como aquel que no cambiaba por un trono su barrera de sol, cuando toreaba Silverio Pérez, según cantó Agustín Lara, aquí hay una calidad de vida de primera, una seguridad extraordinaria, servicios de salud inigualables, le dije que me constaba porque un día caí al hospital de la reina Sofía y me atendieron de una colitis de primera, y no me cobraron nada, que fue lo mejor.
Llegaron mis nietos, que se habían ido a comer una pizza y Chicharito y el piloto Fer saludaron a ambos.
Fue una buena plática de remembranzas y actualidades.
De cómo vemos Veracruz, y de cómo un Covid no lo dejó ir a su tierra en momentos dolorosos.
Pero aquí está listo y quedamos que en mi próximo viaje me hace una tour de buenos lugares, porque, es cierto, yo nada más conozco los mismos de siempre y él tiene una gama de buenos restaurantes, porque aquí vive. Fue un gusto saludar a ambos.
LAS DE MARCO POLO O LO QUÉ VE EL QUE VIVE
Decía Marco Polo, que ese sí sabía viajar, que el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos.
Recorrí Madrid que ya suelo presumir conocerla, me subo a su Metro y autobús, si fui conociendo una lista de precios para comparar los de los países.
Traje a mis dos nietos, uno de 19 y otro de 13 y la pasamos bien, aprendieron algo que les enseñó el abuelo y yo aprendí de ellos a manejar mejor mi teléfono celular, pues ellos son magos en esas cosas de la tecnología, y oírles platicar sus temas de las escuelas te transporta a otro mundo olvidado, me falta traer al otro, Luan, pero está chico y ya les dije a estos dos granujas, que si la vida no me ayuda, que ellos lo traigan acá un día y lo lleven a ver al Real Madrid, porque seguro se queda como su equipo favorito y a los sitios donde recorrimos, los lugares dónde pasarla bien.
Como dijo un día Jacobo, se hace lo que se puede, traté de plasmar los sitios por dónde caminé, aquí se camina mucho, es una ciudad muy peatonal y bella, La Gran Vía como nuestra Reforma de México, y lugares recónditos donde se ve la grandeza de este pueblo.
Intenté escribir cómo podía, por las noches le gano al sueño un par de horas y comienzo a hacer mi columna para los diarios y redes sociales y a diario en mi Facebook viñetas por dónde anduve.
Dejo España dividida, convulsionada por la Amnistía a los catalanes, con un presidente que se reeligió pero con un congreso dividido, las dos Españas de nuevo, como en tiempos peligrosos de la Guerra Civil, aunque ahora sin armas, solo la verborrea.
Como escribió en el diario El País, la extraordinaria columnista, Luz Sánchez Mellado:
“Cierto es que el país ha cambiado y que con estos bueyes hay que ararlo”.
La pasamos bien, fueron pocos días, pero buenos, como dijo alguna vez Marco Polo:
“Y eso que no les conté ni la mitad de lo que vi”.