Por Andrés Timoteo
ES LO QUE HAY
Buscando aparentar que tiene autoridad política, en días pasados el juchiqueco Marlon Ramírez ‘destapó’ a los priistas que pretende para el 2024. Los enumeró en el siguiente orden: Héctor Yunes Landa, José Yunes Zorrilla, Ana Guadalupe Ingram Vallines, Lorena Piñón Rivera, Juan Manuel Díez Francos y Cirilo Vázquez Parisi.
Ese sexteto demuestra lo famélica que está las ‘caballada’ del priismo en Veracruz. Ramírez alardea que son “mujeres y hombres con mucha trayectoria”, pero en realidad son puros ‘cartuchos quemados’, personajes ligados a la fidelidad y al duartismo, aunque lo nieguen ahora. Algunos prófugos del panismo y casi todos perdedores por antonomasia en los terrenos electorales.
Los únicos que se salvan, por decirlo de alguna manera y solo la cuestión del fracasado comicial, son Vázquez Parisi y Díez Francos que fincaron un cacicazgo político-electoral en Cosoleacaque y Orizaba donde llevan años sin perder una elección, y han acaparado los ayuntamientos y diputaciones para ellos, sus familiares o incondicionales en la última década, en el caso de cosoleacaqueño, y desde hace veinte años, respecto al orizabeño.
Son activos priistas, sí, pero muy regionales. Mandan en sus aldeas, no tienen proyección estatal. Vaya, y eso que son los menos criticables en dicho partido. Yunes Landa ya perdió en el 2016 y Yunes Zorrilla lo hizo en el 2018. Ambos aportaron, en su momento, el peor resultado electoral del tricolor.
Ingram es de la parcela de Javier Duarte mientras que Piñón Rivera de la cuadra del impresentable Alejandro Moreno, el dirigente nacional. No se trata de discriminación por género, pero ninguna le haría competencia al candidato o candidata del oficialismo en Veracruz. Su pasó por la política es azaroso y anecdótico. Los cuatro varones tampoco son competitivos frente al morenismo avasallador.
El dirigente priista -a fuerzas porque estatutariamente usurpa el cargo partidista- Ramírez Marín ofrece esas seis cartas precarias en la mesa de negociaciones de la posible alianza con el PAN y el PRD porque no tiene más. No supo o no quiso o no pudo construir liderazgos y perfiles para el 2024.
Recurrir a esos seis es irse con la inercia de la mediocridad política: es lo que hay, dirían los abarroteros. Y sí, es lo que ofrece el PRI, lo que tiene, y con los que perderán si en la coalición opositora los aceptan. Aporta, además, el desplome del PRI como marca electoral.
¿Cuántos votos le daría a una alianza opositora? En el 2018, el tricolor recaudó 528 mil y en los comicios municipales del 2021 solo alcanzó 366 mil sufragios. Ahora mismo, según las estimaciones más optimistas de quienes se ocupan de las proyecciones electorales, el priismo veracruzano apenas obtendría entre 160 mil y 200 mil votos para el 2024.
Pero más allá de los numerales están las -buenas- formas. El que presenta ese sexteto de aspirantes y ofrece una expectativa raquítica de sufragios es, para completar la avería, un líder cuestionado, espurio en su estancia partidista, sin operatividad electoral que se antoje eficiente y, de pilón, sin autoridad sobre sus militantes. Ahora mismo, ¿quién le hace caso al juchiqueco Ramírez?, ¿quién lo obedece al interior del PRI? Afuera menos.
El priismo veracruzano está en el callejón de la amargura con tal dirigente y tales precandidatos, por lo que el panismo en la entidad deberá apurarse a buscar coaligarse con Movimiento Ciudadano que a estas alturas tiene mejores expectativas para el 2024 si no quiere repetir los fracasos del 2018 y 2021.
Ah y por cierto, Ramírez Marín sigue defendiendo a Javier Duarte al que describe como “ni víctima ni villano” y lamenta que esté en prisión. ¿No es villano ni merece la cárcel?, ¿y los 40 mil millones de pesos que se robó?, ¿y las 4 mil 500 ‘ejecuciones’ del crimen organizado?, ¿y los miles de desaparecidos?, ¿y los 19 periodistas asesinados ?, ¿y las 300 fosas clandestinas?, ¿y los 600 mil pobres nuevos pobres? Todo eso generado o facilitado en su sexenio. ¿Con esa exculpación y negación les pedirá el voto a los veracruzanos?
Y EL ‘NO HAY-NO HAY’
En el solar morenista también lo hay. Ahora que los jalapeños propusieron una salida salomónica a la diatriba por la tala de árboles y la construcción de un puente vehícular sobre la avenida Lázaro Cárdenas que es la consulta popular, que el pueblo sea el que decida si quiere o no la obra y el ecocidio, el alcalde Ricardo Ahued cantinfleó.
¿Se acuerdan del ‘No hay-No hay’, aquel personaje negligente y despreocupado que interpretaba el humorista Héctor Suárez? Pues así el edil jalapeño que les dijo a los peticionarios que los iba a escuchar, pero que disentía de su posición y sobre organizar el plebiscito pues simplemente “no hay, no hay”. Nada, el ‘pueblo bueno’ no debe opinar. Si no puede organizar una consulta ciudadana, ¿entonces para que lo pusieron allí como representante popular?
Es una oprobiosa contradicción en un individuo que durante la campaña electoral prometió escuchar y obedecer a los ciudadanos, concederles audiencias cada semana y gobernar priorizando el beneficio colectivo. “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, repetía en cada mitin del 2021 imitando la retórica juarista del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.
Ahora le niega el derecho de opinar sobre la obra pública y la preservación ecológica. No resuelve nada, está empecinado en respaldar las planchas de cemento y el afán deforestante del gobernante estatal, Cuitláhuac García. De paso busca sacudirse de culpas acusando a otros de la ira de los ciudadanos hacia su desempeño público.
Recientemente dispuso de cartularistas para atacar a su predecesor, Hipólito Rodríguez, y a la exsíndica y actual diputada federal, Ivonne Cisneros, agitando temas viejos que nada tienen que ver con el exterminio de árboles ni la protesta ciudadana. El hidalguense invierte en distractores pues ya no sabe cómo desembarazarse del baldón ecocida ni a quién ‘cargarle el muerto’. Son todos menos yo, grita a través de sus publicistas.
*Envoyé depuis Paris, France.