Por Andrés Timoteo
LOS ASPIRACIONISTAS
Sube su riqueza inmobiliaria. Ahora le descubrieron a la zacatecana Rocío Nahle un departamentazo en San Pedro Garza García, en Nuevo León, con un valor de 28 millones de pesos.
Sobra citar la plusvalía de ese municipio, el más rico del país y donde viven algunas de las familias súper-millonarias de México.
El dato no es ocioso porque a eso aspiran los Peña Nahle, a ser y codearse con los más ricos. Son aspiracionistas, pues, algo que odia el líder de su secta política, Andrés Manuel López Obrador, aunque no les importa.
Las reglas morales del patriarca no aplican a ellos, que no son los aspiracionistas comunes.
Para nada se parecen a la gente luchona que desea, se prepara y trabaja sin descanso para elevar su nivel de vida y darle un futuro mejor a sus hijos.
No, los Nahle Peña son aspiracionistas a la mala, de esos que se transan para construir un patrimonio mal habido.
Quieren ser millonarios a costa del dinero público, según la sospecha generalizada, y van que zumban para lograrlo.
Ahora con ese departamentazo ubicado en el fraccionamiento sampetrino de Valle Oriente sus haberes inmobiliarios se elevan a 88 millones de pesos, tan solo por las tres propiedades que ha exhibido el empresario Arturo Castagné.
Las otras casotas en El Dorado, en Alvarado y Residencial Country en Villahermosa, Tabasco valdrían 60 millones de pesos y de acuerdo al señalamiento de Yunes Zorrilla, la zacatecana no habría podido comprar esas propiedades con sus ingresos legales como servidora pública desde el 2015 -ha sido diputada, senadora y secretaria de Estado – pues hubiera necesitado 39 años para lograrlo.
Pero el monto y el tiempo van trepando. Si se suma su departamentazo en San Pedro Garza García entonces su patrimonio ya es de 88 millones de pesos y para poder comprar las cuatro propiedades Nahle requeriría de ¡57 años!
La compra del departamentazo en Nuevo León enciende más sospechas porque la adquisición es más antigua, data de octubre del 2016, cuando apenas llevaba un año como diputada federal.
Si se consideran las 13 quincenas que había cobrado -la legislatura inició en septiembre del 2015- a un promedio de 120 mil pesos mensuales y suponiendo que ahorró todo, apenas hubiera tenido poco más de un millón 500 mil pesos o sea la décimo octava parte de lo que pagó por el inmueble.
¿De dónde salió el resto?
En los documentos se habla de un crédito hipotecario en Banamex pero en los merenderos políticos – y especialmente en los morenistas- se mastica la versión de otros ingresos nada transparentes.
¿Salió de las prerrogativas de la bancada de Morena en San Lázaro de la cual Nahle era coordinadora?, ¿de las gestiones y prácticas de ‘lobby’ parlamentario a cambio de estipendios?, ¿o de los ‘moches’ de la recaudación que hacía para el proyecto lopezobradorista?
No se olviden que la exdiputada Eva Cadena la acusó de ser la principal recaudadora de López Obrador en el sureste del país.
Eso debería explicar la candidata morenista a la FGR y a la opinión pública.
Y el peroteño Yunes ahora tendrá que ampliar la denuncia, eso que ni qué.
En fin, ser aspiracionista no es malo, pero ladrón sí.
Y cuestionar por eso nada tiene que ver con la violencia de género.
HIENA INMUNDA
Algunos han preguntado por qué el candidato morenista a la diputación federal por el distrito 5, Francisco Javier Velázquez Vallejo está considerado un violentador de mujeres.
Lo es, ocupó recursos y personal del ayuntamiento de Poza Rica para atacar a una mujer, a la periodista Lidia López.
Pero además protegió y respaldó a su hijo, Francisco Velásquez Straffon quien fungió como su asesor y fue el principal orquestador de los ataques.
Las organizaciones CIMAC y Artículo 19 intervinieron y documentaron las agresiones contra Lidia López en el 2020, y alertaron que incluso la integridad física de ella corría peligro.
Desde sus redes sociales y con el apoyo del aparato de Comunicación Social que llevaba, paradójicamente otra mujer, Beatriz Bonilla, el junior Velásquez lanzó una campaña de denuesto y difamaciones contra la reportera porque documentó la muerte por Covid-19 de un trabajador municipal que fue obligado a acudir a laborar a pesar de que era una persona de riesgo por su edad y condiciones de salud.
La embestida fue encarnizada.
Vaya, los organismos defensores de periodistas se alarmaron por el nivel de odio en el lenguaje del hijo del alcalde quien llamaba a la comunicadora “hiena inmunda”, “vaca con ubres”, “chayotera”, “vieja pedorra”, “ridícula”, “asquerosa” y la amenazó: “las vas a pagar todas”.
Nunca procedieron las denuncias por violencia de género, la Fiscalía nunca le dio protección a Lidia López, lo de la CEAP ignoraron su caso y el alcalde Velásquez Vallejo escudó a su hijo y a su vocera para que ni siquiera fueran a declarar ante las autoridades investigadoras.
Hoy el exalcalde es candidato a diputado federal y su hijo es su asesor de campaña.
Ambos flanquean a Rocío Nahle cada vez que recorre el norte veracruzano.
¿Dónde queda eso de que “no se debe callar o soportar violencia física, sicológica o verbal contra las mujeres” que pregona la zacatecana?
*Envoyé depuis Paris, France.
