Primer foro del FAM

Por Sergio González Levet

Lo que hay que especificar antes que otra cosa es que el primer encuentro de los tres aspirantes del Frente Amplio por México fue un foro, no un debate.


Y por eso los ciudadanos que buscan la emoción, la adrenalina, el encontronazo en los eventos políticos se pudieron haber sentido defraudados ante el espectáculo de tres contendientes que se trataron con amabilidad y que en abierto repasaron todas y cada una de las reglas del Manual de urbanidad y buenas maneras que el diplomático venezolano don Manuel Antonio Carreño nos regaló en 1853 para que tuvieran un código que seguir todos los que piensan que la educación y la civilidad en el trato son indispensables para la vida en sociedad.


Así que ayer en el foro de Durango no hubo golpes entre Beatriz Paredes, Santiago Creel y Xóchitl Gálvez; no hubo arañones ni señalamientos de uno para otro o de dos para uno o una. Cada cual fue a lo suyo y los tres se dedicaron a dar a conocer sus ideas más generales respecto de lo que piensan sobre los derechos humanos y la seguridad.


Los moderadores, Juan Manuel Jiménez y Ana Lucía Medina, hicieron su papel, cumplieron como profesionales, y ya.


Quienes quieren ver estas reuniones como una competencia podrán decir que Santiago Creel no levanta en su afán de despertar emociones; trae un discurso bien elaborado, sus ideas son buenas, pero no prende. Beatriz Paredes hace su mejor esfuerzo para ponerse por encima de sus oponentes y utiliza las mejores armas y las formas del tradicional discurso priista, efectivo pero obsoleto. Y Xóchitl no inventa el hilo negro porque sabe que su mensaje pegó como nadie se imaginaba y la catapultó al alto sitial que tiene en la simpatía popular; por eso no se sale del guion tan exitoso.


Dicho todo lo anterior, hay que reconocer al revés y al derecho (o sea reconocer y reconocer) que los foros van a ser espectáculos pobres, aburridos tal vez para la gran masa que quiere sangre entre los tres peleadores y que va a querer también que haya mandoblazos en contra del adversario mayor, que desde Palacio Nacional observará preocupado cada uno de esos encuentros.


Tal vez en lo anecdótico se podría apuntar cómo Beatriz y Santiago de alguna manera están dirigidos a pegarle a la rival más fuerte. Se mencionaron entre ellos, se abrazaron al final y dejaron a Xóchitl un poco al garete durante unos segundos. Pero la senadora panista permaneció como la favorita.

En esta segunda ocasión no perdió un ápice de su preeminencia como la aspirante con mayores ventajas para darle la batalla al aparato de Estado que arropa y arropará a Claudia Sheinbaum.
Fue un foro, no un debate, y todo siguió igual. Faltan cuatro.

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