LA HORA DEL MASIOSARE
FÉLIX CORTÉS CAMARILLO
Por ahí en donde hoy se encuentra el bellísimo Palacio de las Bellas Artes de la Ciudad de México estuvo un tiempo el Teatro Nacional, que luego fue mandado derruir por don Porfirio para hacer el emblemático elefante de mármol en la Ciudad de México que tantos edificios le debe a la dictadura de Díaz y que no pudo inaugurar en 1936.
El 15 de septiembre de 1854 en ese mismo Teatro Nacional se estrenó el himno nacional mexicano en presencia del presidente Antonio López de Santa Anna.
Era lógica su presencia; él había convocado al concurso para música y letra de un himo nacional, que es el que cantamos fragmentado desde entonces, aunque sea oficialmente nuestro himno sólo desde 1943 por decreto de Ávila Camacho.
Cabe decir que los ganadores del concurso tenían raigambre española. Jaime Nunó, el de la música, fue un catalán nacido en San Juan de las Abadesas, Gerona.
Francisco de Paula González Bocanegra fue un poeta potosino.Él, con su familia fueron expulsados del México independiente como muchos españoles en 1827.
Regresó y, dice la leyenda que su prima y esposa, conociendo la convocatoria para el himno nacional, lo encerró con llave y no lo dejó salir hasta que por debajo de la puerta deslizó el original de su canto.Murió solo y de una mezcla de tisis y tifoidea a los 37 años en la capital.
Por naturaleza, la mayoría de los himnos nacionales son bélicos.
El más famoso, la Marsellesa, convoca a las armas a los ciudadanos, a formar sus batallones “para que la sangre impura riegue nuestros surcos” Los ingleses le piden a Dios que salve a su Rey (o reina, según sea el caso), mientras el himno español no tiene letra.
Los rusos, que durante la vida de la URSS cantaron el himno de los comunistas “la internacional”, no acaban de adoptar una letra sobre la grandeza de su tierra con una música muy parecida al God Save The King.
Los gringos le cantan a su bandera y el hogar de los libres y los bravos, como si fueran equipos de beisbol.
Todos los himnos latinoamericanos son belicosos. Va muy bien con la vocación demagógica y populista de los dictadores bananeros.
Sólo así se entiende la pregunta, sembrada obviamente por sus propagandistas, que le hicieron a la señora presidente Sheinbaum uno de los paleros que disfrazan de reporteros con gafete y todo:
¿está el Ejército Mexicano preparado para enfrentar une invasión militar norteamericana?
Y aquí entra el legendario masiosare, que sirve lo mismo para un barrido que para un planchado: No va a suceder, pero si se avientan los marines y los soldados, nosotros tenemos el himno nacional, dijo doña Claudia campechanamente.
Por aquello de que a México el cielo le dio un solado en cada hijo.
De esos que recibirán un sepelio de honor, a cambio de ponerle a la Patria un sombrerito de laurel victorioso.
A dos meses de distancia ya podría ser seria, señora Presidente.
A esas tonterías, como lo del estado 51 para Canadá, ya nos tiene acostumbrados Trump.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (mientras se aclara si son peras o son frutos de los mismos olmos de antes):
Más le vale a la presidente encontar los huesos con los que va a premiar a los infames gobernadores de Vercruz hasta la semana pasada y de Sinaloa todavía.
Tienen que ser huesos grandes, a juzgar por la deuda que el cuatrote tiene con elllos. Se van a acabar las embajadas jugosas.
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