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TEXTO IRREVERENTE | - "Leer, leer, leer, vivir la vida/ que otros soñaron./ Leer, leer, leer, el alma olvida/ las cosas que pasaron./ Se quedan las que quedan, las ficciones,/ las flores de la pluma, las solas...

"Leer, leer, leer, vivir la vida/ que otros soñaron./ Leer, leer, leer, el alma olvida/ las cosas que pasaron./ Se quedan las que quedan, las ficciones,/ las flores de la pluma, las solas,/ las humanas creaciones, el poso de la espuma./ Leer, leer, leer...

Por Andrés Timoteo

HOJAS Y PÉTALOS

"Leer, leer, leer, vivir la vida/ que otros soñaron./ Leer, leer, leer, el alma olvida/ las cosas que pasaron./ Se quedan las que quedan, las ficciones,/ las flores de la pluma, las solas,/ las humanas creaciones, el poso de la espuma./ Leer, leer, leer; ¿seré lectura mañana también yo?/ ¿Seré mi creador, mi criatura,/ seré lo que pasó?"

Es un poema de Miguel de Unamuno autor también del axioma: "Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee" que hoy, en pleno torbellino de las redes sociales, es un consejo salvífico.

Y no es contradictorio sino complementario. Si uno no lee, no se inmuniza contra la intoxicación y la infodemia -pandemia de desinformación- que se reparte en la web.

O sea, al ignorante y al inculto los engañan fácilmente.

El miércoles fue el Día del Libro y de la Rosa.

También fue la fiesta de Saint Jordi -comúnmente se le conoce como San Jorge-, ese caballero medieval que enfrentó y venció a un dragón para liberar a una princesa.

Cuando la bestia ya estaba muerta de su sangre brotó un rosal.

De ahí Jordi cortó una flor y se la dio a la damisela salvada. Desde entonces la rosa también es símbolo de liberación.

Así hojas -de papel- y pétalos tienen su día el 23 de abril.

El libro es, pues, un instrumento libertador como la rosa. Algunos lo definen como un arma más peligrosa que las metralletas y los misiles.

Leer puede doler, pero no lastimar, opinó el escritor bonaerense Juan Terranova en un ameno artículo que tituló "El libro no es un arma":

"En Instagram me aparece una publicidad de la revista El Gran Cuaderno que dice: 'Un libro es una máquina de matar. Muchísimo más letal que una escopeta de aire comprimido calibre 12. Morirán como ratas'.

(Pero) los libros no son máquinas de matar. Yo diría que más bien al contrario.

Sirven para salvar, antes que para destruir. Son artefactos hermosos y complejos, pueden ser aterradores o inspiradores, pueden ayudarnos a no aburrirnos en momentos claves de nuestra vida y también a señalarnos un camino, un conocimiento, una práctica o una ética imprescindible para la supervivencia.

Pero no son armas.

Y si los usamos como armas –podríamos pensarlos como objetos contundentes para pegar o arrojar– están muy lejos de ser letales.

Lo cual, desde ya, no quiere decir que un loco no pueda matar a otro desgraciado a golpes de libros en la cabeza".

UN DOLOR GOZOSO

Aporta ejemplos: "En La Canción del Verdugo, Norman Mailer escribió que Jack Henry Abbott había contado que cuando estaba preso, La Biblia, para lo único que le había servido era para mojarla y usarla para defenderse a los golpes de los ataques de otros presos.

(Me siguen surgiendo ejemplos posibles. Cuando estudiaba la carrera de Letras leí que un romántico alemán paseaba por un bosque con un libro de griego y lo iba leyendo y traduciendo mientras caminaba.

Entonces se le apareció un oso que lo atacó abriendo la boca y levantando sus zarpas.

El poeta, sin dudar, le tiró el libro entre las fauces al grito de '¡prueba esto, bestia! ¡Es griego!' Supongo que después salió corriendo.)

La lectura nos hace más fuertes, inteligentes y peligrosos para los malos, los banales o los necios. Los libros son poderosos sin compararlos con las armas.

Truman Capote tiene una frase vitalmente resignada:

"Un día, empecé a escribir, sin saber que me había encadenado, de por vida, a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo tiempo nos entrega un látigo, y éste sólo tiene por finalidad la autoflagelación".

Mejor citar a Michel de Montaigne:

"Muestran los libros muchas gratas cualidades a los que los saben elegir; mas (no hay) ningún goce sin dolor: son un placer que, como los otros, no es nítido ni puro; tiene sus incomodidades".

Escribir y leer, nos dicen Capote y Montaigne, tiene un precio. Se puede hacer con alegría pero las incomodidades llegan, están ahí, no se pueden evitar. Mas ningún goce sin dolor". Hasta aquí el texto de Terranova.

GARRO Y LOS LIBERTINOS

¿Qué es el lector? Alguien que quiere salvarse, viajar, pensar, soñar y amar. El lector es el enemigo del ignorante y del mediocre pero aliado del amor, sostiene Honoré de Balzac en sus "Cuentos Libertinos" (1831).

Y cada vez que alguien abre un libro es como si gritara: "¡Atrás, pues, mastines! ¡Fuera de aquí todos los ignorantes! ¡Lárguense, trúhanes! Lean para reírse, ya que, cuando se ríen, abren los labios y así es imposible resistirse al amor".

Por cierto, Babelia, el suplemento literario del periódico El País, incluyó la novela "Inés" (1995) de la mexicana Elena Garro en su selección de obras recomendadas por el Día del Libro 2025.

Es una suerte de autobiografía recreada en un personaje ficticio a través del cual bosqueja las agresiones domesticas -verbales, económicas, físicas e intelectuales- que vivió al lado de Octavio Paz, su esposo por 22 años.

A "Inés" se le considera como una denuncia pública de la violencia de género y el dominio macho-patriarcal que recibió del laureado Premio Nobel de Literatura.

Paz enfureció con ese libro y siguió tildando de "loca" a Garro a la que abandonó en 1959 por la pintora italiana Bona Tibertelli.

*Envoyé depuis Paris, France.