Por Andrés Timoteo
LA PRUEBA DEL PATO
"Sí caminaba como pato, nadaba como pato y graznaba como pato…¡pues era un pato!", es la deducción popular que aplica también en política y en el caso específico de la coyuntura estatal le embona al dedillo a la -¿ex?- priista Ana Guadalupe Ingram quien ahora se sumará a Morena y a la campaña presidencial de la exregenta capitalina, Claudia Sheinbaum.
Trascendió que ella junto con otros priistas integrarán una especie de frente político para respaldar a la abanderada guinda.
Ayer, el exgoberndor del Estado de México, Eruviel Ávila oficializó ese grupo, aunque todavía no aparece en la palestra la diputada porteña, aunque los morenistas la esperan con los brazos abiertos.
El candidato al Senado, Manuel Huerta hasta le tocó fanfarrias y dijo que la espera en el partido con serpentinas y lentejuelas, al puro estilo del Carnaval de Veracruz del cual fue soberana hace unos años.
Vaya, solo era cuestión de tiempo pues, como reza el adagio citado, a Ingram en su forma de andar se le notaba su inclinación al morenismo.
Y tras su apoyo a Sheinbaum seguramente en su afán acomodaticio hará lo mismo con la zacatecana Rocío Nahle a la que respaldará para ser gobernadora a pesar de no ser veracruzana.
Algunos acuciosos sostienen que al igual que el exdirigente estatal del PRI y también diputado local, Marlon Ramírez, ya operaba para el cuitlahuismo desde el 2022.
El indicio más reciente lo dio el 25 de noviembre cuando intentó manchar el nombramiento del legislador José Yunes Zorrilla como el candidato que el PRI a la gubernatura asegurando que había sido sucio y una imposición de la dirigencia nacional.
Ingram estaba anotada para competir por la nominación, pero se retiró de última hora.
Y no es que tuviera amplias posibilidades de obtener la postulación o que haya sido marginada en el proceso interno sino porque era la encomienda de palacio de gobierno y desde su próximo nuevo partido.
Otros dilucidan que la legisladora solo está siguiendo instrucciones de quien siempre ha sido su jefe político, el exgobernador Javier Duarte, erigido actualmente en defensor y vocero pro-bono de la de Río Grande, Zacatecas. Sea como sea, ahora se confirma todo.
Tenían razón aquellas militantes priistas -fueron mujeres-, entre ellas la lideresa de los mercados Irene Aragón, que acusaron a la diputada de malagradecida con el partido que la hizo funcionaria estatal y federal, parlamentaria también local y federal, y hasta le consiguió la corona del carnaval porteño en 1999. Lupe Ingram cayó con la 'prueba del pato', dicen sus críticas. ¡Zas!
SENSIBLE, LA SEÑORA
Hablando del peroteño Yunes Zorrilla, se espera que éste aprenda de la candidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez quien el fin de semana estuvo en Perote y Boca del Río, y que con un discurso no grandilocuente puso en la palestra el desastre político, humano y gubernamental que tiene Morena y Cuitláhuac García en Veracruz.
La hidalguense señaló duro y puntual al calamitoso gobernante y de paso también a la zacatecana Nahle a quien pretenden imponer como gobernadora 'cachirula' para el 2024.
Le dijo inepta, corrupta y mentirosa. No inventó nada, solo refirió la fama que tiene.
Gálvez no mandó indirectas ni recurrió a metáforas para atizar a Cuitláhuac García a Rocío Nahle.
Vino, apuntó y disparó. Los aludidos ya respondieron muy dolidos, pero no con argumentos serios sino con descalificaciones desafortunadas.
La riograndeña dijo que a su detractora "no le sube el oxígeno al cerebro".
¿Cómo es eso? Calificar como enferma a quien la exhibe en su corrupción no solo es pobreza de retórica sino una falta de respeto a quienes padecen hipoxia cerebral, el padecimiento usado por Nahle para atacar a un oponente político.
La señora tiene la sensibilidad de un mastodonte.
La hipoxia cerebral que regularmente ocasiona un daño neurológico severo tiene muchas causas y efectos que van desde un mal congénito en los recién nacidos y en la gente que padece epilepsia hasta la que sufren ictus o derrame cerebral.
Los que la padecen si no no mueren pueden quedar discapacitados.
Es muy delicado y perverso usar un padecimiento físico casi siempre grave -y en este caso ajeno a ella que no lo sufre, pero sí miles de personas- como arma contra el oponente electoral.
¿Qué quiso decir la zacatecana a acusar que Gálvez padece hipoxia cerebral?, ¿que está en estado vegetativo?, ¿que no puede hablar o mover alguna parte de su cuerpo?, ¿que le escurre la saliva o defeca súbitamente por no controlar sus músculos?, ¿que balbucea incoherencias o su rostro está deformado?, ¿que está loca, inválida o en etapa terminal como muchos que son atacados por dicha enfermedad?
Nadie tiene la culpa de enfermarse y nadie tiene el derecho de mofarse de quienes enferman, pero la ruindad es atributo de quienes poseen la sensibilidad de un mastodonte, se repite.
¿Habrá algún veracruzano que tenga seres queridos postrados o muertos por la hipoxia cerebral y que se aventure a votar por la burlona zacatecana?
Ah y se decía que el peroteño Yunes deberá atender la enseñanza de Gálvez para decir las cosas directas y sin cortapisas, erigirse como un denunciante de lo que sufren los veracruzanos y un fiscalizador del cuitlahuismo sin remilgos si es que pretende erigirse como opción votable en el 2024.
En pocas palabras: a ver si se le calientan los aquellos y se quita la estampa de pusilánime.
*Envoyé depuis Paris, France.