Por Andrés Timoteo
NICHADAS
A leer se aprende dos veces, dicen los que saben. La primera cuando se conocen las letras, se comienza a unirlas y luego a descifrar esas uniones -palabras-.
El segundo aprendizaje es cuando por iniciativa propia se selecciona lo que se lee. Entonces, el universo le pertenece al lector.
Pero dado el contexto mexicano y la tendencia mundial ahora con minitextos en las pantallas de los teléfonos móviles, tabletas y ordenadores -por lo regular mal escritos-, pues ya con que se lea lo que sea basta.
Y hay que leer de todo porque de algo nos ha de servir, diría la novelista neoyorquina Nora Ephron.
En fin, la reseña viene al caso porque ahora que falleció el priista coatepecano Dionisio Pérez Jácome, hay un pretexto ideal para leer algo que nos habla de él y de su contexto en ese México de complicidades, régimen duro y decadencia de figuras públicas: el libro "¿Dónde está Paulette? Crónica de una testigo” (2010).
Trata, claro, de la "desaparición" -en realidad fue un asesinato cometido en el seno de una rica familia mexiquense- de la niña Paulette Gebara Farah en marzo de aquel año y cuyo cadáver se localizó diez días más tarde dentro ¡del propio colchón de su recámara!, la cual había sido revisada y sometida a peritajes forenses con anterioridad sin haberla localizado. Ajá sí.
Alrededor de este infanticidio -aparente filicidio- hay una trama de complicidades, corrupción, encubrimiento e impunidad que involucra a políticos poderosos del entonces poderoso régimen tricolor, entre ellos el expresidente Enrique Peña Nieto que en ese momento era gobernador del Estado de México.
El libro fue escrito por Amanda de la Rosa, la mejor amiga de Lizette Farah, la madre de Paulette, quien conoció de cerca todo el entramado.
No es una obra con mucho valor literario, pero su valía radica en la revelación de detalles, nombres, acciones y ligas de los involucrados.
Bueno, ¿pero qué tiene que ver Pérez Jácome con la niña Paulette? Mucho, no personalmente, pero sí por implicaciones y complicidades en su caso. Hay 'nichadas' que no deben olvidarse. Léanlo, vale la pena enterarse o recordarlas.
El coatepecano y dos de sus hijos, la comunicadora Gloria Pérez Jácome y Dionisio Pérez-Jácome Friscione, quien fue subsecretario de Egresos en Hacienda, maniobraron para ayudar a huir a los padres de la pequeña, Lizette Farah y Mauricio Gebara, y apuntalaron sus coartadas mentirosas.
Incluso se habló de que en su mansión de Coatepec escondieron a uno de ellos, al parecer a Mauricio Gebara, donde habría sido localizado y detenido.
La propia Amanda de la Rosa, también amiga de los Pérez Jácome, habría estado refugiada en la residencia coatepecana.
Además, Gloria Pérez Jácome, quien era conductora de TV Azteca, movió influencias para difundir el caso como un secuestro a fin de sostener la versión falsa de los padres.
"En ese ámbito, alguien sugirió (a Farah) contactar algunos amigos, como el periodista Javier Solórzano, para que hablara públicamente del caso, con amigas en TV Azteca, entre ellas la conductora Gloria Pérez-Jácome quien también hizo su parte. En un tris, Lisette daba entrevistas en la habitación de su hija", recuerda el periodista Elpidio Hernández.
Gebara, según el libro de De la Rosa, "encontró refugio tanto en la casa de su abogada como en la de un adinerado padrino con solvencia económica para coleccionar pinturas de Frida Khalo, Kandisky y Diego Rivera y que la pone en contacto con un legendario abogado', al que define como el 'mejor de México' que sólo por recibir un caso cobraba trescientos mil dólares -no revela si fue el panista Diego Fernández de Cevallos o Juan Collado, actualmente preso y vecino de celda de Javier Duarte en el Reclusorio Norte-.
¿Era Pérez Jácome ese poderoso padrino?
No se sabe, posiblemente. En ese tiempo fungía como jefe de la Oficina de Programa de Gobierno en Veracruz, pero su prestigio como abogado y político era de alcance nacional así como sus influencias.
Lo que sí se sabe es que desde ese caso, el popular "Nicho" inició su declive, tuvo que retirarse de la política además de que su carrera en el servicio público la cerró con un cargo ignominioso: estar bajo el mando del innombrable.
Mal final para un tipo preparado, un político culto de la vieja guardia, pues.
¡GALLINA INFLADA!
Por cierto, Dionisio Pérez Jácome si bien fue senador en la misma legislatura que la actriz Irma Serrano -la LVII de 1997 al 2000- no fue quien se peleó en tribuna con ella sino el diputado Porfirio Muñoz Ledo.
Sucedió en una sesión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión que presidía Muñoz Ledo y quien no le quería ceder la palabra a la chiapaneca.
'La Tigresa" le gritó: "¡Ahora tengo dos opciones, terminar mi discurso o bajar y madrearmelo!”
También le dijo que parecía "¡guajolote de Navidad!" y "¡gallina inflada!” Obvio, no se refería a Pérez Jácome quien para nada parecía "gallina inflada" porque era tan delgado que lo apodaban desde joven "El Tilico".
He ahí el dato histórico.
¿Ya ven que sirve de mucho leer y que los periodistas deben dejar la comodidad del 'copy-paste' y corroborar sus informaciones?
De nada.
*Envoyé depuis Paris, France.