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TEXTO IRREVERENTE -ELOÍSA Y ABELARDO

Cinco siglos antes de que William Shakespeare publicara la historia de Romeo y Julieta -en 1597-, ya en el París de la Edad Media se contaba una tragedia similar y además verídica, la de Héloïse y Pierre Abélard que vivieron entre los años 1079 y 1164.

Por Andrés Timoteo

ELOÍSA Y ABELARDO

Cinco siglos antes de que William Shakespeare publicara la historia de Romeo y Julieta -en 1597-, ya en el París de la Edad Media se contaba una tragedia similar y además verídica, la de Héloïse y Pierre Abélard que vivieron entre los años 1079 y 1164.

A los 16 años, ella se enamora de él que era su maestro, un clérigo de 38. Se casaron en secreto y huyeron a Inglaterra donde nació su único hijo, Austrolabio, aunque murió siendo bebé.

El poderoso obispo Fulberto de Chartres, tío de la muchacha, anuló el matrimonio y los persiguió hasta su destierro obligándolos a regresar a Francia. Abelardo fue castrado y condenado a vivir como fraile en el monasterio de Saint-Denis y a Eloísa la hizo jurar votos como monja de claustro perpetuo.

Ella llegó a ser abadesa del Convento de Paracleto donde murió. Curiosa coincidencia, ambos fallecieron a los 63 años, Abelardo en 1142 y Eloísa en 1164.

Nunca más se volvieron a ver, pero no dejaron de amarse y de escribirse cartas secretas en las que se juraban amor más allá de lo físico y del tiempo terrenal.

Algunas de sus misivas todavía se conservan. Por las mismas, la abadesa es considerada una de las escritoras medievales más populares. Pues bien, los supuestos restos de la pareja reposan en el cementerio parisino de Père La Chaise.

Este panteón fue nombrado así por el jesuita François d'Aix de La Chaise, confesor de Luis XIV, el Rey Sol, y es uno de los tres cementerios civiles de París más visitados y repletos de leyendas.

Una es la de esos amantes medievales. Se dice que si los enamorados derraman lágrimas sobre esa tumba se 'vacunan' para que el suyo no sea un amor prohibido ni trágico como el de Eloísa y Abelardo.

Pero el propio sepulcro es un mito genial ya que la pareja no se encuentra allí, sus tumbas están vacías. El traslado de sus restos fue una estrategia de 'marketing' implementada en el siglo XIX cuando se abrió el cementerio debido a que nadie quería ser enterrado allí.

En aquel entonces el panteón se hallaba en los limites de la ciudad y no tenía gente ilustre sepultada, entonces tampoco se obtenía el prestigio de compartir el suelo mortuorio con los afamados de la época.

Por eso se engañó a los parisinos haciéndoles creer que los célebres enamorados iban a ser inhumados en el nuevo cementerio. No fueron los únicos difuntos-estrella de esa campaña publicitaria -y falaz- pues también se hizo lo mismo con Molière y Jean de La Fontaine, sacrosantos de la literatura gala.

Sus tumbas también están vacías y como se refirió en el texto anterior, los despojos del fabulista De la Fontaine habrían terminado en las Catacumbas de París, perdidos entre los seis millones de esqueletos que allí están apilados.

FROTAR EL BULTO
Allí, en Père La Chaise, también está la tumba de Víctor Noir, un periodista que fue asesinado a tiros por el príncipe Pierre Bonaparte en 1870.

La lapida tiene una escultura yacente elaborada por Jules Dalou que recrea a Noir tendido, como si estuviera durmiendo, y con la entrepierna abultada para representar que el difunto estaba bien dotado.

La leyenda cuenta que si una mujer frota con su mano el área genital tendrá el lívido suficiente para derretir a mil amantes y además será muy fértil. Se tuvo que vallar la tumba pues el "bulto" de la efigie de bronce ya estaba descolorido de tanto manoseo.

La 'gota que derramó el vaso" fue el espectáculo necrofílico protagonizado por la actriz porno Dita Von Tesse en el 2021 cuando realizó una sesión de fotos eróticas usando lencería y montada sobre los genitales de la escultura.

Igualmente en Père La Chaise están los sepulcros del cantante estadounidense Jim Morrison, vigilado para que los fanáticos no vayan a emborracharse y drogarse en su honor, y del escritor inglés Oscar Wilde que tiene la efigie de un ángel volando que algunos dicen que es un demonio alado.

Al mismo se le colocó una valla de vidrio para impedir que la gente bese la tumba y deje marcado el pintalabios pues el mito reza que quien lo haga puede vivir eternamente como el protagonista de la novela "El retrato de Dorian Gray".

El mausoleo en forma de dolmen del escritor Allan Kardec, fundador de la filosofía espiritista, está rodeado permanentemente de flores.

En vida, Kardec contó que en una sesión espiritista un sacerdote celta le profetizó que si se visitaba su sepulcro y se besaba el busto que ahí colocarían, los dioses druidas concederían cualquier deseo. La condición es que una vez cumplido tal deseo, el beneficiario debe depositar un ramo de flores en la tumba.

La del naturalista Antoine Parmentir está rodeada de plantas de papa pues él introdujo el tubérculo en la gastronomía francesa, y en la de Marcel Proust la gente deposita magdalenas -el pan de repostería que en México se conoce como 'mantecadas'- en homenaje a la Tía Léonie, una de las protagonistas de su obra "En busca del tiempo perdido", quien mojaba esos pastelillos en té.

VAMPIROS Y ZOMBIS
Este cementerio parisino es uno de los más vampíricos de Europa. Se cuenta que ahí -y no en Transilvania- está oculta la tumba de Drácula, y si de noche se sigue el vuelo de catorce murciélagos se llegará hasta donde reposa Vlad III de Valaquia, el bebedor de sangre.

Allí también hay un zombi.

Es el poeta belga Georges Rodenbach cuya escultura lo muestra saliendo de la tumba. Así lo vislumbró antes de morir, que resucitaría entre los muertos.

El mausoleo de la condesa rusa Alexandrovna Stroganoff-Dominoff tiene una leyenda certificada ante notario: quien logre pasar junto al mismo todas las noches de cualquier otoño recibirá parte de su fortuna de cientos de miles de euros.

Ninguno ha superado el reto, todos salen huyendo presas del miedo.

Dicen que se les aparece el fantasma de la difunta sonriéndoles e intentándolos arrastrar al interior de la cripta.

Aunque ya se prohibió pernoctar en esa tumba, la administración del cementerio sigue recibiendo peticiones para hacerlo.

Y desde 1818, cuando sepultaron a la aristócrata, nadie ha podido cobrar la herencia.

*Envoyé depuis Paris, France.