Por Andrés Timoteo
EL COLECCIONISTA
Yolli García, Azucena Rodríguez, Rogelio Franco, Pasiano Rueda, Manuel del Río, Cirio Ruiz, Crisanto Valiente y ahora Tito Delfín.
Son ocho los presos políticos que han sido liberados por intervención de la justicia federal. Y aunque siguen con procesos judiciales abiertos, el cuitlahuismo ya no los pudo mantener encerrados.
A ellos se suman otros veracruzanos víctimas del abuso de poder que han pasado un tiempo en las mazmorras antes por el delito de “ultrajes contra la autoridad”, ya derogado, y luego por el de “ataques a instituciones de seguridad pública” que sigue vigente.
El caso más notable es el de los seis jóvenes jalapeños que durante tres meses estuvieron en prisión.
A ellos les inventaron delitos con pruebas y declaraciones falsas de los policías solo porque reclamaban a Jorge Chávez, el mandadero particular del entonces secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, el pago por daños a su automóvil tras un percance vial.
Caso por caso, juicio por juicio, amparo por amparo. Así, los presos políticos de Veracruz han ido derrotando al cuitlahuismo que mezcló la mala fe al fabricarles delitos con la ignorancia e ineficacia de la fiscala Hernández Giadáns, y la complicidad de los jueces locales.
Los ochos presos políticos fuera de prisión son el signo del fracaso de la perversión de los procuradores e impartidores de justicia en Veracruz.
Todos los expedientes que integró la señora Hernández Giadáns rebotaron en la revisión hecha por jueces y magistrados federales.
Todas las sentencias ordenadas por los jueces de Aurelia Jiménez, la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, fueron anuladas, corregidas o modificadas por los mismos.
Ambas, Hernández y Jiménez -y antes de ella, Isabel Romero- son el símbolo del fracaso derviado dela ignorancia e ineficacia jurídica.
Ninguna sabe de leyes como se debería, ninguna merece estar en los cargos que ahora tienen. Para los jurisconsultos ese trío es una vergüenza profesional.
Lastimoso papel de las tres mujeres porque además denigran la imagen de las féminas que por décadas han reclamado y luchado por espacios en los esquemas del poder.
Ellas generan la percepción de que las mujeres son analfabetas jurídicas y cómplices de las pillerías de otros analfabetas que están en el gobierno estatal.
El viernes pasado se sumó otro caso de un preso político que tuvieron que liberar por mandato de jueces federales, el panista Tito Delfín, exalcalde de Tierra Blanca y exdiputado local que fue detenido en el 2021 para cumplir una maniobra política orquestada por el secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, hoy con licencia.
TRECE AL PATÍBULO
Cisneros ordenó su captura a fin de ayudar al tantoyuqueño, Joaquín Guzmán Avilés para reelegirse en la dirigencia estatal del blanquiazul.
Delfín era el candidato del ala opositora a Guzmán quien tenía acuerdos con palacio de gobierno para ofrecerles una oposición doblegable.
Sin embargo, pese a lo encarcelaron no pudieron evitar la derrota del famoso “Chapito” Guzmán propinada por Federico Salomón quien asumió la candidatura de Delfín y actualmente es el titular del comité directivo estatal de ese partido.
La liberación de Delfín es otro descalabro esperado para el gobernante Cuitláhuac García que en los hechos es un coleccionista de presos políticos.
El morenista resultara más represor, intolerante, violador de la ley y abusador del poder que todos sus antecesores.
Ni Miguel Ángel Yunes ni Javier Duarte ni el innombrable ni Miguel Alemán ni Patricio Chirinos ni Dante Delgado ni Fernando Gutiérrez -y eso ya es mucho decir dada la fama del extitular de la exterminadora Dirección Federal de Seguridad (DFS) en los años setenta – ni Agustín Acosta Lagunes tuvieron tantos reos por venganza o escarmiento político.
Vaya ni juntando a los presos políticos -que sí los hubo – de esos siete exgobernadores alcanzan para igualar a la colección que tiene García Jiménez.
¿Cuántos siguen encarcelados? Al menos cinco, de los más visibles: el panista Nicolás Ruiz, el perredista Gregorio Gómez, el emecista Omar Ramírez y los yunistas Jorge Winckler y Bernardo Segura.
En total son trece los presos políticos de larga estadía en las mazmorras y la estampa alcanza para una película: tiranuelo de la aldea, Cuitláhuac García convertido en el “Juan Vargas” de su Ley de Herodes.
Y LIBERTADOR
Pero García Jiménez también ha sacado mucha gente de la cárcel y a la velocidad de la luz, y gente peor que esos trece. En la primera semana tras su arribo a la gubernatura excarceló a casi todos los exfuncionarios duartistas que fueron detenidos durante el bienio yunista. Salieron en tropel de las prisiones y los que quedaron fueron liberados meses después.
Hasta Gabriel Deantes, el exsubsecretario de Finanzas y exoficial mayor de la SEV que fue detenido ya bajo su administración acaba de ser excarcelado.
Es el único priista detenido en este sexenio, pero excarcelado como un bólido.
Fue detenido en junio y liberado en octubre, pasó menos de cuatro meses en el reclusorio a pesar de que fue condenado a seis años de cárcel.
Poderosos son los pactos con el duartismo y visible el doble rasero. García es el libertador de los duartistas. En esa banda de pillos le prenden veladoras al jalapeño.
El fin de semana se dio a conocer que la FGR tiene órdenes de aprehensión contra siete exfuncionarios del duartismo, entre ellos los exsecretarios de Finanzas, Tomás Ruíz, Fernando Charleston y Salvador Manzur, este último también exalcalde de Boca del Río, pero se antoja una mera estrategia ahora que se viene el año electoral y en Morena necesitan volver a aparentar que castigan a los ladrones -¡se van a morder la lengua!, risas-.
Buscan un golpe de percepción y tan increíble suena que vayan contra sus financiadores que el propio Javier Duarte lo confirmó al calificar, en sus redes sociales, esas órdenes de detención como “campaña mediática contra mis excolaboradores”.
Ni modo, el exgobernante habla desde los intestinos del pacto con los guindas.
*Envoyé depuis Paris, France.