Por Andrés Timoteo

NI SOÑAR NI VIVIR

¿Qué pasa en la entidad que matan niños a mansalva?, ¿en qué momento se jodió Veracruz?, citando la pregunta de Santiago Zavala, el personaje de "Conversación en La Catedral" (1969) del peruano Mario Vargas Llosa.

Dos infantes, una niña y un niño de 11 y 7 años, respectivamente, fueron 'levantados' y asesinados en menos de 48 horas entre el jueves y el sábado.

Haya sido el crimen organizado o los depredadores sexuales, pero el saldo son dos pequeños devorados por la violencia que no tiene límites en el estado.

"Que se lleven una vida vivida es un consuelo forzado, pero que arrebaten una vida pequeña, sin vivir, la de un niño, para eso no hay consuelo, no debe haberlo porque no es muerte natural sino una distorsión perversa en la humanidad", señala el filósofo y antropólogo francés René Girard cuyas teorías han ayudado a explicar el fenómeno de las violencias en la sociedad.

Las muertes de Poleth en Orizaba e Isidro en Úrsulo Galván demuestran que en Veracruz se torció la humanidad y hay una ausencia pavorosa de autoridad.

Los gobiernos estatal y municipales con sus corporaciones policíacas, fiscalías y protocolos no hicieron nada para prevenir ambos crímenes.

En especial, el feminicidio de la niña Poleth desnuda a todas las autoridades.

Del gobierno estatal ya nada extraña pues las mujeres, sean infantes, en plenitud o adultas mayores, ni sueñan ni viven con tranquilidad como falsamente presume el gobernante Cuitláhuac García.

A duras penas sobreviven.

Y evidenció lo que esconde el 'pueblo mágico' de Orizaba, ese al que el alcalde Juan Manuel Díez vende como una isla de paz y belleza en medio del mar de criminalidad en todo el estado.

Algo falso pues en Orizaba agreden, violan, matan y desaparecen a niños y niñas igual que en todo Veracruz.

Pero en ese afán de sostener la mentira turística y de auto-halago, el edil ahora culpa a la víctima y a sus padres de la tragedia.

Vaya, en el menor de los casos dice que hay "locos" que deambulan por ahí matando gente.

O sea nada es responsabilidad del ayuntamiento sino de los desquiciados y de los padres de la misma víctima.

En el fondo, Díez también culpa a la niña por donde andaba y donde fue secuestrada y asesinada, a orillas de un río que está dentro de la mancha urbana.

DOS 'LAVADAS'

Vaya, al misógino y patriarcal munícipe habrá que recordarle el himno feminista que aclara que las mujeres tienen el derecho de andar libremente por donde les plazca porque la seguridad la debe brindar el Estado.

"Y la culpa no era mía, /ni dónde estaba, ni cómo vestía/. El patriarcado es un juez/ que nos juzga por nacer/ y nuestro castigo/ es la violencia que ya ves. / Es feminicidio,/ impunidad para mi asesino./ Es la desaparición, es la violación./ Y la culpa no era mía, /ni dónde estaba, ni cómo vestía".

Pero hay más caradura en el ayuntamiento de Orizaba porque ahora el director del DIF, Hugo Chahín Kuri, salió a repetir la tesis de su jefe responsabilizando a la familia de la niña por su propio feminicidio.

Se 'lavó' las manos como hizo en julio del 2022 cuando Alan Ortega, de 12 años, fue asesinado por su padrastro.

Había un expediente en el DIF municipal por la situación del pequeño que sufría explotación laboral y maltrato doméstico.

El pequeño era sometido a palizas si no llevaba dinero por la venta de chicles en la calle.

Pese a eso que estaba documentado, Chahín le negó la protección institucional y lo dejó a su suerte.

Cuando Alan fue apaleado hasta la muerte se dijo sorprendido y negó tener responsabilidad por omisión de auxilio.

Tampoco presentó su renuncia como lo exigía la opinión pública.

Ni él ni su jefe Díez Francos tienen decencia.

Ese par de indolentes y escurridizos ahora culpan a Poleth y a sus padres de la tragedia que otra vez les empolvó su "pueblo mágico".

Se vuelven a lavar las manos.

*Envoyé depuis Paris, France.