Por Andrés Timoteo

LA JEFA Y EL JEFE

Si ya era una pesadilla en el 2023, en las primeras semanas de este año se volvió algo insoportable.

Todos le entran a esa práctica: agentes municipales y estatales de Tránsito y Vialidad, policías dependientes de la Secretaría de Seguridad Pública y hasta los integrantes de la Guardia Nacional.

Y hay un par de frases que se repiten a la hora de la extorsión: “Es para la jefa”, dicen unos.

“Es para el jefe”, afirman otros.

Y no se habla de algún capo del crimen organizado sino que refieren a la zacatecana Rocío Nahle y al gobernante en turno, Cuitláhuac García.

En efecto, a esos agentes los mandaron literalmente a ‘desplumar’ a todos los que circulan por calles, carreteras y autopistas.

La intención es ‘engordar el cochinito’ porque es Año de Hidalgo y electoral.

Por eso los extorsionadores burlonamente les dicen a los extorsionados: es para la jefa (Rocío) o es para el jefe (Cuitláhuac) ya que con lo recaudado se va a costear la campaña de la zacatecana y el botín de partida del jalapeño.

No es algo nuevo eso de usar el sistema de vialidad como ‘caja chica’, pero en esta era guinda se hace de forma descarada.

Por eso los taxistas de la zona centro, que son los más afectados, decidieron movilizarse en varios municipios bloqueando accesos y carreteras.

“Nos piden para todo y a todo momento, a veces hasta dos o tres veces por día”, acusan.

Ellos lo saben porque lo oyen de la boca de sus extorsionadores, las coimas que les piden son para la “la jefa” y “el jefe”. No es el crimen organizado sino los políticos.

Sobre estos asaltos tienen mucho que explicar Cuauhtémoc Zúñiga de la SPP y su director de Tránsito, José Antonio Camps que son los encargados de la bolsa de monedas para comprar votos y el bono de fin sexenio.

SATANIZAR LA PROTESTA

Es una mentira eso de que detrás de las organizaciones de taxistas estén los capos de la delincuencia como acusa el gobernante García Jiménez.

No es tal. Solo es otra muletilla falaz para descalificar la protesta legítima y justificada.
Y en este contexto una sola persona sirve como ejemplo para desmentir las difamaciones del gobernante estatal.

Se llama Jairo Guarneros, dirigente del Grupo Regional Independiente de Taxistas de Orizaba (GRITO) y quien es un luchador social en toda la extensión de la palabra.

Viene del activismo obrero de Río Blanco y desde los años noventa participa en la defensa de los derechos humanos de personas vulnerables.

Su trayectoria que no solo merece respeto también lo convirtió en víctima de la represión gubernamental durante el duartismo.

El 7 de julio del 2016, hombres armados lo atacaron a balazos aunque afortunadamente sobrevivió.

Un día antes, el 6 de julio, había encabezado una protesta para exigir que la Fiscalía estatal, encabezada entonces por el cordobés Luis Ángel Bravo, procediera contra patrulleros municipales que habían chocando un taxi -en una supuesta persecución para extorsionar al conductor- y provocado la muerte de una pasajera.

Nunca se aclaró si el atentado contra Guarneros había sido ordenado por los duartistas o por el alcalde orizabeño, Juan Manuel Diez, pues la protesta era contra agentes de la policía municipal.

Tras el ataque, a los taxistas liderados por Guarneros les mandaron un recado: “dejen de hacer manifestaciones si no quieren más ‘muertitos’”.

TRES DORITOS DESPUÉS


Ahora García Jiménez se sumó al grupo de funcionarios que arremeten contra el luchador social y lo difama tratando de ligarlo con la delincuencia.

Empero, el gobernante estatal se enreda en su propia lengua pues ataca a un activista que antes consideraba un valioso defensor de las causas más nobles.

Lo anterior está documentado en la gaceta legislativa numero LXIII/1SPR-20-1934/64175 de San Lázaro con fecha del 13 de julio del mismo 2016 en la que Cuitláhuac García, entonces diputado federal por Jalapa, presentó un punto de acuerdo para exhortar a la Secretaría de Gobernación a que protegiera la vida del activista.
n aquel documento parlamentario describió a Jairo Guarneros como “un interlocutor de luchas que se ha ganado un lugar ante las autoridades, un luchador social, una persona muy alegre, sabio, reflexivo y sensible (sic), su trabajo es muy importante porque acompaña pequeñas luchas; para él todas las batallas son importantes”.

‘Tres doritos después’, como dicen los ‘memeros’, el mismo Cuitláhuac García lo acusa -como siempre, sin aportar pruebas- que está coludido la delincuencia. Dice que un grupo criminal azuza a “unos taxistas, unos cuantos nada más” y promete echarle encima a la Fiscalía. Jura que irá tras “algún lidercillo de los taxis que se movilizaron”.

Lo suyo es la incongruencia. Antes alababa al activista y ahora lo injuria. Antes le servía como tema de propaganda contra el gobierno y ahora le incomoda porque le señala la corrupción de su gobierno.

En García Jiménez se cumplió la advertencia nietzscheana: terminó convertido en un monstruo...bueno en un monstrillo, así pequeño y esperpéntico.

*Envoyé depuis Paris, France.