
TEXTO IRREVERENTE | FRANCISCO - "Laudato si’, mi’ Signore" -"Alabado seas, mi Señor"-. Así se llama e inicia la primera encíclica del Papa Francisco publicada el 24 de mayo del 2015, tercer año de su pontificado.
Reproduce el comienzo del cántico de San Francisco de Asís, el monje medieval ícono de la pobreza -el rico que se hizo pobre por voluntad- imitativa de Jesús y uno de los primeros ecologistas popularizados en la historia.
Por Andrés Timoteo
FRANCISCO
"Laudato si’, mi’ Signore" -"Alabado seas, mi Señor"-. Así se llama e inicia la primera encíclica del Papa Francisco publicada el 24 de mayo del 2015, tercer año de su pontificado.
Reproduce el comienzo del cántico de San Francisco de Asís, el monje medieval ícono de la pobreza -el rico que se hizo pobre por voluntad- imitativa de Jesús y uno de los primeros ecologistas popularizados en la historia.
"Nos recuerda que nuestra casa común es también como una hermana y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: 'la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba', expone Francisco en su encíclica citando el canto de su inspirador.
La dedica, por supuesto, a la defensa de la naturaleza, la llamada Creación.
Jorge Bergoglio, su nombre original, fue admirador de San Francisco de Asís y de él tomó su nombre pontificio.
También inspirado en la filosofía franciscana escribió su segunda encíclica "Fratelli tutti" -"Fraternidad de todos"- en el año 2020.
Fueron sus dos únicas encíclicas.
Emulando al fraile italiano, Francisco fue un ambientalista, defensor del planeta.
También un reformador -en lo que pudo- de la Iglesia Católica.
Igualmente fue feminista y empoderó, aunque en lo mínimo, a la mujer en los ministerios clericales.
Fue defensor de la diversidad sexual, de los divorciados y de otros que antes eran repudiados por el catolicismo.
Dos flagelos que Francisco combatió en la medida que pudo fueron la corrupción del Vaticano en cuanto al manejo de su riqueza y los delitos sexuales, concretamente la pederastia de los religiosos.
Hizo lo que pudo, destituyó y hasta expulsó a cardenales, obispos y sacerdotes, ladrones y pedófilos, aunque no acabó con todos.
Por ejemplo, hace apenas una semana- el 14 de abril- había decretado la disolución del grupo Sodalicio creada en Perú y con presencia en 25 países.
Meses antes, en agosto del 2024, expulsó de la vida religiosa a su fundador y líder, Luis Fernando Figari, acusado de abusos sexuales a menores, tráfico de personas y pornografía.
Ahí Francisco mostró mano dura contra los pederastas con sotana, pero se mostró suave con los Legionarios de Cristo, de México, a los que perdonó en el 2014 pese a todos los abusos y depravaciones cometidos, instaurados y promovidos por su fundador Marcial Maciel, protegido del Papa Juan Pablo II.
Francisco no expulso ni envió a la cárcel a ningún legionario.
¿Entonces las decenas de víctimas, los jóvenes seminaristas violados y usados como esclavos sexuales?
Eso, el pontífice fallecido ayer, ya lo está explicando en el juicio de Dios.
Lo mismo con su pasado en Argentina donde fue obispo de Buenos Aires y se le acusó de colaborar con la dictadura (1976-1983) espiando, delatando y entregando a religiosos críticos del gobierno para que fueran torturados y, en algunos casos, desaparecidos y asesinados.
Hubo dos sacerdotes jesuitas, Orlando Yorio y Francisco Jalic, que estuvieron secuestrados cinco meses en la temida Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), un centro de tortura de la dictadura videlista, quienes denunciaron directamente a Bergoglio, entonces superior de la Compañía de Jesús en Argentina, de haberlos "vendido a la Junta Militar".
Francisco siempre lo negó, incluso en su autobiografía "El Jesuita" (2010) aseguró que "hizo lo que pudo para salvar a los secuestrados de la dictadura".
No todos le creyeron.
SIN VOLVER A CASA
El periodista Horacio Verbitsky documentó esa etapa oscura de Bergoglio en sus libros "El silencio: de Paulo VI a Bergoglio: las relaciones secretas de la Iglesia con la ESMA" (2005) y "La mano izquierda de Dios: la última dictadura" (2010).
"A Orlando y Francisco los expulsó de la Compañía de Jesús por acompañar a familias pobres en los barrios marginales de Buenos Aires, fundar centros de educación popular, solidarizarse con organizaciones obreras y denunciar los abusos de los milites.
Los entregó a los escuadrones de la muerte del general Rafael Videla, el más sanguinario presidente de la Junta Militar".
¿Un sedicente imitador del Pobrecillo de Asís traicionando a los defensores de los miserables?
Eso lo estará ahora respondiendo ante el Creador.
Aquí en la tierra queda como testimonio que Francisco nunca visitó Argentina en sus doce años de pontificado.
No regresó a casa, pues.
Hasta parece antítesis del comunicado vaticano sobre el anuncio de su deceso: que regresó a la casa del Padre.
Hizo viajes apostólicos a Brasil, Bolivia, Paraguay y Chile -colindantes con Argentina- así como a Cuba, Ecuador, México y Perú, pero nunca se paró por su tierra.
El primer Papa latinoamericano siempre tuvo miedo de ser recriminado pues es cierto que millones lo amaban, pero no todos.
Tampoco ocupó el Palacio Apostólico de Roma sino una residencia alterna, la Casa de Santa Marta, ya que tenía miedo de ser asesinado, envenenado como Juan Pablo I.
Fue un Papa que vivió temeroso de los diablos que habitan el Vaticano y de los demonios que -tal vez- él consintió que se le pegaran desde su natal Argentina.
Por lo pronto, está vacante el trono de Pedro.
*Envoyé depuis Paris, France.