EL ENGAÑO


Luis Antonio Pérez Fraga
 
Veo con incredulidad y sorpresa la candidez e inocencia de los llamados partidos de “oposición”, pues el presidente López Obrador juega con ellos como si fuera un gato con una bola de estambre, pues los partidos han caído en todas y cada una de las trampas que les ha tendido, ya que el presidente es un viejo lobo de mar, astuto y zorro en la política como muy pocos quedan hoy en México, por ello lanzó sus 20 reformas y todos los partidos políticos han caído en la trampa de estar hablando de ellas. 


Estuve en la política 25 años activo, diario y a fondo, conocí todos sus secretos, sus vericuetos, sus verdades y falsedades, sus lealtades y traiciones.

Llegué a ser dirigente seccional, municipal, estatal y nacional de los jóvenes del PRI, que era el partido donde había que militar a fuerza pues si no, no tenías futuro alguno político en ese entonces.

Presidente del PRI en el puerto, premio nacional de la juventud y llegué a ser el diputado federal más joven de México a los 24 años de edad, también coordinador general de tres campañas de tres gobernadores (de Mariano Palacios Alcocer, PRI, en Querétaro, de Fernando Gutiérrez Barrios, PRI, en Veracruz y de Dante Delgado Rannauro, Convergencia -hoy MC- en Veracruz).

Conocí tanto la política, que quedé asqueado y renuncié a ella cuando tenía 41 años de edad, algo raro y muy pocas veces visto en la política de México, ya que estaba en la plenitud de mi trayectoria y carrera, pero quedé tan desencantado de los partidos y sobre todo ¡de los nuevos políticos!

Que decidí retirarme absolutamente de toda militancia en alguno de ellos hace ya 20 años. 

Por lo anterior, es que entiendo perfectamente y veo con claridad lo que muchos neo-políticos no ven, que esas 20 reformas expuestas por el presidente sólo son una jugada política, ya que son un distractor e instrumento de campaña.

18 de las 20 son constitucionales, y obviamente Morena no tiene la mayoría para aprobarlas, lo único que tendría que hacer la oposición es votar en contra en su momento… y punto. 

El presidente está consciente de ello por supuesto, pues sabe perfectamente que no se las aprobarán, pero su intención no es que pasen o se aprueben, su interés nunca ha sido ese, sino sólo el de desviar la atención de los graves problemas nacionales que están hoy en boca de todos los mexicanos y en la opinión pública como son: el grave problema de inseguridad que estamos viviendo ¡como nunca en el país!

Y el de salud, que continúa agravándose más cada día con la saturación en los hospitales públicos, por falta de mantenimiento y la falta de medicinas oncológicas para niños y adultos, así como para enfermedades neurológicas o mentales y muchas más.
 
La segunda razón de “las reformas” es para darles sustancia y discurso a todos los candidatos de Morena, ya que su campaña la basarán en dichas reformas, por ejemplo, quién no cae con el señuelo de que quiere que las pensiones sean al 100% del salario de los trabajadores al jubilarse, cosa que no sucede ni en Estados Unidos, ni en Europa, vaya ni en ¡Dinamarca!

Pues ningún país podría soportar la carga fiscal que equivaldría a casi la mitad del PIB para sostener tremenda utopía, anunció que habrá un fondo “semilla” de 64,000 millones para respaldar esta iniciativa, pero las pensiones en México equivalen a ¡6 BILLONES DE PESOS!

O sea, como mil veces eso y que saldrían de las ganancias del Tren Maya, de Mexicana de Aviación y de la refinería (¿Cuáles ganancias?) y del Instituto para Robarle al Pueblo lo Devuelto…

Nooo ¡Perdón!

Del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, después matizó diciendo que sólo sería hasta un tope, a los que ganan hasta $17,000 al mes, cuando solo el 33% de la población podrá tener derecho a jubilación pues más del 60 % de la población se mantiene en la economía informal.
 
Es claro que la intencionalidad política va a redituar frutos en las campañas electorales a todos los candidatos de Morena y va a evidenciar a los de la llamada “oposición” que se opongan al “bienestar” de la población general al votar en contra de dichas reformas, que son solamente un señuelo y un gran engaño para la mayoría de la población que no es informada y que se deja llevar sólo por las cabezas de las noticias o por las mañaneras. 

Lo único que tiene que hacer la oposición en México, es no caer en el juego, esperarse a que lleguen las reformas al congreso y una vez que se turnen a la tribuna en la cámara de diputados, que es la cámara receptora primaria, no inscribirse ¡absolutamente nadie! a debatir el tema, que solitos lo expongan, y al no haber ninguna intervención más, la secretaría de la cámara debe de preguntar al congreso: ¿hay algún otro diputado que se quiera inscribir o pasar a tribuna? y nadie debe de pasar de la oposición, entonces el secretario debe de preguntar al pleno: ¿Se encuentra suficientemente discutida la propuesta de reforma?

Y como ya nadie va a hablar se va a rechazar de inmediato, y van a pasar rápido todas las propuestas, y no a perdurar en la opinión pública dos o tres meses como pretende el presidente para llegar a las elecciones. 

Otros que han caído en el juego son los medios masivos de comunicación, que después de la vapuleada que les ha dado llamándolos chayoteros, lambiscones, corruptos, etcétera, etcétera, etcétera, ahora están haciendo foros para analizar las reformas y llevan a expertos para analizar cada una de ellas provocando el debate nacional, que es la intencionalidad, precisamente, del presidente, en lugar de hablar lo que podría representar votos para los opositores como son, repito, los dos graves problemas nacionales que enfrenta la nación y que Morena ha sido… incapaz de resolver.

P.D.- “EL POEMA A LA COSA

- Dice don Juan de la cosa que una “cosa” es una “cosa” y otra “cosa” es otra “cosa”, pero que una “cosa” y otra “cosa” son todas la misma “cosa”

¿Y QUÉ ES LA “COSA”?

“Cosa” es, posiblemente, la palabra más usada del idioma castellano. La “cosa” puede ser objetiva o subjetiva, abstracta o concreta.

Pero ya sea una “cosa” o la otra, la “cosa” es que la “cosa”, identifica, explica o se aplica a cualquier “cosa”. 

- *Doctor*: Bueno, usted dirá qué cosa le trae por acá.

- *Paciente*: Pues la cosa, es que, desde hace un tiempo a esta parte, al levantarme por las mañanas siento una cosa rara, una cosa fea, así como si todas las cosas me dieran vueltas en la cabeza.

- *Doctor*: ¿Y qué tiempo hace que viene usted padeciendo eso ...???

- *Paciente*: Hará cosa de un mes …

- *Doctor*: ¿Ha tomado Ud. alguna cosa para lo que siente …???

- *Paciente*: La verdad doctor, es que me han recomendado mil cosas, pero yo no hago caso a todas las cosas que me dice la gente.

- *Doctor*: Bueno, pues en primer término le diré que a mí me gusta ser muy claro en mis cosas... Esa cosa que usted está experimentando, es una cosa que le suele pasar a las personas de edad avanzada como Ud. Y lo peor de la cosa es que para este tipo de cosas no se ha inventado todavía ninguna cosa. 

- *Paciente*: ¿entonces la cosa es seria?

- *Doctor*: No hay duda que requiere atención. Yo le recomiendo tres cosas: la primera, es que tome Ud. las cosas con calma. La segunda cosa que le aconsejo, es que no vaya Ud. a hacer ninguna locura. La tercera cosa es que quiero que se tome esto que le estoy recetando por una semana. Si en ese lapso de tiempo Ud. nota que la cosa no mejora, vuelva para ver qué otra cosa podemos indicarle, porque tenemos que evitar que esto degenere en otra cosa peor, porque entonces sí que la cosa se pondría más difícil.

- *Paciente*: Muy bien, doctor. Y ahora, quisiera Ud. decirme ¿Cuánto va a costarme esta *cosa*?

- *Doctor*:  Mire, hable con mi secretaria que es la que se ocupa de esas cosas. 

Jajajaja.
 
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