Por Andrés Timoteo
LA CASOTOTA
Todo es megalítico en ellos.
Viaja en camionetotas, vive en una casotota, usa unos zapatotes y unas joyotas -por la marca y el precio- y la custodian unos guarrototes -dicen que treinta-.
Todo es en grande para los nuevos ricos de la "cuarta transformación" y ellos encarnan el cambio prometido pues dejaron de ser pobretones y se volvieron millonarios.
Y vaya que hacen ostentación de tal prosperidad.
La candidata de Morena a la gubernatura, Rocío Nahle tiene ese sello megalítico, todo es ostentoso en su nuevo tren de vida.
Solo que el mismo no concuerda con sus ingresos.
Lleva nueve años como servidora pública, desde el 2015 cuando inició como diputada federal, luego senadora y hasta su último cargo como secretaria de Energía.
Si se suman esas 216 quincenas y se considera que todo lo ha ahorrado apenas le alcanzaría para pagar menos de un cuarto del precio de la mansión que se le acaba de descubrir en la Riviera Alvaradeña que los conocedores inmobiliarios calculan en casi 3 millones de dólares, unos 50 millones de pesos.
En esos nueve años, Nahle ha cobrado del erario unos 10 millones de pesos.
Ah, pero el marido José Luis Peña es jubilado de lujo en Pemex, dirían algunos, y percibe desde hace ocho años una pensión mensual de 120 mil pesos.
Pero ni así, porque serían poco más de 11.5 millones de pesos acumulados suponiendo que lo ahorró todo.
Ni juntando los ingresos de Nahle y su cónyuge de la última década les alcanza para abonar la mitad del precio de esa casotota de El Dorado, la cual es comprada, no rentada.
Ya no se diga su otra mansión en Coatzacoalcos ni otras propiedades de alta plusvalía que se le atribuyen: una residencia en la Riviera Maya y un resort en la Riviera Nayarita, por ejemplo.
FOLLOW THE MONEY
La duda es, ¿cómo le hizo la señora de Río Grande para acumular tal patrimonio en apenas nueve años?
Los gringos dicen: 'Follow the money' o sea, sigue la ruta del dinero.
Las ganancias que no se ven en la refinería de Dos Bocas se hallan en el residencial de Alvarado.
No son barriles de gasolina refinada sino edificaciones de hormigón y mármol con acabados de lujo, albercas, atracaderos privados de yates y el funcionamiento de la mansión con inteligencia artificial, entre otras exquisiteces. Vaya, todo es excesivo en los "nuevos ricos", se repite.
O como documenta la profesora Eugenia Iturriaga en su ensayo "Las élites de la Ciudad Blanca", los llamados 'nacos' tratan de imitar a los acaudalados de vieja data, pero se les critica por carecer de buen gusto en sus cosas, el refinamiento en sus modales y cierta discreción.
Esas carencias la suplen adquiriendo todo en grande, excesivo, aparatoso y, sobre todo, muy costoso.
"El que no tiene y llega a tener, loco se puede volver", dirían simplemente en la colonia y así le pasa a la zacatecana Nahle.
Este escándalo contradice la famosa pobreza franciscana que pregona el presidente Andrés Manuel López Obrador, su Ley de Austeridad, su Cartilla Moral, su "si tienen un par de zapatos, ¿para qué quieren otro?", su "no somos iguales a los del pasado" y su "por el bien de todos, primero los pobres".
Vaya brete moral en que se metió la zacatecana Nahle por avorazada, siútica y ostentosa.
Ahora, ¿con qué cara irá a pedirle el voto ya no se diga a los pobres sino a los mismos descamisados que fundaron Morena?, ¿Cómo pedírselo a los de clase media que a duras penas consiguen una casa de Infonavit?
No hay manera.
TORPE DEFENSA
Por cierto, qué defensa tan torpe le hicieron a Nahle para intentar atajar el escándalo de su casotota.
Acusan de clasista al que la exhibió. No, clasista es la señora que la habita.
Que es misógino. No, desvelar la corrupción no es un ataque motivado por el género.
Sea hombre o mujer, la corrupción es condenable por igual.
Que es un espía.
Entonces ellos mismos confirman que el asunto existe y lo fueron a ojear.
Que odian a la zacatecana.
No, la revisan porque fue responsable de miles de millones de pesos que es dinero del pueblo.
Que la discriminan.
No, la exhiben y critican sus excesos tanto como lo hicieron en su momento con el exgobernador Miguel Ángel Yunes por su mansión en el Estero y con el expresidente Enrique Peña y a su esposa, Angélica Rivera, por su "Casa Blanca" en Lomas de Chapultepec.
Entonces, ¿cuál discriminación si la tratan parejo?
Que la difaman.
Tampoco, pues el empresario Arturo Castagné, quien dio la primicia, ha ido aportando pruebas documentales.
Que es una bajeza.
Para nada, bajeza es hacer alarde del enriquecimiento súbito y seguramente ilegal.
¿Y Nahle qué ha dicho?
Que "no se enreda en broncas" y en política el que calla siempre otorga.
Ratifica -de ratificación y de rata-.
Con tales argumentos se demuestra que Nahle no tiene profesionales que le desplieguen una estrategia de contención mediática y control de daños eficiente.
Peor aún, los políticos que han salido al paso reparten puros adjetivos y alusiones al pasado, ninguno ofrece una retórica inteligente.
Además de que tampoco tienen autoridad moral.
Vaya, el más desastroso es el tuxtleco Juan Gómez quien distribuyó una gacetilla en la que afirma que él "sí saca el pecho por Nahle" -risas, debería sacar el cerebro – y básicamente se centra en que como los priistas y panistas robaron mucho no tienen derecho a criticar a la zacatecana cuando ella lo hace.
¡No me ayudes compadre!
Seguirá en la 'congeladora' por estulto.
*Envoyé depuis Paris, France.