Por Andrés Timoteo

OBSESIVA OBSESIÓN

Era una tendencia que tenía que documentarse en una sociedad que se dice democrática y en la cual el feminismo está en auge. Algunos analistas ya la habían reportado, pero ahora una organización de prestigio la expone por primera vez: el gobernante en turno de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez tiene una obsesión por atacar a mujeres.

Lo denuncia Artículo 19, la agrupación defensora de periodistas que cita que en los últimos meses al menos seis mujeres dedicadas a la comunicación han sido blanco de embestidas directas de García Jiménez tanto verbales como judiciales. Y tal comportamiento no lo reproduce con los reporteros varones.

A las periodistas veracruzanas, señala Artículo 19, “se les ha estigmatizado a no sólo por su labor sino por su género, ya que las señala de aferradas y provocadoras realizándoles comentarios misóginos”. Por este tipo de agresiones, “algunas se han visto obligadas a no asistir más a las conferencias de prensa del gobernador, pues en varias ocasiones las deja con la mano levantada y no les da la palabra”.

“Algunas han sido bloqueadas de las redes sociales del mandatario tras incidentes con él, han enfrentado despidos de diversos medios debido a los cuestionamientos que le realizan durante sus entrevistas o trabajan de forma anónima en sus medios para no recibir agresiones por sus investigaciones”.

Los desplantes, ataques y descalificaciones de García Jiménez también las replican otros funcionarios públicos, además de la utilización de la Fiscalía estatal para perseguir a las que le son más incómodas, acota.

¿Por qué el mandatario estatal no se enfrenta del mismo modo y en el mismo tono con periodistas hombres? Eso lo tendrán que responder los sicólogos. A ellos se les deberá consultar para esclarecer la obsesiva obsesión -como diría el maestro Luis Velázquez – de García Jiménez en contra de las mujeres periodistas. Pero las comunicadores no son las únicas, lo que sucede en el gremio reporteril es apenas una muestra.

Ya se ha citado que al menos una docena de mujeres ha estado bajo metralla verbal, judicial y política del gobernante, estén o no dedicadas a la actividad pública, cuestionen a su administración o sean simplemente víctimas de la violencia criminal. Las difama, las criminaliza, las denigra, les inventa delitos y echa andar su maquinaria mediática -léase sus comunicadores a sueldo – para enlodarlas y justificar las circunstancias que padecen.

El caso más reciente -y que lo tiene guisándose en salsa picante – es la libertad que obtuvo la jueza Angélica Sánchez gracias a la intervención de los jueces federales que echaron abajo el tinglado de la Fiscalía y los jueces cuitlahuistas. Sánchez Hernández es hoy, quizás, la mujer más atacada por García Jimenez, y eso ya es enorme viendo la lista de todas las féminas que han recibido agresiones del gobernante.

La jueza no se amilanó ni se doblegó. Le dio batalla y le ganó en el terreno judicial. Por eso es de las más odiadas. De acuerdo a los patrones sicológicos, es una afrenta brutal y hasta existencial para los misóginos que una mujer les salga respondona y les gane la partida. Por eso no se la van a perdona a la jueza Angélica, ahora la van a castigar por la vía laboral y si pueden intentarán volver a encarcelarla. Está bajo su obsesiva obsesión, pues.

NO SE CANSA

Pero no solo las mujeres vivas forman parte del listado negro de García Jiménez sino también las muertas. A finales de julio, la joven Diana Laura Juárez de 19 años fue asesinada a balazos en Zongolica. El suyo fue el quinto feminicidio en la última semana de ese mes.

Sin embargo, antes que se concluyera la autopsia y que siquiera estuviera integrada la carpeta de investigación en el ministerio público, García Jiménez se lanzó en contra de la chica asesinada: que era una drogadicta y consumidora de estupefacientes. Es decir, que ella es la culpable de su propia muerte.

Los familiares y amigos de Diana Laura refutaron la acusación del gobernante hecha a la ligera, pero sus voces no rebasaron a la de quien controla el aparato de gobierno y paga boletines para manchar la honra de la difunta. Y entonces la investigación de la Fiscalía se detuvo pues ya no hay necesidad de indagar quién o quiénes asesinaron a la joven, ya el gobernante había dictado sentencia.

Diana Laura se une a todas las féminas muertas o desaparecidas que han pasado por la boca difamadora de García Jiménez. ¿Recuerdan a la niña María Magdalena de 11 años a la que acusó de ser parte de una peligrosa banda delictiva en Atzalan y que fue asesinada a tiros por policías estatales en enero del 2020?

¿O a Viridiana Moreno de Tlaltetela a quien dejaron de buscar las autoridades porque el gobernante aseguró que no estaban desaparecida sino resguardada, pero su cuerpo mutilado se localizó días después de ese pronunciamiento falso en las playas de Chachalacas a mediados de mayo del 2022?

¿O a July Raquel Flores detenida por su supuesta participación en un asesinato en Veracruz, a la que torturaron y violaron los policías cuitlahuistas, y además la sentenciaron a 60 años de cárcel además de negarle el acceso a los recursos de defensa jurídica?

¿No se cansará García Jiménez de difamar y agredir a las víctimas femeninas?, ¿No habrá quién que le diga que por corrección política no se ataca con tal sevicia a las mujeres y sobre todo a las que ya no pueden defenderse? El gobernante no tiene medida ni atajo, arrasa parejo, sean niñas o adultas, que hayan sido asesinadas o estén desaparecidas, que sean víctimas circunstanciales o inocentes.

Y como bien documentó Artículo 19, la maledicencia y agresiones que hace el gobernador las replica el resto de sus colaboradores. Es un gabinete de misóginos y lo peor es que las propias mujeres que son funcionarias -como la fiscala Verónica Hernández o la magistrada Aurelia Jiménez- participan gustosas en esa andanada contra las de su propio género. Para el Museo de Ripley: ellas ayudan a satisfacer la obsesiva obsesión de su jefe contra las mujeres.

*Envoyé depuis Paris, France.