La cultura no es negocio
Miguel Molina
A ver. Nunca olvidaré la declaración de don Agustín Acosta Lagunes cuando le preguntaron qué pensaba hacer con el canal 4+.
Primero preguntó cuánto ganaba el canal. Le dijeron que nada, porque era – y tal vez todavía es – un canal cultural.
El gobernador respondió con una frase lapidaria que no he podido confirmar: la cultura no es negocio.
Pero hay quienes piensan que sí, o que – cuando menos – la cultura debería ser negocio.
Y quizá sí, aunque en este caso el negocio sea enriquecer las vidas de la gente a cambio del apoyo financiero para crear algo que ninguna otra rama de la cosa pública puede ofrecer.
No es poca cosa. La vida sería un asunto pobre y aburrido sin teatro, sin música, sin danza, sin pintura, sin literatura, sin poesía, sin los medios para involucrar a la sociedad en el proceso creativo, ya sea para que participe de manera directa, o como el público que ve y oye y disfruta y aprende lo que ese proceso produce.
No hay pierde.
Por eso preocupa la decisión de la gobernadora Rocío Nahle de "optimizar recursos y fortalecer la promoción" de Veracruz en el país y en el mundo.
Porque la actividad cultural y el turismo son criaturas distintas y sirven a diferentes amos.
Si la idea es fortalecer la promoción del estado, habría que ver cuáles son los planes oficiales para fomentar el turismo a partir de la cultura.
Por desgracia, han pasado cien días sin que se sepa cuál es la estrategia de turismo ni cuáles son los proyectos culturales del gobierno.
Parece que no hay nada, o al menos no se sabe nada.
Fusionar las secretarías de Cultura y de Turismo contribuiría crear más confusión y menos presupuesto.
Hace años, cuando Xalapa era considerada como la Atenas veracruzana, la creación artística en todos los niveles atraía público y creadores de otras partes del país y del mundo.
Ahora es notable el hecho de que la producción cultural sigue viva pese a la falta de recursos del Estado, y no gracias al apoyo oficial.
Ahora se toman decisiones de escritorio, sin consultar a quienes han mantenido la creación artística y conservado los acervos pese a todo.
La imagen de los artesanos durmiendo en el suelo del centro cultural Atarazanas de Veracruz – donde participaron en la expo venta Amor y amistad por un consumo solidario – dice más que mil programas y mil discursos.
A fin de cuentas, fundir turismo y cultura en una secretaría no servirá de mucho porque quienes están al frente de turismo y de cultura no sirven de mucho.
Si acaso, este asunto será un ejercicio de ajuste presupuestal y administrativo para privilegiar al turismo. La cultura, como ya sabemos, no es negocio.
Desde el balcón
Uno sale al balcón – otro balcón – y mira la tarde en las montañas – otras montañas –, y deja que la malta de siempre se entibie en la copa, y sabe que el gobierno de Veracruz, que predica cosas que no está dispuesto a practicar, no le ha pagado a don Justino Reyes los salarios que la secretaría de Educación le debe desde hace diecisiete años, casi tres sexenios, ni va a investigar los muchos casos documentados de fraude al erario con empresas fantasma.
Uno toma un trago largo de malta, y sabe que así es porque así ha sido y así será. Más allá tiritan, azules, los astros a lo lejos, como dijo un poeta, en esta hora que es casi de noche y casi no es de día, como dijo otro.