Las balas del odio. Camelot.


EL ATENTADO A CIRO


Hoy el comunicador Ciro Gómez Leyva, debía estar cumpliendo su cabo de años, es decir, recordar un año de su muerte, porque precisamente hace un año, al salir del noticiero nocturno, un grupo de delincuentes bien organizados, aunque un poco mal despistados, porque no sabían que la camioneta que llevaba el conductor, sin escoltas ni guaruras, era blindada, otorgada por su patrón, Olegario Vázquez Aldir, dueño de los hospitales y la cadena Imagen TV.

El tirador tiró bien, iban directo a la cabeza del comunicador. En principio se sospechó del poder, porque Ciro había recibido sendas reprimendas desde Palacio, por ser un comunicador incómodo, pero el presidente pronto se deslindó:

“Pudo ser un auto atentado, no porque él se lo haya fabricado sino porque alguien lo hizo para afectarnos a nosotros”.

Carlos Marín, de Milenio, escribió de ello:

“Solo en el último mes a López Obrador le he contado seis fregadazos a Ciro. Recurrí a quien hace marcaje personal al presidente, Luis Estrada, director de SPIN, y me sorprendí todavía más: en el año que hoy se cumple del ataque, López Obrador ha injuriado 190 veces a Ciro. Y en lo que va de su gobierno lo ha buleado en 270 ocasiones”

Ciro desde ese día vive otra vida, voltea para todos lados y debe vivir con el prurito de quién y por qué te mandó a matar.

Era lógica, por su trabajo de comunicador. Cuando aquí en CDMX con la fiscala carnala, que no quieren ratificar, el caso no avanzaba, Ciro se fue a la Fiscalía General en los delitos contra comunicadores, y allí le dieron un poco de velocidad.

En Estados Unidos detuvieron al ‘patrón’, el que dirigió el atentado, pero se sospecha que ese no es el autor intelectual, había que buscarlo con lupa, como Sherlock Holmes.

Detenido en Estados Unidos, ese hombre no cantará, está curtido entre la maluria para que hable y argumenta que tampoco quiere que lo extraditen, porque si viene a México lo mataban, quizá el mismo o los mismos que lo contrataron.

AQUELLAS INCIDENCIAS

Ciro, que sigue preguntándose en el canal de su noticiero qué ha pasado y nada avanza.

Quizá le toque alguna vez ir a Estados Unidos o a cárcel mexicana, a platicar con el patrón, para que al oído le diga quien lo intentó asesinar.

Como lo hizo Juan Pablo Segundo, quien a los dos años de estar encarcelado el turco Ali Agca, a quien otorgó el perdón como buen cristiano, dos años después en una cárcel romana el Papa fue a verlo y durante veinte minutos, casi al oído el turco le dijo quién y quiénes lo habían contratado.

Nunca trascendió porque el Papa no hablo, pero todo estaba muy claro que habían sido los rusos de la antigua Unión Soviética, porque maldecían la hora que el Papa polaco llegó a desbaratarles esa Unión y a tirar el Muro de Berlín y romper ese comunismo atroz, que ahora Putin fortalece.

El otro caso de esos crímenes sin resolver, fue el del hijo de Bobby Kennedy, que hace apenas como un año visitó en la cárcel a Sirhan Sirhan, el asesino del senador Robert Kennedy.

Bobby habló que no creía que hubiera un solo tirador, que allí hubo un complot y lo comprobó cuando se reunió con el asesino del hotel Ambassador de Los Ángeles, California, cuando esas balas interrumpieron la carrera hacia la presidencia de Estados Unidos, donde iba a la cabeza.

Quizá hayan sido los mismo que liquidaron a su hermano, el presidente.

Aunque el hijo dice que fue un guardia de seguridad contratado por el hotel días antes, quien odiaba a su papá por los derechos civiles a los negros.

Quien no ha mordido el anzuelo, y se lo han propuesto muchas veces, es Luis Donaldo Colosio Riojas, a quien algunas gentes sugirieron ir a ver al criminal confeso, Mario Aburto a la cárcel, para que le diga la verdad de Lomas Taurinas, pero el hijo se ha negado.