Por Andrés Timoteo
ROBAR A LOS POBRES
La historia se repite: los terruños más pobres dan los ladrones más descarados. Así se constata en el informe del Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) sobre la cuenta pública del 2022.
Ya se citó el caso de Ilamatlán donde el verde-morenista Abad Tadeo Cortés le ‘enterró la uña’ a la tesorería por 44.8 millones de pesos, pero al que nole harán nada porque pertenece a la “cuarta transformación” que es algo así como un permiso para atracar.
Son varios los casos similares al de Ilamatlán, localizado en la Huasteca Veracruzana, donde solo el 8 por ciento de sus 13 mil 377 habitantes están fuera del rango de la miseria -algo así como mil personas- mientras el alcalde Tadeo Cortes roba a manos llenas.
Otro caso indignante es Soconusco, en la zona sur, donde otro morenista, Cuauhtémoc Baruch, se embolsó 2 millones de pesos en su primer año de gobierno. La cifra parecería menor si no fuera por las condiciones de pobreza del municipio y la aureola de corrupción que rodea al edil.
Soconusco tiene 16 mil 500 habitantes y la mitad tienen pobreza endémica y el 18 por ciento vive en pobreza extrema. Es decir, 3 mil 200 personas no tienen asegurada la comida diaria que es la quinta parte de la población. Y esos 2 millones de pesos saqueados en el 2022 bien pudieron servir para aplacar el hambre a 650 familias soconuscenses.
Pero la cosa empeora si se considera que Baruch Custodio no es quien gobierna el municipio ya que solo es el palafranero de un caciquillo local, Erasmo Vázquez, hoy escondido por temor a ser detenido, y quien es el edil de facto. Los colegas reporteros de la zona sur describen así el caso de Soconusco:
“El Chivo -así le apodan a Vázquez- puso al tesorero, al director de Obras Públicas, al contralor, al enlace de Sedesol, al de Catastro, Comercio y Fomento Agropecuario”. ¿Entonces qué le dejaron al alcalde?, se le pregunta a los periodistas sureños. “Solo el DIF y el derecho de cortar listones, el que gobierna es El Chivo”. Así las cosas.
Por cierto, en Sayula de Alemán ese mismo individuo no pudo someter a la alcaldesa Lorena Sánchez quien se rebeló y echó del organigrama a todos los directores y al tesorero que le había impuesto. Ahora que la munícipe saluyense salió con un desfalco de 58.5 millones de pesos, el dolor del cacique ha de ser porque ese dinero no fue a parar a sus manos.
En Tequila, uno de los municipios más marginados de la entidad, el alcalde verde-morenista Jesús Valencia Morales se embolsó 7.4 millones de pesos. Sí ese mismo que en marzo pasado pidió a la población no bañarse por la sequía. El tipo resultó un ratero y además imbañable. Vaya como buen ‘chairo’.
Pero no solo los morenistas son cleptómanos pues el panista Francisco Quiahua tiene un daño patrimonial por 4 millones de pesos en Tehuipango. En la década de los noventa, Tehuipango llegó a ser el segundo municipio más pobre del país y ahora está entre los primeros veinte. Tiene 27 mil habitantes y 20 mil de ellos está en la miseria.
En Filomeno Mata del Totonacapan, el edil Miguel Jerónimo Vega, de Movimiento Ciudadano, provocó un daño al erario por 9.9 millones de pesos. Por las mismas anda el municipio huasteco de Tancoco que fue blanco de un hurto por 8.7 millones de pesos cometido por el alcalde Celerino Hernández del extinto partido Podemos.
MÁS LADRONES
Alejandro Sánchez, perredista que gobierna Chiconamel, en la Huasteca Alta, se robó 7.9 millones de pesos en su primer año de administración. En Atzacan con el también perredista Mario Vargas se tiene un daño patrimonial de 5.5 millones.
En el municipio totonaco de Coxquihui, el panista Pablo Gómez arañó 6.2 millones de pesos a la tesorería. ¡Sí, ese que el pasado 15 de septiembre denunció que le robaron de su vivienda 300 mil pesos que iban a ser para pagar los festejos patrios! Ahora todo tiene sentido.
El emecista de Coyutla, también en el Totonacapan, Benito Picazo se embolsó 20.9 millones de pesos. Él pertenece a una familia caciquil y criminal -su tío Basilio Picazo, también exalcalde, está “prófugo” de la justicia porque se le atribuye la autoría intelectual del asesinato de la periodista María Elena Ferral en el 2020- y su postulación por MC es un ‘punto negro’ del partido naranja.
Un caso para la risa, si no fuera trágico para los pobladores que lo padecen, es el de Chontla, en la Sierra de Ontontepec, donde el munícipe priista Néstor Sosa Peña saqueó 8.1 millones de pesos. La hilaridad es que en el 2022,cuando resultó electo a los 26 años, se le publicitó como el alcalde más joven de los 212 ayuntamientos veracruzanos.
Los dirigentes priistas lo presumieron como el relevo generacional, pero habrá que agregarle que además del más joven resultó el más ladrón. Risas. Queda demostrado que el PRI no cambia ni con las nuevas generaciones y que allí la cleptomanía se hereda políticamente, no importa la edad ni el género. Priismo es sinónimo de raterismo.
LA SUMATORÍA
Y así se pueden enumerar otros ediles ladrones en tierras miserables, aunque hay un caso que congrega todos los infortunios habidos y por haber: Mixtla de Altamirano. Allí asesinaron a su alcaldesa, Maricela Vallejo en el 2019, hubo una rebatinga por el poder auspiciada por el cuitlahuismo que finalmente desapareció el cabildo y nombró un Concejo Municipal.
Pero los concejales resultaron unos truhanes y el principal de ellos, Crispín Hernández Sánchez, un pillo de siete suelas. En los dos años que gobernó ese municipio en extrema pobreza se robó 18 millones de pesos – 6 millones 072 mil pesos en el 2020 y 11.9 millones en el 2021 -, y ahora su hermana, Norma Hernández, de Morena y a quien le heredó el cargo, hurtó 10.1 millones de pesos en su primer año de gobierno.
En tres años la familia Sánchez se ha robado 28 millones de pesos. Se reitera, en Mixtla de Altamirano está la suma de todos los males: un municipio en la miseria, escenario de crímenes y rebatinga políticos, dos hermanos corruptos enquistados en el gobierno, morenistas para empeorarlo, que asaltan en despoblado y además gozan de impunidad. ¿Puede haber algo peor?
*Envoyé depuis Paris, France.