Por Andrés Timoteo
FIN DEL SUEÑO
Acabó el sueño olímpico en París con una ceremonia ecléctica entre el glamour francés y un toque de Hollywood como anticipo del próximo encuentro en Los Ángeles 2028.
La cita del adiós, en el Estado de Francia, fue tan espectacular como la de la bienvenida e igualmente cargada de simbolismos: feminismo, resistencia, diversidad e inclusión, sobre todo.
Las mujeres fueron las protagonistas. De un mujer empoderada a otra mujer empoderada, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, entregó la bandera olímpica a su homóloga de Los Ángeles, Karen Bass.
Y las ganadoras del Maratón Femenino realizado durante la mañana, subieron al podio para ser premiadas en la ceremonia nocturna.
Sifan Hassan, de Holanda con el oro, la etíope Tigst Assefa, la plata y la keniana Hellen Obiri, el bronze.
Inmejorable el mensaje: tres mujeres, una europea y dos africanas. Las tres negras. Y las tres ganadoras de una prueba de resistencia.
La estadounidense-beliceña Simone Biles, gimnasta estrella de la justa, fue la portadora femenina de la bandera olímpica, la llevará hasta Los Ángeles junto al actor Tom Cruise.
Y se cumplió lo vaticinado pues Cruise llevó Hollywood a la Ciudad Luz.
Hizo su Misión Imposible con los artilugios del héroe cinematográfico: aviones, paracaídas, cuerdas, cimas, arneses acrobacias.
Todo en breve tiempo y en un solo espacio frente a setenta mil espectadores para al final montarse en su 'bike' y salir rumbo a Estados Unidos con el trapo insigne de los cinco aros. Más hollywoodense, imposible.
Y La Marsellesa se entonó para después ceder el turno a "The Star-Spangled Banner” ("La Bandera de Estrellas Centelleantes"), el himno norteamericano interpretado por otra mujer y negra, H.E.R, famosa por ser la portavoz musical del movimiento 'Black Lives Matter' contra la violencia policíaco-racial en su nación.
En el intermedio se entonó el Himno de Apolo en un 'performance' que combinó lo antiguo con lo futurista.
Mientras el tenor Benjamin Bernheim interpretaba el canto délfico - que hace tres milenios se entonaba en la antigua Grecia en las festividades del dios del arco, la juventud y la música-, el pianista Alain Roche lo acompañó haciendo sonar un piano volador.
Vaya, si en la ceremonia de apertura hubo un piano en llamas navegando el río Sena, ahora fue uno suspendido verticalmente en el aire.
Y entonces apareció un personaje intrigante: el 'Viajero Dorado', vestido en oro centelleante que también descendió de las alturas.
¿Arcángel, dios griego o extraterrestre? Todo cabe en la imaginación interpretativa.
Este misterioso viajero descubrió los anillos olímpicos surgidos de una multitud de cuerpos en movimiento, como si de una excavación arqueológica se tratara, para después elevarlos también por el aire.
El ayer y el mañana juntos en unos juegos mundiales.
¡Escalamos! ¡Bailamos! ¡Nos movemos!, fue el mensaje de ese amasijo humano que construyó los aros.
¿La lectura? Los juegos nacen los hombres, no de la tierra.
BAJO EL CIELO DE PARÍS
Mucho se leerá sobre esta ceremonia y es porque hay mucho que escribir sobre ella, pero quizás algo de lo más simbólico para cerrar los juegos parisinos -que si no muy espectacular o muy hollywoodense- fue cuando el nadador Léon Marchand, estrella de la competencia, apagó el pebetero olímpico instalado frente al Palacio de Tullerías, la residencia de los reyes de Francia -cuando los hubo-.
Reducido a una pequeña flama protegida dentro de un lucernario dorado, el fuego olímpico fue transportado por Marchand al Estadio de Francia para que de allí partiera hasta Los Ángeles.
Y mientras eso sucedía, la cantante gala Zaho de Sagazan interpretaba "Sous le ciel de Paris" ("Bajo el cielo de París") un himno a la Ciudad Luz compuesta hace medio siglo por Jean Dréjac.
No hubo mejor manera de despedir la justa olímpica que evocando la magia de la ciudad de los enamorados, la juventud y la esperanza veraniega.
"Bajo el cielo de París/ vuela una canción./ Nació hoy/ en el corazón de un chico./ Bajo el cielo de París/ caminan los enamorados,/ su felicidad se construye/ sobre una melodía hecha para ellos./ Bajo el cielo de París, cantarán hasta el anochecer/ el himno de un puedo enamorado/ de su vieja ciudad"
"Cerca de Notre Dame/ a veces huele a drama./ Sí, pero en París todo se puede arreglar/ con algunos rayos del cielo veraniego/ y el acordeón de algún marinero./ Y la esperanza vuelve a florecer/ en el cielo de París).
HACE 22 AÑOS
Los colegas expertos en deportes ya aportarán sus impresiones y estadísticas, pero de entrada hay un mal saldo cuantitativo para México: solo cinco medallas, tres de plata y dos de bronce.
Se repitió el resultado de Río de Janeiro 2016 con el mismo número de medallas y metales.
En Tokio 2020 solo fueron 4 de bronce.
Desde Londres 2012, cuando obtuvo fue campeón en fútbol masculino, México no se ha colgado una presea dorada.
¡Hace ya 22 años!
Es el resultado de la mala política deportiva.
Empero, todos los atletas mexicanos que acudieron a la Ciudad Luz, hayan ganado o no, son triunfadores porque su esfuerzo personal -no del gobierno- los llevó hasta allá para vivir el sueño parisino.
Envoyé depuis Paris, France.