*La vida es como una estación de tren, la gente va y viene todo el tiempo, pero los que esperan el tren contigo son los que vale la pena mantenerlo en él. Camelot.

LOS VIAJES FERROCARRILEROS


Los países se construyeron y avanzaron gracias a las redes ferroviarias. Todos, los de Europa y el mundo.

En Estados Unidos, España y Japón le dan una importancia a sus trenes, lo mismo de carga que de pasajeros.

Con los de carga, evitan que miles y miles de camiones circulen con el peligro de nuestras carreteras.

Aquí ocurrió que cuando los grandes monopolios de transportistas, los Hank y los Alcántara y amigos que les acompañaban, comenzaron a bloquear el ferrocarril y la carga que venía en ella era robada, abrían las cajas para que uno dejara de utilizar el ferrocarril, que era barato y eficiente.

Y se fueron a la burguer, diría un chamaco leperón. Los ferrocarriles mexicanos son tan viejos que, desde el tiempo de Antonio López de Santa Ana (1842), ordenó una red ferroviaria de Perote, tierra de Pepe Yunes, a Veracruz, en seis años avanzaron poco pero luego llegó don Porfis, ese que muchos repudian y con los orizabeños, la familia de Antonio y Manuel Escandón los ferrocarriles brillaron en el país.

Todavía uno recuerda treparse al tren que salía de Veracruz a Buenavista en México y traía camarotes y carro para cenar y llegar a las 7 o 9 de la mañana.

A ese me subí una vez, al igual que al Regiomontano, otra vez que fuimos de México a Monterrey para cruzar a Mc Allen, al shopping.

LAS RUTAS DEL PORFIRIATO

Se ignora cómo correrán las nuevas 7 rutas, entre ellas la México-Veracruz-Coatzacoalcos, que el presidente AMLO envía decreto, y se ignora a quién las concesionará, porque nuevas líneas y tendidos ferroviarios no se van a hacer, necesitarían 20 años, y si se van en la de los de carga, aquello será como trenes totoloteros, lentos y malos.

Soy de tierra ferrocarrilera, Tierra Blanca, donde todos alguna vez trabajaron allí, era un punto neurálgico del país, con talleres y casa redonda, con el poderío de sus máquinas y su gente y maquinistas y trabajadores de oficinas, alguna vez emproblemados como cuando llegó Demetrio Vallejo y Valentín Campa, en los tiempos que se enfrentaron al presidente López Mateos con una huelga, yo mero los vi caminar por esas calles y parecían gigantes, una multitud los seguía porque eran de esa clase de dirigentes honestos.

Que ya se extinguieron. Hacia 1884, ya se lograba la conexión entre México y Estados Unidos a través del «Paso del Norte».

Para 1910, antes del estallido de la Revolución, México contaba con una extensa red de aproximadamente 20,000 kilómetros de rieles ferroviarios.

Uno se admira de subirse a los trenes de Alta Velocidad de España o Japón o el mismo Amtrak, que el presidente Biden ya ordenó meterle dinero, pues se están quedando rezagados, con todo y que tienen las dos más bellas terminales ferrocarrileras del mundo, la de Washington y Nueva York, la Unión Station y la Grand Central Station, que te deja en el mero Manhattan, cerca del Madison Square Garden, ese viaje que realicé de Washington a Nueva York en tren, que cuestan el boleto unos 500 pesos en un viaje de casi tres horas.

Vi también, solo por fuera la terminal de Berlín y La Gare en París, pero me he subido a los AVE (Acrónimo de Alta Velocidad Española) y recorrí Madrid-Córdoba y Sevilla en 2 horas y pico y debe valer unos 12.20 hasta 36 euros, dependiendo dónde quieras ir si en primera o segunda.

Traen carros comedores donde, a pie te echas un pincho o un vinillo de Jerez o una caña, como le dicen ellos a la chela.

He estado en Atocha, porque desde ahí se toman los trenes madrileños y también puedes ir a los que se llaman de Cercanías.

Son tan famosos esos trenes, que el mismo rey en el exilio, don Juan Carlos, llegó a vender a sus amigos los árabes, trenes AVE para que allá los ensabanados supieran lo que es bueno.

Bien presidente AMLO, ya no hay tiempo para que en su gobierno se vean venir, pero dejó sentadas las bases para que los militares, que ahora son los grandes constructores del país, comiencen a fijar rutas y hagan cosas buenas, como el Felipe Ángeles, que es buen aeropuerto pero no se paran ni las moscas, y el de CDMX está para llorar.