
Lamento boliviano
Por Andrés Timoteo
Hay cierta alharaca por el inicio de las campañas electorales de quienes aspiran a ser jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial. Cierto, debería haber efervescencia ciudadana si ese proceso electivo fuera legítimo, serio y sirviera para mejorar la impartición de justicia en el país, pero no es así.
Se trata de un bodrio para cumplir la venganza del expresidente Andrés Manuel López Obrador contra un Poder de la Unión que siempre lo mantuvo a raya no solo durante su sexenio sino desde antes cuando le fiscalizó sus tres campañas presidenciales y, en su momento, le negó los triunfos que reclamaba.
En esa vendetta personal, al tabasqueño no le importó desmantelar la institución completa y convertirla en un instituto partidista, al servicio de Morena y del mandatario en turno.
En eso terminará el bochinche de los comicios judiciales porque ante la apatía ciudadana -se pronostica que menos del 10 por ciento de los electores acudirán a votar- ganarán los candidatos del partido oficial.
Ahora en México más que nunca se sabrá lo que es padecer la justicia atada a la política partidista.
Los juzgadores a partir de este 2025 serán abiertos personeros de la "cuarta transformación" y quedará borrada la división de poderes y los contrapesos a los que tanto deben aspirar las democracias.
Los mexicanos sentirán lo que los bolivianos desde más de una década luego de que el expresidente y protodictador Evo Morales impuso también la elección popular de jueces.
Allá los primeros comicios se realizaron en el 2011, los segundos en el 2017 y hasta ahí se estiró la liga antes de que todo se cayera.
Tendría que haber elecciones judiciales en el 2023 pero no pudieron hacerse porque en el Poder Judicial boliviano se dividieron en facciones luego de que el partido oficial, Movimiento al Socialismo (MAS), también se fracturó por la ruptura de Morales con el actual mandatario Luis Arce.
Se desató la guerra entre jueces y magistrados evistas y arcistas, y la procuración de justicia se congeló.
En los peores casos, los jueces fallaban a favor o en contra de ciudadanos que eran militantes o simpatizantes de alguna de esas facciones.
Y los nueve ministros del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia -así de largo el nombre- se negaron a convocar a elecciones e ilegalmente se quedaron casi dos años en el cargo.
Fue el acabose: ¡los que deben impartir la ley, la violaron descaradamente!
¿La razón? Los ministros temían que a su curul llegará un contrario, ya sea evista o arcista, dándole influencia al presidente o al expresidente.
Fue hasta el 15 de diciembre del 2024 cuando se pudieron realizar los comicios y la impresión de los mismos entre la ciudadanía fue totalmente negativa, igual que la desconfianza hacia los elegidos.
No hubo abstencionismo alto porque la votación es obligatoria y aquellos bolivianos que no sufragaran además de ser multados pierden beneficios oficiales como despensas, becas, servicios médicos y otras dádivas para condicionar la voluntad popular.
Pero empresarios, académicos, periodistas, activistas, líderes religiosos y ciudadanos independientes coincidieron en la evaluación de las elecciones con expresiones que la resumen: "una votación a ciegas", "ni conocíamos a los postulantes", "un teatro", "el voto judicial no sirve para nada", "solo llegó la gente del gobierno" y "seguiremos sin justicia ética e imparcial".
Vaya que la banda argentina Enanitos Verdes le atinó al pronóstico en su canción: "Es mi situación/ una desolación./ Soy como un lamento/ un lamento boliviano,/ que un día empezó/ y no va a terminar".
Los mexicanos pronto cantarán ese mismo lamento boliviano. Al tiempo.
LOS JUECES DE LA HOJA
Y lo peor, Bolivia en los años que lleva con jueces electos popularmente se desplomó en el índice mundial de prontitud, eficiencia e imparcialidad en las sentencias judiciales.
Ahora se ubica en el sitio 131 de 142 escaños en el 'ranking' que anualmente elabora la organización World Justice Project.
Es decir que su justicia es similar a la de los países gobernados por dictadores, autócratas y genocidas.
Para allá va México. Y pinta para más grave porque en Bolivia son famosos los llamados "jueces de la hoja" en referencia a la hoja de coca pues los sindicatos cocaleros impulsaron candidaturas de juzgadores afines.
Claro, la hoja de coca es legal en aquel país sudamericano porque no está procesada y no es cocaína, la droga dura.
Los "jueces de la hoja" en Bolivia se refiere a los que fueron promovidos por organizaciones agrícolas. En México, al contrario, todo debe tomarse al pie de la letra.
Acá sí habrá jueces de la cocaína y del fentanilo, del secuestro, del sicariato, del 'cobro de piso', de las 'ejecuciones' y los desaparecedores.
Morena no es el único que lanzó sus candidatos a los juzgados, los cárteles del narcotráfico igualmente tienen a sus nominados.
Y muchos de los segundos también están arropados por los primeros, por el partido guinda.
Abogados y operadores de capos están en las planillas y Morena opera para que sean votados. En Veracruz hay varios, solo revisen las listas.
*Envoyé depuis Paris, France.