MAR DE FONDO
Por Andrés Timoteo
Ayer se cumplieron diez años de la desaparición forzada del periodista medellinense Moisés Sánchez Cererz y el próximo 24 de enero se cumplirá también la década de que su cuerpo fue localizado en un paraje del municipio vecino Manlio Fabio Altamirano.
Su hijo, Jorge Sánchez Ordóñez, ha hecho lo que pocos hijos de periodistas asesinados se deciden: mantener la exigencia de justicia y, en la medida de sus posibilidades, continuar con la labor de su progenitor.
Modestamente ha seguido publicando el semanario La Unión en el que da cuenta del acontecer de Medellín de Bravo y eso es un tributo a su padre tan inigualable como riesgoso dado el clima de agresiones que impera contra la prensa veracruzana.
"Qué difícil es seguir los pasos del escarmentado; se requiere doble valentía porque muchos están dispuestos a repetir el escarmiento", dijo el escritor e historiador rumano Ioan Culianu, quien lo confirmó con su propia muerte en mayo de 1991 cuando agentes de la 'Securitate', la policía política del régimen de su país, lo mataron a balazos en un baño de la Universidad de Chicago.
Él perteneció a una generación de pensadores críticos del dictador Nicolae Ceaușescu y de su sucesor, Ion Iliescu, al que señalaron de fascista y simulador. Todos habían caído, uno por uno, debido a la represión y aunque Culianu huyó a Estados Unidos hasta allá lo alcanzó el brazo castigador del gobierno.
En Veracruz, diez años después del crimen de su papá, Sánchez Ordóñez pide una reunión con la gobernante en turno Rocío Nahle pues tiene la esperanza -no se le culpa, ¿qué deudo no la tiene?- que se reanuden las pesquisas y se castigue a los culpables.
Pero eso se ve muy lejanísimo. A la zacatecana no le interesa la prensa y mucho menos tiene voluntad de atender injusticias. Y en la Fiscalía estatal nunca hubo un afán de justicia por ese crimen en los tres últimos fiscales. Al contrario, hubo coordinación para proteger a los responsables.
Esto último no se dice al garete. El asesinato de Moisés Sánchez parecería una estadística más, pero tiene un mar de fondo. Ahora, tras el pasar el tiempo, se concatenan asuntos y complicidades que explican dicha impunidad.
Para empezar, fueron seis los individuos que irrumpieron en el domicilio del periodista aquel 2 de enero del 2015, liderados por Martín López Meneses, subdirector de la policía municipal y chofer particular del alcalde Omar Cruz Reyes. Pero de todos solo uno sigue en prisión, Luigui Heriberto Bonilla Zavaleta, el único al que la Fiscalía logró imputar directamente por el crimen.
El resto de los implicados ya están libres porque ganaron amparos. Bonilla que apenas fue detenido en marzo del 2023, ocho años después del homicidio, también estaría a punto de obtener su libertad.
Esto porque la carpeta de investigación está tan desaseada que al final nadie pagará por la muerte del periodista. Y ese desaseo no fue por ineficiencia de los fiscales sino adrede para dar impunidad a los culpables porque estos tienen nexos con políticos que estuvieron en el poder. Ese es el mar de fondo.
MADEJA DE COMPLICIDADES
El autor intelectual del crimen, el alcalde panista Omar Cruz Reyes si bien fue desaforado nunca fue detenido. Vaya ni siquiera buscado. La versión que corrió en su momento es que el propio fiscal Bravo Contreras lo ayudó a huir de la entidad con el respaldo logístico de la policía estatal. ¿Por qué lo protegió el duartismo?
Porque Cruz Reyes había negociado la anuencia para que fuera desaparecido el Sistema de Agua y Saneamiento (SAS) para concesionarlo a la transnacional Odebrecht y a una empresa mexicana ligada a duartistas y fidelistas. Cinco meses después de que Cruz fue ayudado a escapar, el congreso local aprobó la extinción del SAS y la concesión al Grupo Metropolitano de Agua y Saneamiento (MAS).
Por eso, cada chorro de agua que sale del grifo en la conurbación tiene como referente el asesinato del periodista Sánchez Cerezo. La operación del MAS fue posible gracias a la impunidad en su crimen. Y Cruz Reyes a la fecha sigue libre y protegido.
Luego vino el yunato y tampoco se procuró justicia por los nexos de Cruz con el panismo y en especial con algunos funcionarios del régimen.
La pista se tiene ahora mismo: la suplente de la diputada por Boca del Río, Indira Rosales, es Hilda Nava Seseña quien era la secretaria del ayuntamiento medellinense cuando se hizo la conjura contra Sánchez Cerezo.
Hilda Nava es hermana de Marisela Nava, esposa de Cruz Reyes, o sea era la cuñada del edil y los bien enterados afirman que estaba enterada de todo lo que sucedía en el ayuntamiento y lo que se planeaba en las oscuridades.
Ella siempre supo dónde estaba escondido el cuñado, pero extrañamente nunca fue llamada a declarar.
La protegió el duartismo, luego el yunismo y al parecer ahora el nahlismo.
En unos meses, Nava se convertiría en diputada si Rosales pide licencia para ir a competir en las municipales.
¿Lo ven? En lugar de sentarse en el banquillo a declarar ante un juez, esta señora se sentará en la curul.
¿Así cuándo habrá justicia para Moisés Sánchez si todo es una madeja de complicidades?
*Envoyé depuis Paris, France.