Por Andrés Timoteo
CANTAN LAS ONCE
"Varios carillones/ para recién casados/ en la catedral Nuestra Señora de París,/ nupcial y sepulcral,/ zumban en el cielo gris./ Después de todo,/ este ruido no es/ para anunciar mi muerte,/ ni mis nupcias.
Es ocioso,/ temerle a este conflicto de timbres,/ de grandes desgracias y grandes alegrías./ Hay que acostumbrarse;/ Es vida, también:/ La voz suave y la voz áspera/ que se funde con el canto cristiano".
Así describió el poeta Paul Verlaine el repiqueteo de las campanas de Notre-Dame hace dos siglos.
El poema se llama "Clochi-clocha", la onomatopeya gala de lo que en español sería 'tilín-tilón', el sonido al ser golpeadas por el badajo. Campana en francés es 'cloche'.
Cierto, la 'Dame à Dentelle' o Dama con Encajes, como se le conoce a la catedral de París, tiene mucho más edad, 779 años y a lo largo de todos ellos le han escrito decenas de poemas, sacros la mayoría.
Pero lo que plasmó Verlaine, uno de los 'poetas malditos' del siglo XIX y que además era ateo, poco tiene que ver con la religión.
Más bien con el arte y especialmente con el simbolismo de las ocho campanas que penden en las torres de Notre-Dame: anuncian tristezas y alegrías en la vida de los hombres.
El viernes 8 de noviembre esas 'cloches' volvieron a cantar después 5 años y 7 meses de estar en silencio.
El 15 de abril del 2019 un incendio devoró la techumbre del templo gótico y casi milenario dañando también el andamiaje interno de las dos torres de 69 metros de altura.
Por fortuna el fuego no alcanzó a fundir las legendarias campanas de bronce.
Las ocho tienen nombre propio y ahora fueron colocadas nuevamente tras la reconstrucción de la estructura interna de las torres.
Hace una semana cantaron de nuevo Emmanuel -la más grande y famosa que pesa 13 toneladas-, Marie, Jacques, Denis, Antoine, Étienne, Gabriel y Jean-Marie que es la más pequeña con 800 kilogramos de peso.
Y no cantaron solas porque tienen tres nuevas 'hermanas' que aún no son bautizadas, aunque ya las llaman "Las Olímpicas" porque una de ellas fue la que se hizo sonar durante los Juegos Olímpicos 2024 y está grabada con esa leyenda: "París 2024".
Las once sonaron desde las alturas de Notre-Dame y lo volverán a hacer el 7 de diciembre cuando se reabrirán las puertas de la catedral parisina después de cinco años de reparaciones.
El domingo 8 se realizará una misa solemne para consagrar el nuevo altar pues el anterior que era centenario quedó destruido cuando se desplomó el techo durante la siniestro del 2015.
Se había anunciado que el papa Francisco acudiría a presidir la ceremonia, aunque no está confirmado debido a los problemas de salud del pontífice y dicha consagración la encabezaría el arzobispo de París, Laurent Ulrich, junto con los otros 185 obispos franceses.
BIEN VALE UN BOSQUE
"Paris vaut bien une messe" ("París bien vale una misa"), es una frase que tiene casi cinco siglos y se le atribuye a Enrique de Navarra quien para poder sentarse en el trono galo tuvo que renunciar al calvinismo y hacerse católico en 1594.
El Papa Clemente VIII le levantó la excomunión y en una misa fue coronado como Enrique IV de Francia.
Ahora esa frase hay que adecuarla al contexto catedralicio:
"Notre-Dame bien vale un bosque" pues sobre ella hubo y seguirá habiendo uno.
Para reconstruir los 400 metros cuadrados de su techo se tuvieron que talar mil 300 robles centenarios de hasta 30 metros de altura.
Cada uno tenía entre 250 y 300 años, y se cortaron en el Bosque de Bercé, ubicado a 200 kilómetros al este de París.
Poco más de la mitad de ellos no son primigenios pues se plantaron durante el reinado de Luis XIV a fin obtener madera para construir los barcos de la marina real.
Tres siglos después sirvieron para reconstruir la catedral con la técnica original y el mismo material que hace nueve siglos.
Claro que protestaron los ecologistas, pero en la consulta realizada en el 2021 apenas 41 mil franceses se opusieron a la tala de los robles.
Éstos fueron serrados a finales de ese año y los pusieron a secar durante 18 meses para que liberaran toda la savia y su madera estuviera dura y resistente.
"Es la mejor segunda vida que le podemos dar a esos árboles: que de foresta se conviertan en arte", dijo la guardabosques Pauline Delord, descendiente de los primeros cuidadores del Bercé nombrados por el Rey Sol.
LAS FEAS ADOPTADAS
¿Agares, Vassago, Dantalion, Orias o Estirge?
¿Cuál gárgola prefiere como hija postiza?
En el 2019, la organización "Amigos de Notre-Dame" lanzó una campaña para 'adoptar' a las 54 que hay en la catedral.
Los padrinos donarían dinero para su restauración y ¡no alcanzaron las ahijadas!
Todos querían prohijar una a pesar de ser feas y asustar.
La más solicitada fue, obviamente, Estirge que representa un vampiro y es popular debido a que aparece como una de las tres gárgolas amigas de Quasimodo en la película "El jorobado de Nuestra Señora de París" (1996) de Walt Disney, basada en la novela del genial Víctor Hugo de 1831.
Horribles y demoníacas, pero la gente se peleó por adoptar a las gárgolas parisinas.
Bien lo dice el refrán: la suerte de la fea, la bonita la desea.
*Envoyé depuis Paris, France.