Las marchas
Por Sergio González Levet
Fueron en todo el país, En más de cien ciudades de México y en una veintena del extranjero.
Las marchas por la democracia dieron el aviso al régimen y a la Cuarta Transformación de cómo va a estar el próximo 2 de junio, cuando perderán las elecciones porque la historia no perdona.
Vamos con algunas:
1. Esplendor en el cemento.
Es un sentimiento indescriptible, desgarrador y al mismo tiempo lleno de esperanza, oír a 700 mil gargantas gritar al unísono:
“Narco-presidente, narco-presidente”, o exigir con fuerza: “Fue-ra López, fue-ra López”.
Porque esos fueron los ciudadanos que se juntaron ayer en el Zócalo de la CdMx (o 15 mil, si los contamos con los ojos tutupiches de Martí Batres) para defender la democracia.
No fueron acarreados, no fueron obligados, no fueron llevados en autobuses y entorilados entre vallas para que parecieran más.
Desde su Palacio ocupado, el Patriarca no pudo dejar de escuchar el clamor y por más que quiso poner oídos de puerco a los chillidos de carnicero (no me equivoqué al escribir, es que intenté un tropo), la voz del pueblo le llegó a él, que se siente el pueblo encarnado.
Claro, se enojó y mucho. Le tocó esta vez a Beatriz, a los hijos que estaban ahí, a Chucho -su perro fiel-, a los militares que lo acompañaban.
“A ver, ¿por qué no pueden contener a los conservadores, a los fifís, a los comprados por Claudio X, a los acarreados por los neoliberales?”
Y se metió a preparar los insultos para la mañanera del lunes.
2. La marcha de los paraguas.
El maestro Juan Schuster Fonseca la definió así, limpiamente, frente a Palacio de Gobierno en Xalapa, abrigado abajo de una carpa negra.
La lluvia pertinaz había causado desde temprano de ese domingo el júbilo de los amigos de Cuitláhuac y de los seguidores de Rocío.
“No va a ir nadie a la marcha”, “Son puros viejitos y les va a dar miedo pescar un catarro”, “Los xalapeños le tienen aversión a la lluvia”.
Alborozados, los gobiernistas veían la Plaza Lerdo con unas 500 personas resguardadas por paraguas (¿quién no tiene una sombrilla en Xalapa?), que empezaban a hacer su mitin en defensa de la democracia, del voto libre.
Y de pronto la vorágine: desde la Avenida Ávila Camacho llegó la marcha de miles que no quisieron quedarse secos y se aventuraron a la neblina para decir su verdad, para gritar su exigencia:
“Nuestra democracia no se toca”.
3. A los jarochos, lo que el viento a Juárez.
En la concentración del Veracruz-Boca se notaron dos cosas: que a los jarochos el norte no los espanta y por eso salieron por miles a cantar sus consignas tan bien dichas, tan dichosas.
El alma musical de Agustín Lara pervive y por eso ellos no caminan, medio bailan, y no gritan sino cantan.
El mensaje en el Puerto es que la oriunda de Río Grande, Zac., y su sueño de ser gobernadora no va a ser posible porque no supo entrar al alma veracruzana y menos acercarse a este pueblo llenó de genio, alegría y amor a su modo.
4. En todo México resonó la voz de los que no han sido comprados, de las mujeres y los hombres libres, de los profetas del cambio.
Y el señor no la escuchó, para su desgracia.
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