Por Andrés Timoteo
RETRATOS DE LA TRAGEDIA
Sus casos son retratos de la crisis humanitaria y de seguridad que hay en Veracruz.
La primera, Milka, fue asesinada a balazos el 5 de enero enfrente de su domicilio en Papantla.
Dos sicarios a bordo de motocicletas la atacaron a tiros.
La segunda, Daniela, era una estudiante universitaria que fue llevada a la fuerza al domicilio de su exnovio quien la mató de un balazo porque no quiso reanudar su relación sentimental.
Luego el tipo se suicidó.
El feminicidio se cometió el 11 de enero en un fraccionamiento de alta plusvalía en Jalapa.
Margarita, la tercera, fue molida a golpes el 12 de enero por un sujeto que allanó su vivienda en Mexcala, una comunidad de Soledad Atzompa, en la sierra de Zongolica, presuntamente para robar, aunque otra versión apunta a que intentó abusar sexualmente de ella. Tenía 56 años.
La cuarta, Roxana, fue localizada esta semana en una fosa clandestina ubicado en un platanar de Tlalixcoyan.
Era madre de dos hijos y estaba desaparecida desde el 4 de diciembre.
Todo apunta a que el homicida es su esposo quien la habría asesinado a machetazos, aunque otros dice que la ahorcó.
Vaya historias en apenas cuatro casos: machos asesinos, fosas clandestinas, balazos, sicarios, golpizas, descuartizamiento, violencia sexual, ahorcamientos, desapariciones y el común denominador: el odio pujante por ser mujeres.
Milka, Daniela, Margarita y Roxana son las cuatro primeras víctimas de feminicidio en este 2024 y sus casos demuestran que la violencia criminal contra las mujeres no repara en edad, condición socioeconómica ni ubicación geográfica.
Una era indígena de 56 años, otra una comerciante de 29, otra más una ama de casa de 25 y la cuarta una universitaria de 20 años.
Ya sea que vivieran en la serranía o en una colonia lujosa todas fueron alcanzadas por la onda feminicida.
Y serían cinco si María Candelaria de 81 años y madre de Margarita, la mujer asesinada en Soledad Atzompa, hubiera fallecido, pero sobrevivió a pesar de la golpiza recibida junto con su hija.
Van cuatro feminicidios en los primeros 24 días del año, a razón de uno por cada seis.
La tendencia es parecida a la del 2023.
En enero del año pasado mataron a siete mujeres y todo el 2023 se acumularon 56 feminicidios colocando a Veracruz como la cuarta entidad más mortífera para la población femenina.
AQUÍ MUEREN
En el 2022 fue la tercera con 65 feminicidios.
Entonces, dada la sangrante realidad, habrá que cambiar la frase que falazmente acuñó el gobernante en turno, Cuitláhuac García, de que Veracruz es el "lugar donde las mujeres pueden soñar" por "el lugar donde las mujeres pueden morir... fácilmente", ¿no creen?
El cuarto feminicidio del año sucede en medio del debate porque algunas organizaciones civiles piden una tercera Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres.
La petición no es nueva, se hizo desde el 2019 aunque ahora, dado el contexto de violencia imparable, se retomó.
La polémica es porque en Veracruz ya se tienen dos alertas previas, una emitida en el 2016 y otra en el 2017, y las mujeres siguen siendo violentadas y asesinadas.
Presentado así, con los datos duros de feminicidios y agresiones, cabe la descalificación burlona de la tercera alerta.
Sin embargo, el contenido de cada alerta modifica la percepción.
La del 2016 fue contra la violencia feminicida, es decir por el incremento de homicidios y sirvió para emitir protocolos a fin de investigar judicialmente cada caso, apoyar a las víctimas directas e indirectas y prevenir los asesinatos y agresiones.
La segunda alerta, del 2017, fue por la discriminación legal.
En Veracruz había leyes que no amparaban a las víctimas, especialmente en el tema del derecho al aborto, y por ende el marco normativo existente era violatorio a los derechos humanos de las mujeres.
NO SON 'PAPEL MOJADO'
En julio del 2021, cuatro años más tarde, se despenalizó la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas.
Entonces se puede afirmar que, aunque de forma tardía, la tercera Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres sí dio frutos.
Ahora, la solicitud de una tercera alerta tiene que ver con la desaparición de féminas, incluyendo niñas y mujeres embarazadas.
No es una repetición de las dos primeras si no que va enfocada a un problema específico y urgente a tratar y para el cual se piden protocolos y políticas que prevengan, atiendan, investiguen y castiguen los casos de desaparición forzada de mujeres.
Es cierto que algunos se burlan e ironizan por esas alertas pero hay que aclarar que ninguna medida es despreciable si se trata de establecer mecanismos para evitar las agresiones contra las mujeres.
El problema no está en las alertas ni en los protocolos sino en los funcionarios.
Lo caótico es la falta de voluntad política y el incumplimiento del deber legal para aplicarlos así la impunidad que se desprende de ambos.
Las alertas no son 'papel mojado' si no despreciado por el gobernador, sus secretarios, su fiscala y los demás burócratas que no hacen su trabajo.
Hace falta una alerta por esos funcionarios holgazanes e ineficientes.
*Envoyé depuis Paris, France.