Por Andrés Timoteo

INTIFADA SIN FIN

“¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, su casa quedará desolada”,
dijo el profeta Jesús hace dos mil años, según el evangelista Mateo. Y se cumplen sus palabras que muchos consideran una maldición: la gente de la zona está en guerra permanente.

Jesús era palestino, aunque las interpretaciones históricas, algunas forzadas, lo ubican como judío. Pero vivió en suelo palestino, hoy bajo las bombas asesinas. También Israel esta bajo fuego desde el viernes. No es una guerra nueva, tiene siglos, aunque su furor moderno arrancó con la creación del estado de Israel en 1948 y cuando este comenzó a invadir al pueblo vecino para apropiarse de su territorio.

Es difícil fijar una postura. Apoyar al gobierno israelí sin reparar en sus crímenes de lesa humanidad – ha asesinado a miles en Cisjordania y la Franja de Gaza- o justificar al grupo Hamas que inició el ataque del viernes y que ha sido señalado como organización terrorista, es caer en la imprudencia ya que ambos son genocidas.

Hoy mismo se vive en Medio Oriente otra intifada, palabra que en árabe significa agitar, pero que en el contexto de la defensa del territorio invadido se interpreta como una guerrilla legítima. El motor de todas las intifadas son los jóvenes, los que siempre han protagonizado las revoluciones en la historia.

Oficialmente se habla de dos intifadas desde los años 80 y que se estaría en la tercera desde el viernes pasado, aunque en realidad son varias. La primera fue en 1987 y se llamó la “guerra de las piedras” pues a diferencia del poderoso Israel, Palestina no tiene recursos ni armamento sofisticado, pero aún así resiste, se subleva, combate y busca expulsar a los arribistas. Su saldo fue de 3 mil 400 muertos -3 mil 200 palestinos y 200 israelíes-.

La segunda intifada se dio en el año 2000 y dejó 6 mil fallecidos -5 mil palestinos y mil israelíes-. En el 2008 fue “Plomo fundido” y en el 2012 “Pilares defensivos” amas con un millar de fallecidos, todos palestinos. En el 2015 fue la “intifada de los cuchillos” y duró varios años, pero no se trató de ataques masivos sino dispersos, ejecutados por los llamados ‘lobos solitarios’ o sea atacantes que actúan solos.

Su consigna era matar a los invasores de uno en uno, de la forma que sea, con explosivos manuales, pistolas o cuchillos. En los dos años siguientes perecieron 236 palestinos y 34 israelíes. Pero esta intifada es ‘sui géneris’ por ser permanente y ataques en solitario siguen vigentes, y a cada uno el gobierno de Israel responde bombardeando el territorio palestino, casi a diario.

La sexta intifada se dio en el 2017 y se llamó “Viernes de furia” pues comenzó el 8 de diciembre, un viernes igual que en este 2023, y fue a raíz de que Estados Unidos reconoció a Jerusalén como la capital de Israel a pesar de que la Ciudad Santa tenía un estatus neutral por ser compartida por árabes y judíos, de ahí que Tel Aviv era la sede de los poderes israelíes.

La séptima intifada tuvo el nombre de “Guardián de los muros” y fue en el 2021 con saldo de 4 mil 200 palestinos muertos. Entonces, el actual ataque sería la octava intifada. Cálculos más y cálculos menos, y nombres inquietantes y extremistas, pero el resumen de esa lista es la carnicería permanente.

RESES DE AYER

Israel no es un pueblo inocente, está repitiendo con los palestinos el exterminio que los nazis hicieron con ellos en la Segunda Guerra Mundial. Esta reflexión es delicada porque provoca molestia en los pro-semitas, pero cada año las fuerzas israelíes matan entre 350 y 400 palestinos, más de uno por día. ¿No es eso un genocidio?

Han habido masacres terribles cometidas contra el pueblo palestino, al menos una decena desde los años cincuenta. El pueblo palestino es hoy lo que el pueblo judío fue en el Holocausto. Tampoco hay que caer en el dicho fácil de que Hamas es sinónimo del pueblo palestino. Sí, sus métodos son de guerrilla, pero también los de las organizaciones terroristas que asesinan inocentes.

Las víctimas genuinas en esta nueva intifada son palestinos comunes -entre ellos mujeres, niños y ancianos- abatidos por las balas y misiles judíos. Víctimas también los civiles israelíes asesinados o secuestrados sin tener nada que ver con la milicia ni el gobierno del matarife Benjamín Netanyahu. Pero la cuota de sangre se eleva del lado árabe.

Hablar de los judíos siempre es problemático, se repite, y en lo personal – se ofrecen disculpas al lector por el atrevimiento de exponer una vivencia del redactor – en Francia he perdido a un par de amigos descendientes de judíos por expresar esta postura: que los papeles están invertidos pues los israelíes son los nazis del presente por invadir, expulsar y exterminar a sus vecinos. Reses ayer, carniceros hoy. Se tenía que decir y se dijo.

Otras víctimas de esta nueva intifada, que se inició cuando se cumplían 50 años del comienzo de la Guerra de Yom Kipur, el 6 de octubre de 1973 que dejó 30 mil muertos -7 mil judíos y 23 mil de los países árabes, principalmente Egipto y Siria-, son los extranjeros asesinados y plagiados por Hamas, entre ellos varios latinoamericanos. Hasta ayer se hablaba de dos mexicanos.

Por supuesto que esta es una intifada con percepción global por las víctimas multinacionales y las repercusiones en todo el orbe. Si ya con la guerra en Ucrania se tenía un efecto mundial, sobre todo en Europa, ahora se suma está nueva calamidad que generará mayor inestabilidad en la región y afectaciones en lontananza.

De entrada ya está el impacto por la pérdida de vidas, pero habrá más tragedia con la migración en tropel porque miles huirán de Gaza y Cisjordania, las crisis de refugiados en las naciones que los reciban así como hambrunas y epidemias. Además el riesgo de que a la escalada bélica se sumen otros países o más grupos terroristas. Es la guerra de nunca acabar, la desolación sin fin profetizada.

*Envoyé depuis Paris, France.