El político que cambió el rumbo de la Segunda Guerra Mundial. Camelot
Winston Churchill,
A Winston Churchill le han llamado el estadista más importante del siglo XX, y el británico más grande de todos los tiempos.
Sin él, seguramente la geografía del mundo hoy fuera otra.
Él como De Gaulle, héroes de guerra, fueron echados del cargo en cuanto eso se acabó, para corroborar aquello que citó Hegel:
"El pueblo es aquella parte del Estado que no sabe lo que quiere".
Winston, diez años después dimitió con tristeza como Primer Ministro.
Era monárquico por excelencia y estoy seguro que gracias a él esa monarquía sobrevivió, cuando el tapete de reyes y reinas cambió en plena Segunda Guerra Mundial.
Cuando murió Hitler, dijo:
"Bien, debo decir que ha hecho bien en morir así".
Winston Churchill, el inglés cachetón del puro y héroe de la Segunda Guerra Mundial, en sus horas de nostalgia y de tristeza le daba por lanzar frases que al paso del tiempo se convirtieron en célebres, vino a mi memoria porque hace nada vi la cinta La Tempestad, donde se eleva a la cúspide de esa nación que un día fue Imperio, que ha tenido reyes y reinas y Parlamento, y tiene la friolera de 900 años que ningún país extranjero la invade.
Hitler estuvo a unos pasos, pero no se atrevió.
Quizá temió encontrarse con el agente 007, James Bond.
Dos frases de Churchill lo retratan.
Una) habló de la democracia:
“La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, a excepción de los demás”.
Dos) ésta descubrió al alvaradeño que todos llevamos dentro. Cuando todo le criticaban y nada le salía, el gordis soltó esta perla:
“Quien habla mal a mis espaldas sólo mi culo contempla”.
La flema inglesa en el mejor vocabulario que se encuentre.
Otra anécdota:
Sucedió en el Parlamento inglés. Fue durante uno de los discursos de Churchill en el que una diputada de la oposición, pidió la palabra.
Todos sabían que a Churchill no le gustaba que interrumpiesen sus discursos. Pero la palabra le fue dada a la diputada y ella dijo en alto y buen tono:
- Sr. Ministro, si Vuestra Excelencia fuese mi marido, yo pondría veneno en su café.
Churchill, con mucha calma, se quitó los lentes, y en aquel silencio en el que todos estaban esperando la respuesta exclamó:
- Y si yo fuese su marido, me tomaba ese café.
DE GAULLE Y CHURCHILL
Cuando Charles de Gaulle discutía con Churchill acerca de cierta operación militar, el francés notó cómo Churchill hacía demasiado hincapié en los costos de la operación, y en que no era financieramente rentable.
Esto exasperó al general de Gaulle, quien dijo:
- Ustedes los ingleses solamente pelean por el dinero, deberían aprender de nosotros los franceses, que luchamos por el honor y la dignidad.
Sir Winston replicó, bastante calmado:
- Bueno, cada quien pelea por lo que le hace falta.