Por Andrés Timoteo

LIBERTAD ANGELICAL

Suena hasta poético, ¿no creen? La jueza Angélica Sánchez Hernández doblegó por tercera ocasión al régimen cuitlahuista y también, otra vez, demostró que los delitos que le imputó la Fiscalía estatal fueron hechizos y parte de una persecución judicial para castigarla por -ojo- cumplir la ley.

La titular del Juzgado Décimo Quinto de Distrito decretó que el proceso judicial en contra de Sánchez Hernández quedaba insubsistente y por ende, no hay delito qué perseguir. Esto significa que la orden de aprehensión que giró un juez local, sometido al cuitlahuismo, no tenía razón de ser pues Sánchez gozaba de un amparo concedido el 9 de junio contra cualquier encarcelamiento por delitos que no requirieran prisión preventiva.

Pese a esa garantía de la justicia federal, una semana después -el 16 de junio- la policía estatal junto con la Guardia Nacional detuvieron a la jueza Sánchez en la Ciudad de México y permaneció en el penal de Pacho Viejo durante casi un mes, hasta el 13 de julio cuando también por medio de un mandato federal se ordenó al juez local modificar la prisión forzosa por domiciliaria.

Ayer por la tarde se le retiró la vigilancia policíaca del domicilio donde la jueza permanecía y quedó cancelado el proceso penal por los delitos contra la fe pública y tráfico de influencias. ¿Cuántas batallas le ganó la jueza Angélica Hernández al gobernante en turno, Cuitláhuac García y a su fiscala carnala, Verónica Hernández? Tres en esa guerra que desataron en su contra.

Tras ser detenida 5 de junio, la mantuvieron “secuestrada” en las instalaciones policíacas, la quisieron incriminar sembrándole droga en su vehículo y obligándola a disparar un arma para acusarla de haber atacado a los policías. A la par y para justificar su violenta aprehensión, la acusaron de manejar temerariamente violando las normas de tránsito.

Pero todo ese tinglado ni siquiera pudieron llevarlo ante un juez porque era tan burdo y forzado que inmediatamente lo echarían abajo. La fiscala Hernández se desistió y la jueza fue libertada. Primer ‘round’.

Luego, tras su reaprehensión el 16 de junio, Sánchez logró ganar otro ´round’ cuando el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Séptimo Circuito consideró excesiva la prisión forzosa y ordenó al juez local modificar las medida cautelar. Y ahora le vuelve a ganar el tercer ‘round’ con su liberación total.

Tres derrotas dolorosas para la “justicia” cuitlahuista y tres avergozamientos para la fiscala carnala que no pudo sostener ninguna acusación contra la jueza. Bufando de dolor, ayer el gobernante en turno, García Jiménez se lanzó contra la jueza federal Daniela León y la acusó de no saber de leyes.

La ignorancia es osada y ayer quedó demostrado pues García Jiménez afirmó que un amparo federal no protege a nadie de actos futuros ni crea derechos en quienes lo tramitan. Así tal cual. En fin, la jueza Angélica Sánchez ya está libre, es una presa política menos en Veracruz, aunque no ha terminado la guerra porque ahora deberá librar la batalla para su reinstalación laboral en el Poder Judicial del estado o en su defecto que la indemnicen conforme a la ley.

No la dejarán regresar a su juzgado hasta que la justicia federal se los ordene. Tampoco está exenta de otra componenda legaloide para volver a encausarla penalmente. Que se cuide. Ah, y que reclame la devolución de la fianza de un millón de pesos que le impusieron en julio pasado pues si no el dinero se lo repartirán entre García Jiménez, Hernández Giadáns y Aurelia Jiménez, la presidenta del Tribunal de Justicia. Uñas y ganas no les faltan a esos tres tristes tigres de papel.

ESPEJO ECUATORIAL

Vaya ironías de la política. Fernando Villavicencio, candidato del partido Movimiento Construye a la presidencia de Ecuador tenía como lema de campaña “Es tiempo de valientes” y ayer fue el día en que públicamente se negó a usar un chaleco antibalas, recomendado por las autoridades ante las amenazas de muerte dirigidas contra varios aspirantes al cargo, alegando la valentía y el resguardo del pueblo.

“Aquí estoy, camisa sudada, carajo. Ustedes son mi chaleco antibalas. Yo no necesito. Ustedes son quienes me cuidan. Vengan que aquí estoy, dijeron que me van a quebrar. Que vengan los capos del narco, vengan, que vengan los sicarios, que vengan, que vengan los vacunadores, se acabó el tiempo de la amenaza”, arengó. Y al salir del acto proselitista, en una colonia del norte de Quito, lo balearon.

Fueron por él. Atentaron en su contra y lo mataron. ¿Quién lo hizo? El narco, coinciden todos. Fue un asesinato político con el que la mafia pretende influir en las elecciones que tendrán su jornada de votación el 20 de agosto. El crimen organizado -léase: los narcotraficantes y entre ellos los cárteles mexicanos y colombianos que están asociados con bandas locales -está votando en Ecuador.

¿A quién beneficia eliminar a Villavicencio? Obviamente a la candidata del correismo, Luisa González, del partido Revolución Ciudadana, el membrete del expresidente Rafael Correa con el que pretende retornar al poder y regresar al país pues está exiliado en Bélgica desde el 2017. Curioso, el lema de ese partido es “El resurgir de la patria” que los ecuatorianos interpretan como “el resurgir -y regresar- de Correa”.

Correa gobernó el país durante diez años. Llegó con un movimiento popular en el 2006 similar al del mexicano López Obrador. En una década fue omnipotente, nadie lo contradecía, nadie le ganaba una elección, a todos doblegó. Pregonó que terminaría con el neoliberalismo y los conservadores con su movimiento transformador, y que primero los pobres y los indígenas, pero ro Ecuador sigue con una pobreza espantosa.

Correa también pactó con el crimen organizado, los dejó hacer y ellos lo dejaron pasar. Ahora, la mafia está jugando electoralmente a su favor, eliminándole rivales. Lo de Ecuador parece un espejo para México. Nadie deje de mirar al sur: hay una advertencia de lo que puede venir acá para el 2024.

*Envoyé depuis Paris, France.