Por Andrés Timoteo
REÍRSE DE DIOS
La publicación muestra a un yihadista calvo y sin barba -en los países árabes la ausencia de vello facial es símbolo de falta de devoción y masculinidad, de afeminamiento- leyendo amenamente la revista en cuya portada está él mismo leyendo lo mismo: o sea, el musulmán en un bucle.
Y, mientras sonríe con la lectura, un fusil de asalto apunta -pegado- a su trasero. La portada se corona con la leyenda: "Charlie Hebdo 2015-2015, ¡increvable!" o sea "¡indestructible!" ( https://urls.fr/vslp4f ).
Así es el número especial 1694 del semanario parisino Charlie Hebdo salido a la venta el martes pasado para conmemorar el décimo aniversario del atentado terrorista contra sus instalaciones.
El 7 de enero del 2015, los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, musulmanes de origen argelino, irrumpieron, metralleta en mano, en el número 10 de la calle Nicolas Appert, en el distrito 11 de la Ciudad Luz, para perpetrar la masacre y vengar al profeta Mahoma por las viñetas que le habían publicado.
Al grito de ¡Al-lahu àkbar! (¡Dios es el más grande!) cegaron doce vidas.
Los caricaturistas Wolinski (Georges Wolinski, 80 años), Cabu (Jean Cabut, 76 años), Honoré (Philippe Honoré, 73 años), Tignous (Bernard Verlhac, 57 años) y Charb (Stéphane Charbonnier, 47 años) estaban entre las víctimas.
También el corrector Mustapha Ourrad de 61 años, y el periodista Michel Renaud de 69 años que estaba como invitado a la junta de redacción.
En diciembre del 2020 finalizó el juicio a 14 cómplices de los hermanos Kouachi -que fueron abatidos en ese 2015-. Los acusados -tres siguen fugados y fueron juzgados en ausencia- recibieron condenas de 4 a 30 años de prisión.
A una década del atentado, el martes se realizó una ceremonia de recordatorio luctuoso encabezada por el presidente Emmanuel Macron y la alcaldesa Anne Hidalgo que colocaron una ofrenda floral frente a la puerta de acceso al edificio en cuyo costado está una pequeña placa de metal con los nombres de las doce víctimas.
Hace diez años, un millón de parisinos marcharon bajo el lema "Je suis Charlie" (Yo soy Charlie) y el ataque a la revista inauguró el fatídico 2015 en Francia pues el 9 de enero otro yihadista de origen africano, Amedy Couliba, tomó rehenes en un mini-súper de productos judíos matando a cuatro.
Y diez meses después se perpetraron los atentados del 13 de noviembre -en el estadio de Saint-Denis, la sala de conciertos Bataclan y bares en los barrios 10 y 11- que dejaron 130 muertos y más de 400 heridos.
Para honrar a sus compañeros asesinados y refrendar la vocación satírica, irreverente y mordaz de Charlie Hebdo, los moneros y periodistas sobrevivientes publicaron el número especial de 32 páginas que contienen las caricaturas seleccionadas del concurso internacional de caricatura "Rire de Dieu" ("Reírse de Dios").
La convocatoria al mismo fue lanzada en noviembre y dirigida a "todos aquellos que están cansados de vivir en una sociedad regida por Dios y la religión, aquellos que están cansados de ser bombardeados con el llamado bien y el mal, aquellos que están cansados de todos los líderes religiosos que dictan nuestras vidas".
CRAYONES VS. BOMBAS
Se recibieron 350 dibujos de todo el orbe y cuarenta se publicaron. En uno aparecen un obispo católico y un imán islamita quienes, espantados, gritan: "¡Dios, Charlie resucitó! mientras una enorme mano con el dedo medio alzado -el 'fuck-you' o '¡Qué te den por el culo!', dirían los españoles- luce en medio de ambos.
"El único milagro que los religiosos no quieren", reza el título.
En otro, una "virgen musulmana" -que algunos ubican como Fátima, la hija de Mahoma- está en labor de parto, pero no expulsa un bebé sino una bomba.
Y en otro más, un Jesús crucificado de piel blanca y cabellera rubia está en el consultorio del siquiatra -recostado sobre su cruz en lugar del tradicional diván- expresando:
"Sería mejor no decir el lugar dónde nací".
Es decir, Cristo se avergüenza del Medio Oriente y de ser árabe o judío, según se considere.
son de las viñetas menos agresivas en el número especial del semanario que hoy sigue encarnando el debate de hasta qué punto debe llegar la libertad de expresión.
Estirando cuanto se pueda la liga de publicar en albedrío extremo, doloroso e inquietante, rozando la blasfemia.
Ni las balas ni las exigencias de no pocos políticos franceses -tanto de derecha como de izquierda- han podido censurarlo. Y los caricaturistas tienen bien presentes a los que ordenaron el atentado del 2015.
"Ellos hablan a bombazos y balazos, nosotros hablamos a lapizazos y crayonazos", los desafían.
Eso sí, la dirección actual del semanario se mantiene oculta desde hace una década, únicamente la conocen sus redactores y cartonistas, y la policía secreta que la resguarda.
"Dibujar escondidos, pero dibujar al fin, y lo que sale de las sombras se lee a plena luz. Si ese es el precio de la libertad pues lo pagamos", dicen los moneros.
¿Se imaginan un Charlie Hebdo en México caricaturizando al Papa Francisco, pitorreándose del ensotanado Carlos Patrón Wong o diciéndoles "mamones" a los fanáticos mormones?
¡Oh sueño maravilloso!
*Envoyé depuis Paris, France.