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TEXTO IRREVERENTE | UN LEÓN-TRITÓN - De las albercas parisinas, una centuria atrás, salió un mono cargado de medallas y en este 2024 fue un león. El nadador galo Léon Marchand - se acentúa la 'e' pues esa letra es muda en francés...

De las albercas parisinas, una centuria atrás, salió un mono cargado de medallas y en este 2024 fue un león. El nadador galo Léon Marchand - se acentúa la 'e' pues esa letra es muda en francés- es la revelación masculina de los actuales Juegos Olímpicos...

Por Andrés Timoteo

UN LEÓN-TRITÓN

De las albercas parisinas, una centuria atrás, salió un mono cargado de medallas y en este 2024 fue un león.

El nadador galo Léon Marchand - se acentúa la 'e' pues esa letra es muda en francés- es la revelación masculina de los actuales Juegos Olímpicos.

La estrella femenina es la gimnasta estadounidense-beliceña Simone Biles, quien, en cierta forma, es latinoamericana.

Marchand se colgó cuatro medallas de oro y una de bronce además de romper récords propios, ajenos e históricos en natación.

Así como en su tiempo resplandeció olímpicamente el norteamericano Michael Phelps llamado "El Tiburón de Baltimore", ahora Marchand lo está relevando en el trono de agua.

Y eso que París fue su primera Olimpiada. Por cierto, a Marchand lo entrenó el mismo 'coach' que a Phelps, Bob Bowman.

A esta promesa del atletismo acuático la prensa gala ya lo llama "Le Triton de Toulouse" ('El Tritón de Tolosa') por la ciudad occitana donde nació hace 22 años.

Pero si ahora París enloqueció con un León-Tritón, hace un siglo lo hizo con un potencial primate.

Fue Johnny Weissmuller quien en los Juegos Olímpicos de París 1924, y con apenas 20 años, ganó tres medallas de oro: en 100 y 400 metros libres y la de relevos 4x200.

Fue la sensación en aquella justa olímpica y las preseas se las llevó a Estados Unidos, su patria de acogida migratoria porque él y sus padres eran de Europa del Este, del Imperio Austrohúngaro del cual huyeron a causa de la Primera Guerra Mundial. Migró de bebé, pero en el 24 Weissmuller nació en lo que es la actual Rumanía.

El HOMBRE MONO

Y tras conquistar al mundo nadando luego lo hizo actuando al convertirse en estrella de Hollywood y siendo el que más duró interpretando a Tarzán, el 'Hombre Mono'.

Lo fichó el cine en 1929 ´para rodar sus primeras dos películas, "Su majestad la Chica Americana" e "Insectos de Agua", que pasaron sin pena ni gloria.

Tres años más tarde, en 1932, comenzó su gloria al encarnar a "Tarzan the Ape Man" ('Tarzán, el Hombre Mono').

Fueron doce filmes en los que Weissmuller interpretó al selvático personaje de la saga literaria de Edgar Rice Burroughs.

Que si Tarzán con su novia, que si con su hijo, que sí contra las Amazonas, la Sirena o la Mujer Leopardo y así al infinito.

Muchos filmes y mucho histrionismo hollywoodense convirtieron al nadador en un galán de farándula por décadas porque a parte de la saga tarzanesca, de 1932 a 1948, rodó otras 24 películas hasta que se retiró en 1976.

'El Hombre Mono' estuvo ligado a México pues vivió en Acapulco sus últimos años de vida.

Se estableció en 1978 y allí murió el 20 de enero de 1984 a los 79 años a causa de un edema pulmonar, apenas cinco meses antes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles a los que había sido convocado para encender el pebetero olímpico.

LA PRIMERA NANÁ

El otro nexo con México fue por su segunda esposa, la actriz y bailarina María Guadalupe Villalobos Vélez. cuyo nombre artístico fue Lupe Vélez, con la que se casó en 1933, cuando era el Tarzán deseado por todas las damiselas del orbe, aunque se divorciaron en 1939.

Durante seis años vivieron una relación tan ardiente como tormentosa que incluyó juergas interminables, peleas apoteósicas y celos tumefactos que atormentaban a "La Chinampina" o "Chica Volcán".

Esos apodos fueron tanto porque la actriz protagonizó la película "Mexican Spitfire" ("Volcán Mexicano") como por su carácter explosivo, intensos idilios y los ventilados pleitos con sus parejas en turno. Los más violentos fueron con Weissmuller.

"Mi vida es la historia de un demonio. Soy salvaje, no puedo evitarlo", declaraba a la prensa de aquella época. Se cuenta que nunca dejó de amar al 'Hombre Mono' a pesar de que tuvo romances con otros galanes del celuloide como Gary Cooper, Errol Flynn y John Gilbert, por eso en 1944 se suicidó con un cóctel de coñac y barbitúricos en su mansión de Beverly Hills cuando tenía 36 años.

Por su alcoba pasó con todo Hollywood, escribieron en su momento los mordaces periodistas de la farándula quienes tampoco le perdonaron su origen mexicano, -era potosina- dedicándole hirientes comentarios racistas.

Uno escribió que fue la única 'Chita' que se quedó con Tarzán, en alusión a la mona que aparece en las historietas.

Entre los trabajos histriónicos que Vélez hizo en México destaca la película "Naná" en 1943, basada en la obra maestra del francés Émile Zola sobre las andanzas de la 'vedette' y prostituta de alcurnia, Anne Copeau, apodada Naná -en español se pone tilde a la última 'a' para que no se entienda como 'niñera', la pronunciación gala es solo con acento prosódico-.

Aún con adaptaciones para cine y teatro, el relato de la vida amorosa y sexual de la cortesana del Segundo Imperio no se entiende sin desnudos totales o parciales.

De ahí la algarada moralista que provocó en el México mojigato de los años cuarenta.

Lupe Vélez fue la primera Naná en México e Irma Serrano la última en 1985. Ah y la ficción del cine mexicano hizo que esas dos "chavorrucas" que en su momento tenían 35 y 52 años de edad, respectivamente, interpretaran a Naná, una jovencita veinteañera en la novela de Zola.

*Envoyé depuis Paris, France.