Por Andrés Timoteo
¿LIBRO O CINE?
"Una vieja boutade -chiste- cuenta que unas cabras comen en un baldío películas, desde luego que las cabras comen de todo, y una le pregunta a la otra: '¿qué te parece?' A lo que la interpelada contesta: 'estaba mejor el libro'", así comienza el artículo del escritor Sergio Ramírez sobre la serie televisiva de "Cien años de Soledad" basada en el libro de Gabriel García Márquez.
Lo publicó el pasado 22 de noviembre en el diario El País y en la misma introducción da la puntilla: "hay distancias, a veces insalvables, entre un libro y una película".
"Para el espectador que ha leído el libro, siempre estará mejor el libro, y es a partir de este prejuicio que la versión en la pantalla de una obra literaria debe abrirse paso", sostiene el Premio Cervantes de Literatura 2017.
Ramírez cuenta que acudió a la Casa de América de Madrid -como se sabe, fue exiliado de Nicaragua por el dictador Daniel Ortega y radica en España- donde se proyectó el primero de los 16 capítulos de la serie producida por Netflix que se estrenará el 11 de diciembre.
"Quien se sienta en la butaca puede no haber leído el libro, y, motivado, sale después a buscarlo para comparar. Pero esta es una novela que desde su publicación en 1967 fue leída con avidez y asombro por todo el mundo y siguió siendo devorada por sucesivas generaciones de lectores cultos y profanos, en español y en todos los idiomas del mundo".
Entonces, "no hay espectadores desprevenidos para este libro. Todos tienen en la cabeza sus propias imágenes de los personajes, y de la secuencia de la acción y de sus escenarios, y, por tanto, cada quien ha filmado su propia película. Necesariamente habrá de comparar, de cara a la pantalla, la versión que la superproducción le ofrece, con la que tiene en su memoria".
Ramírez destaca que "el milagro de la literatura consiste en una transferencia de imágenes, de la cabeza de quien las concibe a quien las descifra a través de la lectura, para construir, a su vez, su propia imagen en su propia cabeza; y esa operación se hace a través del vehículo de las palabras".
"Nunca hay dos imágenes iguales, porque la imaginación es múltiple y nunca reclama fidelidades entre el autor y los lectores; y como tampoco hay un solo lector, habrá tantas imágenes como lectores".
CANDADO GARCIAMARQUIANO
"Por tanto, toda obra literaria es una construcción verbal, y las imágenes en un libro están hechas a base de palabras. Y 'Cien años de soledad', más allá del membrete de realismo mágico, es una de las más espléndidas construcciones verbales de nuestro idioma".
"El cine es, en cambio, una construcción hecha en base a imágenes, y la narración que corresponde a las imágenes nunca podrá ser sustituida por las palabras, digamos la voz de un narrador 'en off', porque esta clase de auxilio viene a ser una especie de rescate de las imágenes, cuando no funcionan. Otra cosa son los diálogos, que cuando en un libro son decisivos por eficaces, pasan íntegros al guion.
Pero aquí hay otra dificultad que 'Cien años de soledad' presenta al guionista: en el libro no hay diálogos. Cuando un personaje habla lo hace con una frase muy rotunda, terminante, y entonces los diálogos hay que inventarlos, lo cual viene a ser un desafío mayúsculo: ponerse a la par del autor".
El autor de la fabulosa crónica sandinista "Adiós Muchachos" (1999) afirma que la inexistencia de diálogos en la obra del colombiano es tanto una proeza literaria como un limitante para que la novela sea trasmudada al cine.
"El primero en desconfiar de que sus novelas pudieran ser eficaces en el cine fue el propio García Márquez, que vio como no cuajaban los buenos intentos con las versiones filmadas de otros libros suyos, y temía que la tentativa con 'Cien años de soledad' no curara su escepticismo". Y así fue.
La forma en que está escrito el libro es, en sí misma, un candado que lo hace si no imposible sí muy difícil de llevarlo a la pantalla chica o grande.
Ramírez no sabe si será un éxito la serie de Netflix, no sin antes verla completa, pero anticipa que dominará el conflicto entre la palabra y la imagen.
Esa dupla prodigiosa escritor-lector que hace posible vestir a las palabras escritas con imágenes en la mente de quien las lee difícilmente se logra el cine o la televisión y menos con una obra tan compleja como la garciamarquiana.
INFILMABLES
A esta serie le pasaría como a la película "Pedro Páramo" dirigida por Rodrigo Prieto, recientemente estrenada.
Ambas tienen problemas al empatar el libro con el cine. Las novelas de los padres del realismo mágico, el mexicano Juan Rulfo maestro en cierto modo del colombiano García Márquez, no prosperan en los filmes.
Una dura crítica sobre esta cinta la acaba de publicar el escritor mexicano Rafael Pérez Gay en el diario Milenio en la que alaba a Prieto, pero demerita su creación.
"Una película fallida nos ha presentado a un cineasta magnífico", dice sin recato.
Su sentencia es lapidaria: "Pedro Páramo es infilmable".
Vaya, lo mismo opinan muchos de la obra de García Márquez.
Sobre lo que otros sabedores de ese arte dicen de la película rulfiana bien vale un texto aparte.
*Envoyé depuis Paris, France.