Por Andrés Timoteo

NEGAR Y QUEMAR

"Tú niega la fiesta aunque te encuentren confeti en los chones", dice una máxima chusca.

Y es la que aplican en el gobierno cuitlahuista respecto a la crisis en el sector salud, incluidos los abusos y negligencias de los funcionarios del área.

La secretaria Guadalupe Díaz del Castillo ahora califica como una "mentira en las redes sociales" que en el Hospital Regional de Río Blanco haya lotes de medicamentos caducos y aparatos auxiliares para la movilidad abandonados y oxidándose.

"Después de haber hecho la investigación encontramos que no había ningún medicamento caduco, y sobre la denuncia sobre las sillas de ruedas, son nuevas que están justo para estas áreas y están siendo resguardadas al exterior. No están oxidadas, están bien tapadas y bien protegidas", afirmó el lunes.

Pero el jueves de la semana pasada cuando empleados del nosocomio y familiares de los pacientes denunciaron que en los patios del mismo había "cajas y cajas" de medicinas caducas, abandonadas como si fueran basura acumulada, la misma Del Castillo quiso justificar el asunto afirmando que "eran sobrantes del medicamento que finalmente no fueron necesarios".

O sea, la funcionaria aplicó el 'más vale que sobre y no que falte', reconociendo implícitamente que existía ese lote de medicamentos vencidos y abandonados en el traspatio.

"Lo mejor es que nadie llegó a requerirlos (por eso se vencieron)", dijo con toda la frescura posible.

Cinco días después, modificó su versión desmintiéndolo todo. Afirmó que no hay nada en los patios del Regional de Río Blanco, ni medicina echada a perder ni sillas de ruedas oxidándose.

Que las primeras nunca existieron y las segundas son aparatos que rechinan de nuevos y están en espera de ser entregados a las personas que las requieran.

Vaya que todo es eficiencia y precisión en aquel hospital, y las denuncias fueron meros rumores en las redes sociales.

Así, la funcionaria niega la fiesta, pero se le ven las serpentinas por todos lados.

No es la primera vez que un secretario estatal de Salud en este sexenio recurre al negacionismo y a la farsa.

Su antecesor, Roberto Ramos Alor, hoy diputado federal electo por Morena, hizo lo mismo cuando trabajadores del Hospital General de Veracruz -que los pretenciosos y fanfarrones llaman de "alta especialidad", risas- denunciaron en marzo del 2022 el abandono de 250 casas de suero metabolizante en los patios del nosocomio.

La solución intravenosa abandonada es conocida como Hartmann y sirve para aportar a los pacientes en terapia intensiva sodio, potasio, calcio, cloruro y lactato.

Ramos Alor negó en un principio el asunto y luego guardó silencio. Dos meses después, en mayo, renunció al cargo.

Su sucesor, el fallecido Gerardo Díaz Morales, continuó la negación y en junio publicó un desmentido oficial sobre esas 250 cajas de medicamento caduco.

"De ninguna manera se ha ocultado medicamento caduco. Por lo contrario, se trabaja en la optimización de la farmacia y surtido de recetas. Se exhorta a la población a no hacer caso de información malversada o malintencionada", señaló y no se tocó más el tema.

PRUEBAS EN CENIZA

Y entonces le metieron lumbre al asunto.

Quemaron esas 250 cajas de suero caducado y mucho más, para que no se hablara del tema ni hubiera pruebas del crimen.

De acuerdo con un reportaje publicado en ese mismo junio del 2022 por la periodista jalapeña Lourdes López, el gobierno de Cuitláhuac García mandó a incinerar mil 800 unidades de medicina caduca.

Los fármacos echados a la hoguera incluían dosis oncológicas tan demandadas y urgentes para pacientes de cáncer.

La Secretaría de Salud las dejó echarse a perder, no las proporcionó a los pacientes y finalmente las achicharró para ocultar evidencias, algo irregular y reprobable.

El mismo reportaje de la periodista Lulu López documentó otra acción malévola del cuitlahuato: muchos de estos medicamentos también fueron arrojados en tiraderos a cielo abierto como si fuera basura convencional.

"El 30 de enero de 2021, fármacos caducos de la Secretaría de Salud fueron localizados en un lote baldío de la ciudad de Veracruz".
"Eran para tratamientos de hipertensión, antibióticos, vías urinarias, neumonía e infecciones respiratorias. Había trimetoprima con sulfametoxasol en tabletas, Nitazoxanida suspensión y prochor (propanolol). Además de epival; brupen, un antibiótico en tableta, así como pravastatina, que es usada en tratamientos para el colesterol".

Eso con los anteriores titulares de Salud, Ramos y Díaz Morales, pero con Díaz del Castillo la estrategia de negar, quemar y tirar sigue intacta.

Y ya es el segundo escándalo de medicamentos caducos que se registra bajo su gestión.

En marzo pasado, otra vez se exhibieron lotes de suero Hartmann abandonados en los patios del Hospital General de Veracruz.

Las fotografías que hicieron circular los mismos empleados del nosocomio muestran al menos 60 cajas de cartón con la respectiva etiqueta del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).

¿Qué hizo la secretaria Del Castillo? Lo negó y luego lo quemó todo. Ahora mismo, los medicamentos de Río Blanco seguramente ya están hechos cenizas.

*Envoyé depuis Paris, France.


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