Por Andrés Timoteo

‘COACHING’ URGENTE

El peroteño José Yunes Zorrilla rompió, aunque timoratamente, la valla de blandenguería que lo caracterizaba.

Ese temor a señalar puntualmente los negativos de sus oponentes y hacerlos responsables de los mismos.

Su cambio de actitud y argumentos es reciente, se produjo hace unas semanas luego de que despuntó entre los aspirantes a portar la candidatura del frente opositor en Veracruz.

Ha salido a la palestra a señalar el desastre del gobierno de Cuitláhuac García, las mentiras de la llamada “cuarta transformación” y el desarraigo de la zacatecana Rocío Nahle.

Sin embargo le falta profundizar en esos temas y remover el ‘dedo sobre la llaga’.

La se ha dicho, las circunstancias actuales de los veracruzanos requieren de un justiciero que le hable a los agraviados, sea su portavoz y se comprometa a castigar a los agresores.

No solo señalarlos verbalmente sino comprometerse a meterlos a la cárcel.

Ahora mismo hay un contexto similar al que se vivía en el 2016, en las postrimerías del duartismo, que supo capitalizar el panista Miguel Ángel Yunes Linares quien prometió apresar a Javier Duarte y sus secuaces, y a restaurar el estado de Derecho en la entidad, lo que hizo que los votantes lo eligieran.

Hoy Yunes Zorrilla está frente a un escenario parecido y si no hace el compromiso de llevar a una mazmorra a Cuitláhuac García y sus secuaces no conseguirá los sufragios que lo instalen en palacio de gobierno.

Esto en cuanto al contenido, pero también tiene taras en la forma.

El priista debería hacer un curso ‘fast-track’ de Toastmasters para mejorar su oratoria. Debe cambiar la cantaleta aburrida que tiene.

Cierto, habla bien, pero no entusiasma.

Su discurso es el de los políticos de los años setenta y la parsimonia que lo acompaña no engalla a quienes lo escuchan.

Si quiere hablarle a los jóvenes, falla. Si pretende dirigirse a las víctimas -buscadores de desaparecidos, familiares de mujeres que sufrieron feminicidios, padres de niños con cáncer, encarcelados y perseguidos políticos, migrantes acorralados por la miseria y demás – falla igualmente.

Yunes Zorrilla necesita asesoría en la oratoria, corrección en el discurso y sobre todo enjundia, vehemencia, ímpetu, fogosidad o apasionamiento, llámese como se quiera, pero requiere urgentemente de una retórica que encienda a la gente, no que la duerma.

Los ‘millennials’ dirían que necesita del ‘Coaching’ o entrenamiento para lograr una comunicación eficaz.

O sea que lo ‘coacheen’, pues, para que se haga entender y no sea soporífero.

No es cosa menor si quiere marcar distancia de la zacatecana Nahle cuyos discursos son tan somníferos como un trago de mezcal en ayunas.

El ejemplo más reciente fue en su primer acto de precampaña en Coatzacoalcos.

Cuando hablaba, los acarreados comenzaron a abandonar el lugar y los que se quedaron casi roncaban sobre la sillería.

El peroteño debe marcar distancia de la de Río Grande, Zacatecas, en la forma y en el fondo.

A GARROTAZOS

Hablando de la citada, sus boletines dicen que recorrió más de 60 municipios en tan solo una semana de precampaña y que en cada lugar que pisa se le unen todos en tropel sean priistas, perredistas, panistas o emecistas.

Y es cierto en parte porque desde el aparato gubernamental se amenaza a alcaldes, agentes municipales, líderes de manzanas y comisarios ejidales para arroparla.

No lo hacen porque los convenza su oferta ni porque la señora tenga una personalidad arrolladora si no porque están advertidos de que serán perseguidos judicialmente y los convertirán en presos políticos o, en el menor de los casos, los excluirán de los programas sociales de la federación.

La precampaña de la riograndeña se apoya en el ‘garrote’ y las adhesiones que recibe son producto del temor.

Además, a los presidentes municipales los están obligando a desviar el dinero público para costear actos proselitistas y coaccionar el voto.

No es nada nuevo, lo inédito es que los que prometieron que no serían iguales a los del pasado salieron más descarados.

El mejor botón de muestra de lo anterior se dio el fin de semana cuando Nahle estuvo en Tihuatlán y el edil perredista, Leobardo Gómez González, asistió al mitin para sumarse a su proyecto.

El tipo no tenía de otra, o se plegaba o lo enjaulaban.

Sus allegados cuentan que desde palacio de gobierno le advirtieron que podría terminar como su pariente, Gregorio Gómez Martínez, también exalcalde del lugar, detenido en abril del 2021 en vísperas que iniciara el proceso electoral para renovar alcaldías y diputaciones locales.

Gómez Martínez es uno de los presos políticos del cuitlahuismo, lleva casi tres años en prisión y le han fabricado delito tras delito.

Todo su proceso judicial es irregular y a modo para castigarlo por no sumarse ni operar para Morena en los comicios del 2021.

Ese panorama le dibujaron al actual edil tihuateco quien se convirtió en nahlista a la velocidad de la luz. Funciona el amago de los garrotazos.

*Envoyé depuis Paris, France.