De Julio Cortázar: “Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”.
PEREGRINA/AQUEL ROMANCE
“Por la tarde había llovido, y al cruzar por la barriada del suburbio de San Sebastián, la vegetación y la tierra recién humedecidas por el aguacero exhalaban esa penetrante fragancia que le es peculiar en tales casos. Íbamos en el auto.
Alma aspiró profundamente aquel perfume y dijo: “Qué bien huele”, y yo, por gastarle una galantería le replique: “Si huele porque usted pasa.
Las flores silvestres se abren para perfumarla”.
Felipe Carrillo Puerto dijo al punto: “Eso se lo vas a decir a Alma en una poesía”.
“No, le repliqué yo, se lo diré en una canción”.
Y en efecto, esa misma noche hice la letra y al siguiente día vi a Ricardo Palmerín y se la entregué para que le pusiera la música. Así nació Peregrina”.
Este texto histórico, cursi y meloso lleno de fragancias en flor, es un testimonio de una de las historias que se cuentan musicalmente de aquel idilio entre el gobernador yucateco, Felipe Carrillo Puerto, y la periodista norteamericana de The New York Times, Alma Reed, en una canción yucateca que sobrevive al paso de los años.
Un amor que sirvió para que el poeta Luis Rosado Vega compusiera la legendaria canción, con letra de Palmerín.
Dirán ustedes que ahora ando en la Trova Yucateca.
No, ocurrió porque en mesa contertulia, unos terrablanquense platicábamos el pasado fin de semana de la historia de esa canción.
Y me fui a hurgar en busca de cómo había nacido.
A qué hora, en qué lugar.
El idilio y el romance fueron de antología.
No hay canción más hermosa para alguien que venía de tierras lejanas, como una peregrina que dejaba sus lugares, los abetos y la nieve virginal.
Ella, de labios purpurinos y radiante cabellera, como el sol.
Él, un político de aquel tiempo (1922), primer gobernador socialista de Yucatán, que se enamoró y fue inmortalizado en una canción yucateca.
Se conocieron en una entrevista.
Alma llamaba a Carrillo Puerto el ‘Lincoln mexicano’. Divorciado, preparaba su boda con la periodista cuando, en las revueltas de la revolución, fue fusilado por sus opositores.
Comenzaba a escribirse y cantarse una historia de amor.
Alma nunca se casó.
Murió un 20 de noviembre, fecha simbólica para nosotros por la Revolución, y aquello, como en cuento de hadas con final infeliz, terminó.