
El arte de negociar
FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Cuando mamá me entregó el paquete de libros y útiles escolares obligatorios para el tercer año de primaria, me enteré que incluía un libro editado por Guerrero Hermanos Sucesores que se llamaba diccionario, y que en él estaban todas las palabras que nuestra lengua conocía.
Desde luego que no era cierto.
Tampoco era sorpresa; lo esperábamos todos.
Lo que es indudable es que yo, como luego supe muchos de mis compañeros de salón, me lancé a ver si en el pequeño libro aquel estaba la palabra culo.
En efecto, ahí estaba y reza todavía así: “culo m. (eso quiere decir masculino) las nalgas.”
Así de fácil.
No ha cambiado mucho la definición en estos años.
La Real Academia de la Lengua nuestra amplía lo que quiere decir culo: “conjunto de las dos nalgas”.
La segunda acepción dice que es “en algunos animales, zona carnosa que rodea el ano”.
En lengua inglesa la autoridad suprema es el diccionario Oxford, cuya primera edición es de 1884.
En el inglés antiguo, dice el diccionario, la palabra ass se refiere a un mamífero equino domesticado, esto es un asno, siguiendo la raíz latina de asinus.
A partir de 1672 se le comenzó a llamar ass al trasero de las personas.
A nuestro culo, vamos.
El más antiguo pero menos rico diccionario Merriam Webster, de 1828, se reduce a mencionar al ass como borrico.
Viene todo esto a cuento porque el martes en Washington, en una reunión con sus compinches republicanos del Congreso, el presidente Donald Trump presumió del éxito que su política arancelaria está teniendo en todo el mundo.
“They are kissing my ass...they are dying to make a deal....I´ll do anything, Sir..”
Por si se escapó algún término, lo que Trump dijo de los países castigados por los aranceles es: “me están besando el culo; se mueren por lograr un acuerdo.
Haré cualquier cosa, señor”.
Besar el culo, como usted lo entendió, es una forma poco elegante de decir que están lamiendo las botas para obtener clemencia.
Cualquiera que se haya tomado la molestia de leer alguna de mis columnas sabe que la pudibundez o el decoro verbal no es lo mío, y que no me espanto ante las llamadas malas palabras.
Claro, yo no soy el Presidente de los Estados Unidos.
Ni lo mande Dior.
Si, como estoy casi cierto, la intención de las frases fue humillar aún más a los gobernantes de ciento y pico de países cuya economía depende de su comercio con los Estados Unidos, y por tanto tienen que aguantar la ofensa que venga, Trump se anotó un gran punto.
Es el arte de negociar de Donald Trump.
En el gremio de los jugadores, Trump es de los que apuesta fuerte y con riesgo, para ganar mucho.
China, y en mucho menor medida algunos países europeos -Italia ya se formó en la fila- no se doblegarán tan fácilmente.
China ya dijo que nanay.
La paciencia oriental está en su ADN, además de que China posee la mayor parte de la deuda externa norteamericana.
Los demás, los que tenemos mucho que perder, andamos en eso: besando traseros.
Que diga, culos rollizos y teñidos de rubio.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas):
Apenas hace un par de días, un señor que tiene cara de gente decente pero que es el secretario de Salud del cuatrote, le dijo a López-Dóriga que el abasto de medicinas en México está asegurado.
Ayer, en el mismo programa, me enteré de que TODAS las compras de medicinas para este año y el que viene han sido canceladas porque se descubrió sobreprecios y corrupción.
Birmex es una empresa del gobierno del cuatrote que se encarga de comprar las medicinas.
Si hay corrupción, ya tienen su paradero.